Paréntesis
Si alguien hubiera hablado, allá por el siglo XIII, de los aviones, los tratamientos de fertilidad o los trasplantes de órganos, los peregrinos de la región de Dymskoyne hubieran enloquecido ante la sola mención de estos hechos distópicos. Sin embargo, la realidad es compleja y sus vericuetos también. Y en paralelo al vuelco que ha dado el mundo desde entonces, quedan paréntesis temporales donde los lugares, los ritos y las costumbres permanecieron intactos. En el lago Dymskoye, cerca del Monasterio de la Trinidad Antonyevo, un sacerdote de la Iglesia Ortodoxa Rusa bendice el agua antes del nado tradicional de los peregrinos. Con los ojos cerrados, pisa las mismas rocas submarinas sobre las que se paraba a rezar San Antonio Dymsky, el santo que vivió en este sitio cuando el siglo XXI era un futuro tan incierto como inimaginable.