Paula Español, la administradora del cepo importador que Kicillof mira con recelo
Subsecretaria de Comercio Exterior, tiene la confianza de lo más alto del poder K, pero arrastra diferencias con el ministro
Es la nueva administradora del cepo importador. Desde diciembre de 2013, Paula Español, de 38 años, se desempeña como subsecretaria de Comercio Exterior, y tiene a su cargo firmar las declaraciones juradas (las famosas DJAI) que debe presentar todo aquel que quiera ingresar un bien en la Argentina. Su superior inmediato es el heredero de Guillermo Moreno, Augusto Costa, que a diferencia de ella tiene un vínculo cercano con el ministro de Economía y jefe de ambos, Axel Kicillof. De hecho, Costa es hoy su mayor amigo y aliado en el equipo económico: con ella se conocen desde las aulas del Colegio Nacional de Buenos Aires.
La joven economista de grandes anteojos y sonrisa ancha ingresó en la administración pública de la mano de Iván Heyn, quien junto a Kicillof era otro de los referentes de Tontos pero no Tanto (TNT), la agrupación universitaria que en 2001 le quitó a Franja Morada el liderazgo juvenil en la UBA y se convirtió en el principal semillero de cuadros del actual jefe del Palacio de Hacienda. Pero Heyn ingresó en el kirchnerismo antes que su compañero de facultad, fue asesor ministerial durante la gestión de Néstor Kirchner y llegó a ser secretario de Industria de Carlos Fernández, el ministro "mudo" que eligió Cristina Kirchner luego del conflicto con el campo. Desde ese lugar, Heyn le facilitó a Español el ingreso en el Centro de Estudios para la Producción, organismo que dependía de la cartera industrial.
El desembarco de Axel fue diferente. Fue convocado por Mariano Recalde (su amigo desde el Buenos Aires) para hacerse cargo del manejo financiero de Aerolíneas. Además, en cada paso que dio en el Gobierno, siempre eligió rodearse de aquellos que trabajaron junto a él en el Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (Cenda). De hecho, casi todos los secretarios de su actual gabinete provienen de sus filas. Esta diferencia de recorridos creó una mezcla de rivalidad y distancia entre Heyn y Kicillof, marcada también por diferentes posturas políticas sobre qué hacer en la economía. Y en esta pulseada, Español se mantuvo más cerca de Heyn, con quien motorizó la Asociación de Economía para el Estudio de la Argentina (AEDA), un centro de pensamiento ligado al kirchnerismo, del que hoy ella sigue siendo su vicepresidenta primera.
Tan fuerte era el vínculo que unía a Español y Heyn que nadie se sorprendió cuando fue propuesta para reemplazarlo luego de su trágica muerte en Montevideo, en el transcurso de una cumbre del Mercosur, en diciembre de 2011. Su promoción a la Subsecretaría de Comercio Exterior, como segunda de Beatriz Paglieri, fue vista como uno de los primeros avances de La Cámpora sobre una estructura comandada por Moreno. Ese paso fue un reflejo de la confianza que Máximo Kirchner había depositado en Heyn, y que ella logró retener. Aunque también ayudaron sus propios pergaminos: está doctorada en Economía en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París y es reconocida por sus pares como una muy bien formada "economista industrialista". Pero, sobre todo, es hija de crianza del socio fundador y actual gerente general del diario Página 12, Hugo Soriani.
Protegida desde arriba
Español nunca dio detalles sobre su pasado personal. Sólo comentó, en declaraciones periodísticas, que su familia (su madre Laura y el mayor de sus hermanos varones) tuvo que irse del país justo cuando ella nació, en pleno inicio de la dictadura militar, y que vivió el exilio en Italia y Nicaragua. "Soriani, en los 70, era un militante del ERP, conocido como «el Biafra». Este antecedente le ha facilitado a ella cierta independencia política dentro del oficialismo. Los Axel boys la rodean en las reuniones con empresarios importantes, nunca la dejan sola, pero nadie se mete con ella. Está protegida desde arriba. Soriani, de hecho, tiene diálogo directo con la Presidenta", explica un conocedor de las internas del kirchnerismo.
Esa estrella especial, sin embargo, no la blindó de Moreno. Paula duró sólo cinco meses en el cargo. El secretario de Comercio Interior la tildaba de "ineficiente" y ella alegaba que era imposible hacer una tarea racional en ese ámbito. Resultado: tuvo que dejar su oficina. Su nuevo destino, en julio de 2012, fue la gerencia financiera de Cammesa (administradora del mercado eléctrico).
Quienes recuerdan su paso por esa dependencia aseguran que no lo vivió justamente como un ascenso. Pero es muy probable que esa experiencia le haya sido de utilidad cuando se planteó la oportunidad de ser la segunda candidata a senadora por la ciudad de Buenos Aires en las últimas elecciones legislativas. Paula Español festejó el nombramiento, aún sabiendo que iba a librar una batalla que jamás ganaría. Lo que no esperaba eran los embates de otros miembros del Frente para la Victoria porteño, que querían una postulante "más carismática", capaz de revertir la mala suerte histórica en este distrito de quien encabezaba la lista, Daniel Filmus.
"Paula tiene cierta pedantería camporista al hablar. Explica muy arriba. Es cierto que es hiperactiva, técnicamente muy capaz y buena para los debates, pero le falta calle", afirma un kirchnerista que la vio actuar en la campaña. También reconoció que cuando se estaban armando las listas ella "cayó con un paracaídas", pero al final nadie la resistió demasiado porque "la bancaban los chicos de Máximo".
Como se esperaba, no hubo victoria en la ciudad de Buenos Aires, pero sí la oportunidad de regresar a la gestión. Con los movimientos que ocasionó la salida de Moreno, resurgió la chance de ocupar un lugar más relevante. Axel ya era oficialmente el hombre fuerte del gabinete. Español se dispuso a trabajar para reafirmar el vínculo. En ocasión del V Congreso Anual de AEDA, en septiembre pasado, mientras Axel se sacaba fotos con algunos estudiantes, Paula soltó una frase que no pasó inadvertida: "Por fin vamos a tener un ministro de esta casa de estudios". A la indiscreción le siguió un afectuoso abrazo. Kicillof aún era viceministro, aunque en los círculos más íntimos de la Presidenta, su nombramiento era un hecho.
Hace apenas un mes, sorpresivamente, volvió a ser noticia cuando una versión la ubicó como candidata a ocupar la embajada en París, vacante desde la renuncia del economista Aldo Ferrer en abril pasado. Aseguran que a ella la entusiasmaba la posibilidad de un reconocimiento individual y dejar de soportar ciertos embates de Kicillof de los que se queja en privado. Pero el cambio no se dio: el lugar fue para una diplomática de carrera, María del Carmen Squeff.
Una fuente con acceso al mundo diplomático sugirió, como hipótesis, que Kicillof no alentó su designación porque sigue creyendo que Español "no le responde ciegamente", y porque temía que junto a su antecesor, Hernán Lorenzino (embajador ante la Unión Europea), pudieran "interferir en las negociaciones" con los acreedores del Club de París. Quienes descreen, en cambio, de que aún exista desconfianza entre Axel y Paula, aseguran que si desde Economía no estimularon su salida es porque no quisieron desprenderse de ella en un contexto todavía crítico para el comercio exterior. "Es un cuadro técnico que, además, está alineada de principio a fin con el proyecto. Y ya se sabe, no es ése un perfil que abunde entre los militantes de La Cámpora", apuntan.
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