PASO: la elección de Grabois condicionará la independencia de Massa
“Basta de política para políticos, nosotros tenemos propuestas” dice el slogan de campaña de Juan Grabois, precandidato a la presidencia en Unión por la Patria. Si bien hablar de “políticos” como algo ajeno, renunciando a su pertenencia colectiva, parece una marca registrada de Javier Milei cuando habla de la “casta”, el dirigente social se apunta en esa línea de diferenciación del resto, y lo hace dentro del peronismo, el partido que más veces gobernó en democracia el país. La participación de Juan Grabois como candidato hace relevante la primaria dentro del oficialismo. No porque Grabois tenga chances concretas de alzarse con un triunfo, está enfrentando a todo el aparato del PJ, la CGT, varias organizaciones sociales y a los gobernadores, sino por la cantidad de votos que pueda obtener el domingo, que de algún modo condicionará el futuro de la coalición oficialista.
En Unión por la Patria manejan un número esperanzador: alcanzar el 30% de los votos, saben que con ese porcentaje salvan la ropa en una elección donde el candidato es el ministro de Economía que en su gestión, que ya cumplió un año, tiene una inflación acumulada por encima del 120%, con una caída de la actividad económica y con un desorden monumental en la política cambiaria, que no puede evitar la corrida del dólar y sus efectos nocivos en la economía diaria de los argentinos. Además, deben representar al gobierno que, para muchos argentinos, la mayoría según los sondeos de opinión, es el peor gobierno desde el retorno de la democracia, al punto que el presidente Alberto Fernández se tiene que mantener al margen de la campaña desde que se designaron los candidatos, incluso con una gira mundial planeada para no tener que estar presente en tramos sensibles de la previa a la elección general. Al mejor estilo de Los Chalchaleros, Fernández planea su gira de despedida viajando de aquí a diciembre a China, India, Chile, Nueva York y Sudáfrica. Insólito que un presidente con un mandato de 48 meses de duración dedique 9 meses a estar ausente de la gestión y de las grandes decisiones. Prácticamente está inaugurando una figura nueva para la historia política argentina: se convirtió en un “expresidente en ejercicio”.
La vicepresidenta tampoco le pone el cuerpo a la campaña y parece estar absorbida, como lo estuvo estos últimos años, en trabajar temas judiciales, sobre todo los que le competen a ella en sus causas por corrupción. A pesar de los graves problemas que atraviesa el país, ella solo mostró preocupación por la continuidad de la jueza Ana María Figueroa, presidenta de la Cámara de Casación Penal, que ayer cumplió 75 años y, de acuerdo a la norma, debería jubilarse. Figueroa, junto a los jueces Diego Barroetaveña y Daniel Petrone, tiene para resolver la suerte de tres causas sensibles y de particular interés para Cristina Kirchner, principalmente deberá decidir si se debe o no hacer el juicio oral de Los Sauces-Hotesur, donde está acusada junto a sus hijos; pero también decidir si debe realizarse el juicio por la denuncia del fiscal Alberto Nisman por el Memorándum con Irán, donde también está acusada junto a Carlos Zannini y el viceministro de Justicia Juan Martín Mena. Figueroa es “cercana”, y se convirtió en la obsesión de Cristina estos últimos meses donde ya fracasó con dos intentos para conseguir quórum en el Senado que le permitan un acuerdo para extender sus funciones.
Con Alberto y Cristina atendiendo su juego, Sergio Massa se siente ya dueño del gobierno y obra en consecuencia a pesar de que el escenario no le resulta favorable, pero el peronismo siempre fue competitivo, por eso muchos confían en hacer una elección aceptable que les permita tener esperanzas de ingresar al balotaje en octubre, para ello sí o sí deberían estar cerca de ese piso del 30%. El tema es cómo lo consiguen, y ahí es donde comienza a tomar relevancia la figura y los votos que consiga Juan Grabois, porque si la elección marca que Massa obtiene 25 de esos 30 puntos porcentuales y Grabois 5, tendrá luz verde para manejar la agenda económica desde el 14 de agosto hasta las elecciones de octubre. Pero si Grabois hace una elección cercana a los dos dígitos, y aleja a Massa de esos 30 puntos, la política del oficialismo quedará condicionada por el núcleo duro del kirchnerismo. Es un secreto a voces que muchos dirigentes de La Cámpora y algunos intendentes prometen cuidar la boleta de Grabois, repartirla y hasta mover votos en sus distritos, incluso promoviendo el corte de boleta, para dejar una señal fuerte de disconformidad con quien se metió de prepo en una candidatura que no los representa y les cuesta defender. De hecho, las diferencias ideológicas y de propuestas de gobierno entre Massa y Grabois son tan notables que cuesta entender cómo pueden competir en un mismo espacio político, lo sabe el dirigente social que afirmó varias veces en la campaña: “Cristina me va a votar a mí, Sergio Massa es el plan A del círculo rojo”, poniendo a su adversario en las antípodas de su pensamiento y abrazándose a la líder.
Este domingo, sin dudas, Sergio Massa triunfará en las primarias oficialistas y quedará designado como candidato del peronismo, pero sabe que unir las fuerzas ameritará una negociación interna que dependerá del resultado que obtenga su contrincante. Es bien claro que si Grabois el domingo se queda con un cuarto de los votos de Unión por la Patria, no se quedará callado en cuanto a las importantes decisiones que el candidato Massa deba tomar como ministro de Economía, sobre todo las que tengan que ver con el FMI, antes del 22 de octubre. Y ya tenemos esa experiencia fresca como para anticiparnos a lo que viene que nos deja caer una pregunta pasada de maduración: ¿Por qué Cristina, La Cámpora y el kirchnerismo duro tratarían distinto a Massa de cómo lo trataron a Alberto Fernández?
El resultado lo conocemos: Cristina y el kirchnerismo suelen ser perversos a la hora de imponer sus pretensiones, incluso, poniendo en riesgo la institucionalidad y el rumbo de su propio gobierno, basta recordar lo sucedido los días posteriores a las PASO de 2021. Se sabe que toda actitud perversa necesita de un receptor sumiso para ejecutarse con éxito. Con Alberto les resultó, con Sergio Massa probarán. En definitiva, Cristina ganará en los dos escenarios, si Massa triunfa cómodo, ella aprobó su candidatura y si Grabois hace una buena elección, será una señal de que sus ideas aún tienen carne en su electorado.
Mientras tanto, el ministro candidato, con una gestión económica que en otro momento sería tildada de rotundo fracaso, no solo intentará revertir ese resultado de gestión sino que, además, el domingo deberá sortear por bastante diferencia un obstáculo llamado Juan Grabois, para evitar que quede condicionado su grado de independencia en la antesala de, quizás, los meses más importantes que vivirá la economía del país de las últimas décadas.