Pelota pinchada
Sin querer, el promocionado casamiento de Lionel Messi con Antonella Roccuzzo hace poco más de un mes, terminó convirtiéndose en un impensado laboratorio social, que arroja interesantes resultados dignos de ser analizados por un simposio de economistas... o de sociólogos.
El primero es que no por mucho dinero que se acumule en una cuenta bancaria cede en algunas personas la pulsión por el regateo. Así, al menos, se comprobó en este caso, cuando se supo que se desplazaba a una conocida organizadora de fiestas y el hotel donde iban a celebrar en busca de precios más bajos. A eso se agregaron canjes de distinto tipo que abarataron aún más el ágape que tuvo repercusión mundial.
Algunos calcularon que los cracks invitados a la fiesta, que llegaron a Rosario en sus jets privados, sumaban entre todos un valor cercano a los 2500 millones de dólares.
Messi y su mujer pidieron como regalo a sus amigos que donaran lo que quisieran a Techo, la organización que trabaja para mejorar las condiciones de hábitat de los que menos tienen. Trascendió que el dinero donado por los 260 invitados ascendería apenas a $ 200.000, es decir menos de US$ 43 por cabeza. Es que, como bien dice un remanido dicho, el ahorro es la base de la fortuna.