Perón, Frondizi y la sociedad en desarrollo
Las condiciones económicas y sociales de nuestro país sufrieron un cambio importante a mediados de los 60, cuando los procesos económicos liderados por Perón y Frondizi fueron interrumpidos por golpes militares. Ambos líderes trabajaron por una sociedad en desarrollo (que dejaba de ser subdesarrollada al poner en marcha ese proceso). Nada de eso ocurre desde entonces.
Agotado nuestro crecimiento económico, ligado al modelo agroexportador , hubo que esperar hasta la Segunda Guerra Mundial para que se dieran condiciones favorables a una sustitución de importaciones que, luego de algunos errores y a partir de cambios introducidos por el mismo Perón, permitió encarar los desafíos del desarrollo económico. Proceso que, interrumpido por el golpe de 1955, pero apoyado en acuerdos políticos, toma nuevo impulso con Arturo Frondizi. Se logra así una sociedad con empleo, buenos ingresos y movilidad social, hasta mediados de los 60, cuando los militares vuelven a intervenir.
Remes Lenicov resume así los cambios introducidos por Perón en 1952: “Advertida la crisis y sus causas, el gobierno decidió un cambio estratégico... Las consignas fueron: incrementar la producción, austeridad en el consumo, fomento del ahorro, mayor productividad. Los salarios aumentaron por inflación hasta el pacto y, luego, se congelaron; se enfatizó la disciplina laboral y el presentismo...se sancionó la Ley 14.222/52 de Inversiones Extranjeras, las que se consideraban necesarias tanto por el aporte de capital, como de tecnología. Seis meses después la economía crecía al 6 %, aumentaron los salarios reales y la inflación bajó del 40 % en 1952 al 4 % entre 1953 y 1954”.
En cuanto a Frondizi, basta releer su “Estrategia y Táctica del Movimiento Nacional” para comprobar su compromiso y su pasión por una sociedad desarrollada, a la que caracteriza por “su movilidad social, sus estilos de educación, su sistema de valoraciones…positivas del trabajo, del cambio…” y su “reclamo por una política de desarrollo económico… como condición indispensable para dar satisfacción a las otras dimensiones del hecho nacional”.
Desde entonces nuestra clase política omitió comprometerse con esos objetivos, salvo el intento de Menem con su revolución productiva, que mostró logros en su primer mandato pero que se diluyera durante el segundo por actos de corrupción, frivolidad y crisis internacionales. El radicalismo se dejó ganar por la euforia de recuperar la democracia, y pensó que con esta “se comía” y se resolvían no sólo los problemas institucionales sino también los referidos a las condiciones materiales de existencia. En tanto, el peronismo perdió el rumbo y entregó el partido a un kirchnerismo con fuerte influencia de La Cámpora, que combate el desarrollo económico al perseguir a la empresa privada y tomando de rehenes electorales a los desocupados. De ahí los niveles de desempleo, informalidad laboral y una pobreza cercana al 50 %, junto al crecimiento exponencial de los que viven de la “ayuda” del Estado. Esto junto a un creciente nivel de corrupción en el uso de los recursos del Estado, acompañado de enormes e injustificados incrementos del gasto de la política en beneficio de los actores de todas las fuerzas; los que si bien no constituirían, jurídicamente, actos de corrupción, son sin dudas abusos de poder de la clase política en general.
Frente a un escenario tan complejo se reclama diálogo y acuerdos, los que deberían traducirse en la construcción de una alianza amplia que incorpore a todos los que se comprometan con un desarrollo económico que combata a la pobreza con la creación de empleo genuino; dentro de un proceso democrático republicano. A lo que habría que agregar la figura de líderes con carisma capaz de dar confianza a las mayorías populares respecto de que eso es lo que hay que hacer. Aún el Pacto de la Moncloa necesitó de un Felipe González para realizar lo que ese pacto facilitaba.
Sociólogo