Pasión por la innovación como motor para exportar conocimiento
La exportación de conocimiento siempre ha sido una ambición. Para los profesionales de las tecnologías de la información que se desempeñan en empresas o de manera freelance, se visualiza como la apertura a múltiples oportunidades de negocios que se abren en el exterior, la posibilidad de ganar experiencia afuera, el atractivo de obtener ingresos en otra moneda e inclusive como la chance de posicionarse mejor en el país de origen.
Sin dudas, la globalización del conocimiento ha tomado lugar en la escena laboral y la pandemia ha potenciado este panorama. Sin embargo, aspectos como el cambio cultural, la forma de hacer negocios y las necesidades de los potenciales clientes resultan desafíos que deben considerarse a la hora de proyectar hacia otras fronteras.
Hoy en día, la transformación digital atraviesa prácticamente todos los ámbitos de la vida, aquí y a escala global, y los últimos dos años venimos transitando una aceleración de este proceso. Paralelamente se produce una tendencia creciente: la venta de conocimiento a otros países. Los números ponen en evidencia este mundo floreciente. Según datos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, la Argentina lidera la lista de países que comercializan software y productos informáticos al extranjero. Cuna de casi un tercio de los unicornios de la región, su principal comprador es Estados Unidos (con casi un 50% del mercado) y se registra una tendencia cada vez más acentuada por parte de reclutadores externos a concurrir a nuestro país a buscar talento de manera directa. ¿La explicación? La pasión puesta en juego.
Experiencia en múltiples países alrededor del mundo, así como años de ser elegidos por industrias diversas, como la automotriz, energética, mediática, de telecomunicaciones, retailers, entidades de salud, empresas de transporte y logística, entre otras, nos han demostrado que el quid de esta cuestión no solo tiene que ver con el cambio idiomático, ni con los procedimientos formales, sino, sobre todo, con el cambio cultural que hace a la manera de hacer negocios y los tiempos en que se llevan a cabo. Ese es el gran desafío para la exportación de conocimiento, y debemos percatarnos de ello para estar a la altura.
Ya sea que brindemos soluciones para administrar datos (y generar valor a partir de ellos), plataformas digitales que faciliten procesos de todo tipo, inteligencias para potenciar el trabajo humano, o cualquier otro servicio, nos identificamos con un concepto que toma cada vez más lugar al interior de las organizaciones independientemente de la industria: customer obsession. Se trata de la búsqueda para conocer cómo es y qué es lo que necesita, sea cual fuere su ubicación, acá, en Estados Unidos, Europa o donde sea. Es fundamental construir relaciones de confianza y colaboración.
Es por eso que, para acrecentar el protagonismo en el mercado global, las empresas de soluciones tecnológicas debemos trabajar incansablemente en el diferencial que tenemos para ofrecer. Esto implica considerar las múltiples aristas y desafíos que impactan en la amplificación de los horizontes. La confianza en el valor agregado que podemos brindar, la adaptación de los servicios a los distintos tipos de clientes y la capacidad de trabajo en equipo serán cada vez más claves para ser percibidos de manera atractiva en el exterior.
El acento debe estar puesto en nuestro entusiasmo por innovar y sabemos bien que el trabajo empieza por casa: incentivar el espíritu emprendedor, el crecimiento de los talentos, promover la diversidad y la creatividad.
Ante este panorama, debemos comprender que en el mundo de hoy evolucionar ya no es tendencia, sino una bandera que alzamos para resonar en la escena global. Para quienes aún no se han animado a dar el paso, seguiremos en el camino de “evangelizar” sobre la necesidad de contemplar la innovación, que es nuestro indudable motor.
Cofundador y Chief Strategy Officer de Nubiral