Peronismo, ¿incluirlo o confrontar?
El no peronismo y el peronismo acaban de confrontar en Chubut y, si bien el resultado podría considerarse un empate técnico, la pelea de Nacho Torres, candidato de la marca nacional Juntos por el Cambio, frente al despliegue de un infernal aparato clientelar, tiene un mayor valor porque la contienda fue de cancha inclinada.
Un triunfo que encierra claves, datos y un probable know how sobre escenario nacional. Torres, de 35 años y de origen peronista como Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, enfrentó con éxito 20 años de hegemonía justicialista, cuya estructura peleó con vitalidad, a pesar de las variables desastrosas que deja como herencia el gobierno de Mariano Arcioni, protegido de Sergio Massa.
En una jugada inteligente y sin mostrar alineamiento con ninguno de los dos candidatos de Juntos por el Cambio, Torres hizo una movida decisiva: logró sumar a su estructura al secretario general de los Petroleros Privados, Jorge “Loma” Ávila, histórico referente del peronismo provincial. Con esa inclusión logró achicar la diferencia que el aparato oficialista podría haberle sacado en Comodoro Rivadavia. Una nota al pie: a fines de los años 80 y en el arranque de los 90, Néstor y Cristina Kirchner, desde otra provincia petrolera, atesoraban a una pieza clave de su armado: Armando “Bombón” Mercado, marido de Alicia Kirchner, pero sobre todo el líder del Supe, sindicato petrolero en un territorio que, igual que Chubut, vive de esas reservas. Mercado fue un alimento esencial en el crecimiento del protokirchnerismo, en sus 15 años de hegemonía.
¿La tesis de Larreta, de ampliar e incluir a fragmentos del peronismo con ADN republicano, se comprueba en las elecciones de Chubut versus el paradigma bullrichista de confrontar? Difícil responder a esa pregunta. Horacio y Patricia difieren en el “cómo”, pero ese “cómo” es, nada menos, que la política. En la cosmovisión pública de la candidata de Pro quien se siente a dialogar perderá el tiempo; no hay cambio sin conflicto y, sobre todo, el poder no es una cuestión de “número” sino de ejercicio. Ella suele ejemplicar: “Kirchner ganó con el 23 % de los votos y tenía el poder”.
Pero no todo es como parece. Hace un mes, Patricia se reunió a cenar con un grupo de empresarios. Uno le preguntó cómo iba a hacer con el voto moderado, que suele definir la elección. Ella le respondió: “Esperame hasta el 13 de agosto”, dejando entrever que, si gana las PASO, su discurso se moderará. ¿Y su electorado duro la bancará? Todo es intriga. Lo que no es intriga son los signos de un indudable cambio de época. Un rápido paneo por el mapa electoral 2023 y sus proyecciones indica tres puntos clave: que el no peronismo va a gobernar Jujuy, San Luis, Corrientes, San Juan, Chubut. Que muy probablemente ganará en Mendoza, Ciudad de Buenos Aires y Santa Fe. Y que podría sumar Chaco, Entre Ríos y Buenos Aires (la última es la más difícil, pero no imposible). El consultor Lucas Romero, de Synopsis, lo explica: sumadas las tres últimas provincias, el no peronismo podría acceder al control de 11 territorios. Un dato inédito desde 1983.
Un dato fuerte que surge de las actuales elecciones y de las legislativas de 2021 –en las que el peronismo unido sacó menos del 35% de los votos– es el retroceso o la disminución de la efectividad del “aparato”, otro nuevo signo de época. En paralelo, en 40 años de democracia, también es inédito que una misma fuerza no peronista pueda ganar en más de 10 provincias. Synopsis hace otra proyección relevante, esta vez en la representación parlamentaria. Si el peronismo unido repite en la compulsa general otra elección por debajo del 35 % (la peor elección presidencial del PJ fue la de Scioli, con el 37%, pero en 2015 esa fuerza estaba dividida), su representación en Diputados podría caer por debajo de las 100 bancas.
La marca de esta nueva era que asoma es la autonomización de la ciudadanía. Una autonomización que incluye a los pobres, aunque algunos lugares comunes (y prejuiciosos) del análisis político presupongan que el pobre no piensa, es ignorante y manipulable. El acceso a internet en las villas del conurbano bonaerense, tal como lo argumenta, con datos, Carlos Pagni en El nudo, es un hecho novedoso y decisivo. El acceso a internet implica más información, manejo de opciones; libertad.
Las investigaciones del politólogo Isidoro Cheresky sobre nuevas formas de la política –apalancadas en la revolución tecnológica– revelan que los partidos políticos no volverán a ser lo que eran 20 o 50 años atrás; que las corporaciones pierden peso y que crecen ciudadanos de nuevo perfil, desapegados de los encuadramientos clásicos. Tal vez por eso son inasibles en las encuestas clásicas y los pronósticos fallan.
Los números, incontrastables, revelan los síntomas de un modelo fatigado. El aparato peronista, con insuficiente combustible, no logró movilizar en 2021 a su base electoral, que perdió casi 5 millones de votos (y 1.850.000 en la provincia de Buenos Aires), a manos del ausentismo. Y vuelve a suceder ahora, en las elecciones provinciales. Recrudece el ausentismo; retrocede el peronismo. Con adrenalina para los politizados, estamos parados en el umbral de las elecciones más inciertas y cruciales de la historia democrática.