¡Perón, Evita, la patria mileísta!
El presidente Javier Milei lanzó anteayer su candidatura a la reelección con el acto en Berisso encabezado por el gobernador Axel Kicillof.
Así como suena: no estoy desvariando, tampoco se trata de un algoritmo desprogramado que tira disparates. Javi siguió por TV en Olivos el amontonamiento peroncho y el discursete de Kichi, y avisó al personal de cocina que esa noche no iba a comer: estaba plenamente satisfecho. Todos trabajando para él. Detrás del gobernador, Magario, Espinoza, Pablo Moyano, Larroque, Ferraresi, Yaski, Baradel… No sé si mostrar a Baradel sigue siendo una opción. Insaurralde mandó saludos –irónicos, se supone– desde “algún lugar del mar Egeo”. Decenas de bondis, por supuesto, porque para un peronista no hay nada mejor que un puntero peronista facilitándole el traslado a un acto peronista. Gobernando, bueno, ya los conocemos, pero estas movidas las organizan bien. Tan bien que Santi Caputo puso una franquicia en Parque Lezama, buenísima. Kichi arriba del escenario finge peronismo y el Presi finge locura, pero el Presi es mucho mejor intérprete.
Al gobernador le pidieron que no se concentrara en el mensaje, sino en evitar furcios; “haiga” y “pudió”, entre otros, son puñales que siguen lastimando. En las redacciones se rompieron la cabeza para encontrarle un título a su perorata: no rompió lanzas con Cristina, no anunció su candidatura, no cambió la música, no lo mandó a Máximo a jugar con la Play… Súper genuino: nada. Por esas horas, Cris, encantadora con su outfit bandera argentina, visitaba la Universidad de Avellaneda; aunque desprovista del rumor de multitud, perfecta locación: un ámbito académico para conmemorar el 17 de octubre de 1945, cuna de la preferencia de alpargatas sobre libros. La Cámpora festejó el Día de la Lealtad en la Federación Argentina de Box, y los seguidores de Guille Moreno, boxeándose en la plaza Perón. Entrevistado ahí mismo, declaró: “¡Un escándalo! ¡Imperdonable! Empezaron a pegarse sin esperarme”.
La pulseada entre Cris y Kichi para ver quién tiene la voz de mando en el principal espacio opositor (o quién tiene la lapicera para hacer las listas del año que viene, diría Pagni) no deja de ser simpática. Ninguno de los dos soportaría una cámara Gesell sobre su fe peroncha; “pejotista” era el peor insulto de Cris a Néstor, y a Kichi de joven –cuando leía a Marx y a Lenin– le gustaba hablar de “la enfermedad infantil del peronismo”. ¿Son dos infiltrados que se proponen aniquilarlo? No me dejen afuera. Ella sin ninguna duda está pensando en que no se le puede insubordinar este chiquito salido de sus manos, que hasta hace un rato le pedía upa; y él, cuando se reunieron el martes, escupió el chupete para que quedara claro que está más crecido. La perspectiva vendría a ser esta: si se dividen salen los dos perdiendo, y cuando se juntaron perdió el país. Como acaba de decir Milei, dejaron una deuda, por la expropiación de YPF, los intereses con el Club de París y la manipulación de datos del Indec, de 41.000 millones de dólares; es una cuenta de Javi: puede estar errando por 10.000 o 20.000 millones, pero igual es una bocha de guita. “No tengan miedo: esto lo hemos pensado muy bien”, dijo Kichi, siendo ministro de Economía, al anunciar una de esas genialidades. Pienso, luego endeudo.
El gobernador riojano, Ricardo Quintela, Richi, candidato pichi de Kichi para disputarle a Cris la jefatura del PJ, hace su aporte de frescura. La provincia lleva más de un mes sin clases por un paro docente, se largaron a imprimir cuasimoneda y la justicia norteamericana lo está intimando por defaultear un bono en dólares que emitió hace siete años. Con esos pergaminos se le planta a la gran jefa: “Correte., Cristina. Yo soy la cara de la renovación del PJ”. A la cabeza de un gobierno cruzado por denuncias de coimas y malversación de fondos, Richi dijo esta semana en una entrevista radial: “Kicillof es uno de los pocos que no está manchado por la corrupción”. Que se termine bajando, después de pasar por caja, no le quita arrojo a su emprendimiento. La casta puede tener mil defectos, pero sigue produciendo Quintelas.
Un taquillero tour peronista de Vicky Villarruel la llevó a visitar en Madrid a Isabelita y en el Vaticano al Papa. Anóntele por favor en su haber la hora entera que le dedicó Francisco, un Francisco risueño y dicharachero, nada que ver con aquel que recibió de mala gana a Macri y al ratito lo despachó. Y anoten, además, que donde había un busto de Néstor, en el Senado, ahora hay uno de Isabelita, por iniciativa de Vicky; chica inquieta, la vice: pregunta qué va a hacer Milei para hacer lo contrario. Aunque la viuda de Perón, hoy una gran señora, fue un desastre como presidenta, si sirvió para empujarlo a Néstor ya me robó el corazón. Canten conmigo: ¡Perón, Isabel, la patria de Villarruel!
Mejor, no cantemos nada. A ver si vuelven.