Pibes descartables en una... ¿fiesta?
"Tenía que salir cada media hora a tomar aire porque adentro me ahogaba." "A mi novio lo mataron con una jarra de agua que no sabemos qué tenía adentro." "Después de las cuatro de la mañana no había agua en los baños." "Yo no vi nada raro. En las fiestas electrónicas siempre es así." "Hoy por hoy el que no consume drogas es porque no quiere. Todas están ahí? cerquita." "Yo sé que en una fiesta electrónica gasto mucha plata, en pastis y en agua?"
Éstas y otras frases resonaron después de la ¿fiesta? Time Warp del sábado 16 de abril. Time Warp se traduce del inglés al español con varias acepciones y no deja de sorprenderme que todas llevan a conceptos como "túnel", "deformación", "torcer", "sesgar", casi como anticipando una metáfora trágica para la propuesta de diversión joven.
Una de las preguntas que seguramente muchos nos hacemos es por qué los pibes necesitan divertirse así, alienándose así, sumergiéndose así, perdiéndose así, en los sonidos, las luces, dilatando la percepción sensorial con sustancias. ¿Dónde está la fiesta en esta fiesta?
Estas maneras de festejar tienen relación directa con nuestro modo de vida actual. Un partido de fútbol, juntarse con amigos a tocar la guitarra o a comer un asado sigue siendo un lindo plan. Sin embargo, cuando algunos (y son muchos) eligen esas otras maneras de diversión pareciera que los pibes se estuvieran escapando del malestar de la cultura, en términos de Freud, tirando de esa cuerda finita y delicada que es la vida plena para asomarse a bordes que prometen agónicos chispazos de alegría fabricada y con gusto a vómito el día después, en el mejor de los casos.
Sin querer generar antinomias sino simplemente distintos espacios de reflexión, en nuestros mundos adultos y tratando de ejercer una autocrítica sincera y hasta dolorosa, aparecen algunos cuestionamientos que es bueno expresar: ¿Cómo y cuándo abandonamos a los jóvenes y los dejamos con ese malestar? ¿De dónde vienen esas conductas autodestructivas? ¿Visualizamos estrategias preventivas para esas instancias de angustia existencial? ¿Qué propuestas esperanzadoras les llevamos para su vida?
Todos sabemos que en las fiestas electrónicas se consumen pastillas. En los 90 los Redonditos de Ricota ya hablaban de "música para pastillas", como si no se entendiera esa música en otro contexto. Fiestas electrónicas en las que cierran las canillas de agua de los baños -al igual que cerraron las salidas de emergencia en Cromagnon o las puertas del shopping Icuá Bolaños en Paraguay, dos tragedias acontecidas en 2004- para vender botellas de agua (¡agua!) a 80 y 100 pesos cada una.
Si no hubiera relación entre el tipo de fiesta y las pastillas, si fueran episodios aislados, no estarían cerradas las canillas, el negocio no sería vender agua. En otros boliches se vende muchísima menos agua y más alcohol; pero estas pastillas no se toman con alcohol? Negocio y más negocio. Y en el medio los pibes descartables, de-sechables, carne por plata. Maldita fiesta y maldito modo de enriquecerse a cambio de la salud y la vida de otros. Miserias que quedan al desnudo.
Todos los fines de semana las guardias de los hospitales reciben pibes intoxicados por esta causa. ¿Nunca lo vimos? ¿O no lo quisimos ver porque no sabemos qué hacer con los jóvenes, cómo aconsejarlos, cómo mostrarles el otro lado de esta misma vida? Si todo eso se sabe, ¿dónde estaban los organismos de control? ¿O eso estaba aceptado? ¿Quién lo aceptó? ¿Quién se anima a decir que no está de acuerdo, que siendo joven se puede elegir en libertad? Existe una paradoja: en estos tiempos en que empoderamos a los jóvenes y les delegamos ejercer su libertad en ámbitos tan reales como virtuales, ¿son claramente libres cuando entran a estas fiestas y no saben cómo van a salir?
De recreación, minga
Y mirá que lo escuchamos: libertad de drogarse porque el consumo puede considerarse en algunas instancias como recreativo. La terminología actual que designa al consumo recreativo como opuesto al consumo problemático pareciera disimular los riesgos del consumo de ciertas drogas. La recreación es algo bueno, todos debemos recrearnos, hablar de "consumo recreativo" es ciertamente, como poco, confuso. ¿Cómo decodifica un joven el concepto de "consumo recreativo"?
Pero como decimos una cosa, debemos decir la otra: no todo consumo de sustancias psicoactivas constituye una adicción. En este caso, los pibes no tenían por qué ser adictos. Probablemente no lo fueran aunque usaran esas sustancias ocasionalmente. Se estaban recreando, en una fiesta, del modo que son esas fiestas... La utilización del término "consumo recreativo" no es buena, confunde.
Y en esta misma ola aparece la naturalización del consumo de drogas: no todo da lo mismo y no es lo mismo hablar de música o deporte que conversar sobre qué droga compramos en el boliche, que te ofrezcan la variedad y te cuenten "cómo te pega" una u otra. Es un aspecto que tenemos que acentuar y subrayar y resaltar: no es bueno que te drogues. Puede haber droga cara o barata, pero no buena o mala, porque más tarde o más temprano se cobra algunas vidas. Escuchamos y vemos a muchos consumidores de distintas sustancias (famosos algunos en sus facetas más humanas que mediáticas) que se asumen adictos que, en su viaje de vuelta, insisten en que la droga hace mal.
Los años de edad de los chicos fallecidos en Time Warp son 21, 22, 23, 25 y 26. Se llamaban Nicolás, Francisco, Bruno, Martín y Andrés. Los años de edad de Micaela, Nicolás y Leandro, que están iniciando su rehabilitación motora después de haber estado internados 17 días en terapia intensiva, son 20, 23 y 19. Consigno estos datos porque son nuestros chicos los que están ahí, los que se ponen en la boca del lobo, en la noche más triste y más fría; son ellos los que se rifan, ellos y sólo ellos con sus vidas.
No los dejemos solos.
Sacerdote católico, párroco de San Juan Bosco en villa La Carcova, José León Suárez, coordinador de la Comisión Nacional de Drogadependencia de la Conferencia Episcopal Argentina