Picarones gratos al paladar
Hay mucha gente pícara en nuestro bendito país, y no es casualidad que casi toda ella manifieste patológica inclinación por la política. O, para decirlo mejor, que manifieste tal inclinación por el ejercicio activo de la política, en puestos desde los cuales sea posible asir mangos de sartenes y mangos propiamente dichos (si se nos permite el lunfardismo).
El picarón-tipo dispone hoy de variado menú de partidos políticos, en muchos de los cuales podrá revalidar virtudes y adquirir experiencia. ¡Atenti!, se requiere gran experiencia para incumplir promesas sin sufrir daño colateral, tanto como para sustentar opinión enrevesada y antojadiza sin que lo parezca. Dado que todo picarón de noble cuño es naturalmente ventajero, casi seguro que la política le ofrecerá oportunidad de salir de pobre y convertirse en estupendo líder de masas.
Más vale admitirlo, unos cuantos dirigentes partidarios lucen hoy con orgullo su condición de picarones, puesto que a tal atributo le deben su arraigo popular y su prosperidad financiera. Vean lo que dice el licenciado Marsupial Peribáñez en el capítulo 184 de su tratado Política y engañapichangas : "La actividad que registran los altos mandos partidarios (tanto como la actividad que cumplen los punteros de baja estofa, esos que arrean tropa a los mitines) permite concluir que el ejercicio pleno de la política es impropio de sujetos que no sepan falsificar la realidad palpable, para luego vender gato por liebre".
Peribáñez desmenuza la tarea menuda del político picarón en el capítulo 317 de la citada obra: "Debe ingeniárselas para adulterar estadísticas, a los efectos de evidenciar, urbi et orbe , que todo marcha a las mil maravillas, aun a despecho de sus opositores, a los que cabe inculpar de calamidades tales como las que depara la inseguridad pública, la pobreza extrema y la marginalidad".
A diario, Peribáñez debe responder a tantas consultas de políticos de primera B -con ganas de trepar otro poco- que casi no le queda tiempo para dedicarle a su prometida, la excelsa bailarina Colángeles Siliconez, por estos días bastante nerviosa porque está punto de desplegar su arte en el programa de Tinelli.
De hecho, el reputado asesor de imagen tampoco ha tenido tiempo de consultar la última edición del mataburros de la Real Academia Española, allí donde explica el significado del vocablo picarón: "En Perú -dice, en su única acepción-, masa de harina, huevos, leche, agua de anís y azúcar, a la que a veces se incorpora camote o zapallo, que se fríe en forma de aros y se sirve con almíbar de higo".
Tienen razón los lingüistas ibéricos: el político picarón es grato al paladar, una verdadera tentación para el electorado goloso.
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