Peronistas y liberales, ¿juntos cómo en los 90 pero al revés?
“Tanto la Presidencia Provisional del Senado como la Presidencia de la Cámara de Diputados le corresponden a un o a una representante de La Libertad Avanza”, comunicó a través de su cuenta de X la saliente vicepresidenta de la Nación, Cristina Kirchner, abortando así la posibilidad de que su espacio -el kirchnerismo leal, no todo el peronismo- se quede con los cargos para presidir las cámaras que siguen ni más ni menos que la línea sucesoria del orden institucional.
Cristina entiende muy bien el entramado mapa político al que se enfrenta el presidente electo, Javier Milei, y las dificultades que encontrará para conseguir las mayorías parlamentarias que le permitan obtener el quorum para sancionar las normas que generen las reformas necesarias para darle viabilidad a su proyecto de gobierno. El presidente electo dijo que convocará a sesiones extraordinarias para tratar profundas reformas, si no consigue al menos quorum para tratarlas debutaría en el ejercicio del poder con una derrota y eso es algo que no puede permitirse. Los libertarios tienen dos caminos, o se asocian al macrismo y desde allí unen lazos con el resto de los legisladores de Juntos por el Cambio, o fortalecen a un sector del peronismo y lo suman como aliado para que abra puertas con los gobernadores. Ninguna de estas opciones le sirve al kirchnerismo y Cristina lo sabe. Ante la posibilidad de que desde el poder se ordene y se fortalezca una fuerza no peronista o un sector del peronismo no K, prefiere que los libertarios se la jueguen solos, por los suyos, y que no contenten a ningún sector de la oposición.
La Libertad Avanza solo cuenta con 37 diputados nacionales y 7 senadores, y asume con un espaldarazo importante del 55,6% obtenido en el balotaje, pero aún así tampoco suma gobernadores e intendentes en su espacio. Un caso inédito en la política local. Los diputados libertarios electos manifestaron que quieren que sea uno de ellos quien presida la Cámara baja, y podrían lograrlo, pero tanto el presidente Milei como sus espadas políticas, Nicolás Posse y Guillermo Francos, saben que presidir las cámaras no significa acercarse a la mitad más uno de los legisladores necesarios para que el Congreso funcione. Por esa razón comenzaron los acercamientos al sector del Pro liderados por Mauricio Macri, que lo acompañó y sin dudas fue fundamental para que Milei obtuviera un triunfo resonante en las urnas.
Macri puso en la cancha y vistió de candidato a presidir Diputados a Cristian Ritondo, algo que no convence a Francos, hombre históricamente más ligado al peronismo. De hecho, ocupaba un cargo en el BID en representación del actual gobierno cuando fue convocado por Milei. Francos cree que hay que asociarse a una parte del peronismo, para eso propuso que su hombre sea Florencio Randazzo en la Cámara de Diputados y hasta se pensó en la senadora Alejandra Vigo, esposa del gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, para presidir el Senado, aunque esto último sea más complicado. Recomponer al peronismo fortaleciendo al sector federal como aliados al gobierno libertario parece ser la estrategia pergeñada por el ala política libertaria, señales ya tuvimos, a la confirmación de Osvaldo Giordano al frente de la Anses, dejando afuera a Carolina Píparo, se suman los posibles nombres de Franco Mogetta en Transporte y Daniel Tillard en Banco Nación, mientras se siguen barajando nombres, tomando al gobierno de Córdoba como semillero de posibles funcionarios nacionales.
La sola posibilidad de que Florencio Randazzo sea presidente de la Cámara de Diputados enoja, y mucho, al expresidente Mauricio Macri. Casualmente encuentra en esa posibilidad una coincidencia con Cristina Kirchner, por distintas razones ninguno de los dos quiere esa opción. Si bien alrededor suyo todos aclaran que Macri se niega a “porotear” el gabinete de Milei, algunos cargos estratégicos otorgarían un poder necesario para sostener su liderazgo. De ser así, que finalmente Milei juegue con Randazzo, Macri no aprobaría el ingreso de ningún hombre suyo al gabinete de Milei, y hasta se puso en duda que Patricia Bullrich sea ministra de Seguridad. Bullrich mantiene un silencio respetuoso al respecto, no confirmó ni desmintió su arribo a Seguridad, pero algunas voces macristas dicen que el hecho de aceptar el cargo de manera inconsulta le generó un distanciamiento frío con Macri, quien, tras su regreso de Qatar y con la mente puesta en las elecciones en Boca Juniors, se debe una conversación con el presidente electo para saldar estos temas. En estas horas, aunque todo puede cambiar después de esa charla, todo indica que prevalecerá la idea de que LLA se acerque al peronismo.
Ya no sirve definir entre peronismo K o no K, salvo aquellos con mucha sobreexposición, el resto, sobre todos lo que tienen que gobernar provincias y municipios, serán tentados como aliados por el flamante oficialismo. La idea de garantizar gobernabilidad va a primar en el seno del gobierno libertario, y en ese sentido, muchos se sienten más cómodos con el peronismo que con otras fuerzas: “Nosotros no tenemos nada que ver con la socialdemocracia que propone el radicalismo” aseguran convencidos, un rechazo firme que no se vislumbra cuando se refieren al peronismo, caracterizado como mucho más pragmático.
Esta semana hubo una demostración de intenciones: Guillermo Francos acudió al edificio del Banco Provincia, convocado por los gobernadores peronistas, preocupados por la pérdida de ingresos por el impacto de la eliminación del impuesto a las ganancias en las arcas provinciales y el “compre sin IVA”. Curioso porque estas medidas tuvieron todo el apoyo de esos gobernadores como parte del “Plan platita” de Sergio Massa. Fue por eso que el presidente electo fue directo al hueso con este tema: “corten gastos y paguen, el equilibrio fiscal no se negocia”, aseguró. En cambio, Francos dijo que juntos iban a encontrar una solución y matizó el final de la obra pública (otras de las preocupaciones provinciales) anunciado por Milei días atrás. En cambio, el futuro ministro del Interior no pasó ni a saludar por el Club Hípico donde se reunieron los 10 gobernadores de Juntos por el Cambio, con las mismas preocupaciones que sus colegas peronistas, con la diferencia de que ellos advirtieron sobre esta situación creada en pos de favorecer irresponsablemente la candidatura de Massa. “Nosotros garantizamos la gobernabilidad, no somos desestabilizadores, pero no tenemos que cogobernar” aclararon algunos gobernadores y dirigentes de Juntos allí presentes.
Peronistas y liberales en los 90 ya convivieron, en ese entonces el peronismo de la mano de Carlos Menem sumó a la Ucedé a su gobierno y conformaron una alianza política liberal muy fuerte. Hoy podría darse al revés, algunos libertarios sueñan con la pata peronista para garantizar gobernabilidad y contención a las protestas que seguramente ganarán la calle en los próximos meses. En aquel acuerdo hubo un solo ganador: el peronismo. La Ucedé se fue diluyendo después de esa experiencia, muchos de sus cuadros más jóvenes fueron absorbidos por el PJ e hicieron carrera en ese espacio: Amado Boudou y Sergio Massa son un claro ejemplo de eso. María Julia Alsogaray, icónica funcionaria menemista, fue una excepción, porque fue una de las pocas que pagó con cárcel la corrupción menemista mientras otros salieron airosos. Nadie la defendió. A Boudou le pasó algo similar, nunca fue reconocido como peronista puro, salvo por los kirchneristas más radicalizados.
Si Milei y los suyos juegan esa carta deberán saber que el peronismo es un PacMan cuando tiene al poder en frente, si se le abre la puerta puede quedarse con todo, no pide permiso, amparado por la suerte de ser un partido al que sus electores le perdonan y olvidan todo muy rápido, siempre está dispuesto a volver al poder porque es su hábitat, su zona de confort. Nunca piensan en abandonarlo para siempre y para poder sostenerse cerca, todo vale, hasta volver a hacerse amigos de viejos aliados.