Philip Roth: el escritor retirado que nunca se fue
La reedición de cuatro de sus cinco últimas novelas breves en un solo volumen (Las némesis, de Random House) permite volver a uno de los autores clave de la literatura norteamericana del siglo XX, que en 2012, a los 79 años, anunció que dejaba de escribir
En octubre de 2012, Philip Roth anunció en una entrevista con la revista francesa Les Inrocks que había abandonado la escritura definitivamente. Basta, dijo. De escribir ficción, de leer ficción, hasta de pensar en la ficción. Némesis, publicada en 2010, sería su última novela. Aunque fue una sorpresa, no quedará en la historia de las letras como uno de los enigmáticos o trágicos abandonos de la vocación literaria, como fue el del italiano Cesare Pavese, que a los 41 años escribió en su diario "no escribo más" y se suicidó, o el del poeta francés Arthur Rimbaud, que tras escribir en su adolescencia algunos de los mejores poemas de la historia, se fue a Etiopía a vivir una vida de comerciante parecida a la de Mr Kurtz, el temible personaje de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. No. Némesis era su novela número 27, sumada a dos autobiografías y varios volúmenes de cuentos y crítica, por los cuales ha ganado todos los premios literarios posibles, menos el Nobel. Que Roth, a los 79 años, hubiera dicho basta fue más gracioso que heroico.
Lo que sí ha sido heroico, sin embargo, es la producción literaria de Roth en las últimas décadas de su vida. Sus seis novelas más recientes fueron publicadas después de sus 70 años. Y no son seis libros más, escritos por vanidad o por no querer abandonar el escenario literario, sino obras tan contundentes y coherentes como cualquiera de las que escribió hasta ese momento, comenzando con su primera nouvelle, Goodbye, Columbus, publicada en 1959 cuando el autor de Nueva Jersey tenía 26 años.
En esa ya famosa entrevista parisina, Roth dijo: "Cuando cumplí 74 volví a leer a todos mis autores favoritos: Dostoievski, Conrad, Turguénev, Hemingway. Y después, cuando terminé, decidí volver a leer todos mis libros, comenzando por el final con Némesis. Quería ver si había perdido el tiempo escribiendo. Al final de su vida el boxeador Joe Louis dijo: «Hice lo mejor que pude con lo que tenía». Es exactamente lo que diría de mi trabajo: hice lo mejor que pude con lo que tenía".
Suena modesto, hasta que recordamos que Joe Louis fue uno de los mejores –sino el mejor– peso pesado en la historia del boxeo. Y, además, que Roth decidió medirse contra un puñado de los mejores novelistas de la literatura.
Para los lectores que quieren comenzar a leer a este peso pesado de las letras contemporáneas estadounidenses, o los que quieren volver a su obra, se presenta una perfecta oportunidad con Las némesis, que Random House publica este mes. Consiste en cuatro de las últimas cinco novelas de Roth: Everyman (2006) traducida como Elegía; Indignation (2008) traducida, correctamente, como Indignación; The Humbling (2009), llamada en castellano, erróneamente, La humillación, y Nemesis (2010). De las novelas de la última etapa de Roth solamente falta Exit Ghost (2007), omitida porque es el último volumen de una saga, que incluye otros nueve libros, sobre el álter ego ficcional de Roth, Nathan Zuckerman.
Por separado, cada uno de estos libros está entre las mejores novelas que se han publicado en esta última década. Más allá de que las novelas se hablan entre sí, leerlas juntas ofrece la posibilidad de experimentar el abrumador talento de Roth y ver cómo crea variaciones sobre sus obsesiones centrales: el terror a la muerte; el sexo y el erotismo como impulsos vitales, pero también como grandes disyuntores de la vida matrimonial; la incapacidad de un ateo convencido de dejar de pensar en Dios o de participar en los rituales de las religiones organizadas; la identidad cultural de los judíos en Estados Unidos; la nostalgia de la infancia en Nueva Jersey; la gratitud –y la culpa– hacia los padres; la ingratitud –o gratitud– de los hijos; la tortura de vivir en un cuerpo enfermo; la amenaza de la locura; la tentación del suicidio.
Paraísos perdidos
Everyman (el nombre, también, de una alegoría moral teatral inglesa del siglo XV) comienza con un funeral en un histórico cementerio judío a maltraer cerca de una autopista de Nueva Jersey. La novela cuenta la vida de este "everyman", u hombre tipo, que nunca es nombrado: sus tres matrimonios, sus aventuras sexuales, su niñez trabajando en la joyería del padre en un pueblo de Nueva Jersey; sus tribulaciones médicas (sufre varias operaciones en el corazón); la sospecha de que malgastó su vida (siempre quiso ser pintor; sus hijos lo odian); sus contemplaciones sobre la tragedia de envejecer ("¡Díos mio!, pensó. ¡El hombre que una vez fui! ¡La vida que me rodeaba! ¡La fuerza que poseía!")
Indignación trata sobre un chico de 19 años que, tras un año de universidad en su pueblo natal –en Nueva Jersey–, se pasa a un college bucólico pero ultraconservador en el centro de Ohio. El motivo es escaparse de su padre, un carnicero, que se ha puesto opresivo y paranoico, sospechando que su hijo va por mal camino, aunque eso sea lo más lejos de la verdad. El año es 1951 y Estados Unidos está en la mitad de la guerra con Corea. Marcus Messner, siempre buen alumno, buen hijo, buen trabajador, se derrumba física y psicológicamente en Winesburg College (una institución ficcional). Con asombro, descubrimos muy pronto en la novela que es su monólogo desde la muerte. No sabe si está en el limbo, en el infierno o en la eternidad misma. Como en el caso de Everyman, esta novela invoca un clásico: la colección de cuentos Winesburg, Ohio (1919) de Sherwood Anderson, que retrata las desesperaciones reprimidas de los ciudadanos de un pueblito calmo y aparentemente perfecto.
La humillación cuenta los últimos meses de la vida de un gran actor de cine y teatro, de 65 años, que de un día para otro ha perdido de manera total su capacidad de subir a un escenario. Este fracaso involuntario lo acerca a la locura y al suicidio, postergado por un affaire con la hija de unos amigos de toda la vida, quien además es (o fue) lesbiana. El título original, The Humbling, hace un verbo de la palabra "humilde" y no tiene traducción al castellano. Esta brevísima novela, de unas 125 páginas, explora la tragedia personal que significa para un artista perder su talento.
La última novela del volumen, y de la carrera de Roth –Némesis– es, a su manera, comparable con La peste de Albert Camus. Está situada en la ciudad de Newark, Nueva Jersey (siempre Nueva Jersey), en el verano de 1944, en plena erupción de una epidemia de polio. El protagonista es un joven profesor de gimnasia, de 23 años, a cargo de los interminables juegos de béisbol de los chicos del barrio. Mientras que mueren sus alumnos de un día para otro –o terminan conectados en pulmones de acero en los hospitales desbordados–, Bucky Cantor es obligado cuestionarse todos sus valores y sus creencias.
Dentro de todas estas novelas están la niñez como un paraíso perdido, el sexo como el gran antídoto al pánico existencial provocado por la muerte (pero que, a su vez, crea otras destructivas angustias existenciales), y la muerte como nada más que la cruel anulación de cualquier felicidad y placer que se pudo experimentar como ser humano.
Pero hay un misterio –o un trabajo novelístico– más amplio en estas cuatro novelas y el título colectivo –Las némesis– anuncia cuál es. Primero, una palabra sobre ese título. Desde 1982 existe en Estados Unidos una editorial sin fines de lucro llamada Library of America. Su misión es publicar las obras canónicas del país, tanto textos literarios como, en algunos casos, periodismo o documentos clave de su historia. Philip Roth fue el primer autor vivo en ser incluido en ese catálogo (ahora se encuentran dos más: los poetas John Ashbery y W.S. Merwin). Para el último volumen de la colección dedicada a las obras completas de Roth (que en total son nueve), el mismo autor eligió estas cuatro novelas y, además, tituló la tetralogía Las némesis.
En un video que se puede encontrar en un sitio llamado Web of Stories, Roth dice: "Lo que todas las novelas tienen en común es que muestran un tipo fuerte –joven o viejo– que termina siendo destruido por algún cataclismo… Me di cuenta después de escribir la última de que cada personaje se enfrenta con su némesis. Eso que lo está persiguiendo y de lo cual no puede escapar".
Queda preguntar: ¿cuál es la némesis de Roth? Quizás es el premio Nobel. ¿O será la escritura misma? La manía de tener que escribir. Al declarar su abandono de la literatura, Roth pegó un post-it sobre la pantalla de su computadora con la frase: "La lucha con la escritura ha terminado". Suena humilde. Pero no nos olvidemos su última palabra publicada, el adjetivo que cierra Némesis: "invencible".