Pascuas, un llamado a la esperanza
El aislamiento por la pandemia nos produjo algún tipo de depresión, angustia, miedo, recelo hacia nuestro prójimo, pérdida de fuentes de trabajo y también dolor ante la partida de amigos, familiares y conocidos. La historia humana nos enseña que todas las epidemias terminan en algún momento, por lo que no debemos perder nunca la confianza.
Las tres grandes religiones monoteístas nos proponen en estos días un alto en el camino para pensar en el universo en su conjunto y en su Creador. Celebramos algunas de las festividades religiosas más importantes del año: las Pascuas. Este año hay una feliz coincidencia, que no se da desde hace un cuarto de siglo. La Pascua Hebrea (en hebreo Pésaj) es exactamente coincidente con Semana Santa (católica y protestante). Esta concordancia ocurre porque tuvimos la luna llena el domingo 28 de marzo. Los judíos comenzamos la Pascua Hebrea el 15 del mes lunar de Nisán (mes de los pimpollos) y que generalmente es el plenilunio de fin de marzo o comienzos de abril. Este año el Pésaj comienza justamente la noche previa al citado 28 de marzo, y para la diáspora finalizará el 4 de abril.
Los cristianos establecen el Domingo de Resurrección en función del primer domingo posterior al plenilunio después del equinoccio del 21 de marzo. Una vez fijado el Domingo de Resurrección (este año por el plenilunio del 28 de marzo) queda conformada para atrás toda la Semana Santa. Luego, la Semana Santa (para los católicos y protestantes) comenzó el 28 de marzo con el llamado Domingo de Ramos y finaliza el 4 de abril con el citado Domingo de Gloria o de Resurrección. Además existe otra Pascua, la de los cristianos ortodoxos, cuyo domingo pascual será el 2 de mayo, ya que ellos se guían por otro calendario (el Juliano). (Recordemos también que con la próxima luna nueva, los musulmanes comenzarán con el mes sagrado del Ramadán).
¿Qué es el Pésaj? Esta festividad recuerda la salvación de la esclavitud de los judíos en el Egipto de los faraones hace unos 3200 años y el inicio del pueblo hebreo, generador de grandes ideas éticas que todavía no han sido alcanzadas del todo: el “ama a tu prójimo como a ti mismo”, la igualdad de todos los seres humanos ante el Creador, el interés por el sufrimiento humano, la no discriminación, la igualdad del nacido en el país con el nacido en el extranjero (Ex. XII-40), la liberación de los oprimidos. Parafraseando a Jorge Luis Borges, podríamos decir respecto a estos valores: “…los más antiguos son los más nuevos”. La celebración del Pésaj implica un llamado de esperanza a la humanidad toda. Eterna convocatoria que afirma que la libertad es posible.
Estas festividades de distinto significado poseen algunas costumbres en común, como las reuniones familiares y las comidas tradicionales. En Buenos Aires, ciudad de la convivencia, algunos vecinos (los judíos) comen panes sin levadura; otros (los cristianos), prueban roscas de pascua y huevos de chocolate. Por segundo año consecutivo, deberemos reunirnos en grupos pequeños esperando tiempos mejores. Es el momento para desear ¡felices Pascuas!; rogar y actuar para que se termine el actual flagelo de la pandemia.
Presidente del Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí