Paradojas que alejan a UNEN del poder
La alianza de centroizquierda pierde una nueva oportunidad política por un conflicto de racionalidades: una UCR sin líder y una líder sin partido
UNEN no presentará un candidato a presidente con chances de llegar a hacerlo en 2015, aunque pudo haberlo hecho: tiene varios candidatos potenciales, con buena imagen y trayectoria en gestión. La experiencia de UNEN confirma una vez más la falta de capacidad de la oposición no peronista de centroizquierda para imaginarse en el poder y disponer de lo necesario para alcanzarlo.
Cuando se creó UNEN, sus candidatos sumaban una intención de voto que, de mantenerse, le hubiera permitido competir para entrar al ballottage, capturando a los que están descontentos con el peronismo pero siguen comprometidos con algunos valores de equidad y justicia social (mejor reflejados en los valores de UNEN que en otros, como los de Pro). Sin embargo, hoy ningún UNEN suena como presidenciable debido a una profunda falta de vocación de poder. Esta falta surge de dos problemas de racionalidad: un partido sin líder -los dirigentes radicales de provincias y municipios actúan de manera autónoma y parroquial- y una líder con ambiciones nacionales pero sin partido para concretarlas -Elisa Carrió-. Si el radicalismo y cualquier alianza de centroizquierda opositora al peronismo guarda alguna esperanza de recomponerse o de ser una opción en 2019, deberá resolver ambos frentes.
El radicalismo es la columna vertebral de UNEN. Los principales referentes de la alianza dependen del radicalismo y sus cientos de intendentes y militantes, en el nivel local y provincial. Esta miríada de referentes locales del radicalismo observan los avatares de la fuerza en el nivel nacional (derrotas electorales que con suerte los dejan en el segundo o tercer puesto o alianzas fortuitas de algunos de sus referentes, como fue la de Cobos) y calculan cómo hacer para mantener sus bastiones. Con ese objetivo y sin un claro proyecto nacional, se prestan a un variado número de alianzas: con Macri, con Massa, con quienquiera que les asegure permanecer en sus posiciones o acceder al poder. Esta falta de visión de conjunto dificultó la coordinación de un patrón de alianzas nacionales de UNEN.
Existe en este fenómeno cierto componente de retroalimentación. ¿La dinámica local impide la opción nacional o la falta de conducción es la que lleva a localizar la competencia electoral? ¿Qué podría cambiar los incentivos de los referentes radicales locales y en consecuencia sus estrategias? Quizás un fuerte liderazgo partidario y una opción electoral a nivel nacional con chances de ganar que los invitara a arriesgar junto a su conducción nacional. UNEN no funcionó así: como opción a nivel nacional duró lo que tardaron en aparecer las divisiones internas y las dificultades para siquiera sentar en una misma mesa a sus principales referentes. Si el peronismo es una federación de partidos cuyos referentes miran al nivel nacional, muchos con ambiciones presidenciales, el radicalismo se está convirtiendo desde hace tiempo en un archipiélago de líderes que miran a sus distritos para resistir.
El desafío de Carrió
El otro frente de dificultades se ubica alrededor de Elisa Carrió. Se podría pensar que Carrió tiene vocación de poder; sin embargo, en ausencia de un partido, esa vocación no parece ser más que una cáscara vacía. Para gobernar, ella necesita una estructura territorial y hacer concesiones. La paradoja de UNEN fue que la única líder que no tiene estructura que sostener y a la que responder le marcó su agenda, y probablemente selló su destino perdedor. Aliarse con Macri no fue nunca una opción necesaria ni natural para UNEN. ¿Carrió privilegió su carrera personal con vistas al Parlasur o intentó asegurar el tercer senador en Capital yendo separados de PRO, y entrar en el ballotage nacional con una fórmula Macri-Sanz? En cualquier caso desconoció que no existen razones ideológicas, organizativas ni siquiera electorales que hagan necesaria esta alianza para los principales partidos de UNEN.
¿Está mal que una fuerza tenga divisiones? ¿Por qué las peleas internas de UNEN son vistas como fracturas irreconciliables mientras que la competencia dentro del peronismo, que tiene unos cuatro precandidatos sólo dentro del kirchnerismo, no llama la atención? Mientras la oposición busca la respuesta debe saber que está más exigida, que mostrar la cohesión y la unidad que se le reclaman a ella pero no al peronismo, es clave.
Otra paradoja es que Carrió tiene más intención de voto que cualquiera de sus pares, mientras se mueve con una libertad que sus esos precandidatos no pueden permitirse. Pero el peso de Carrió en UNEN es desproporcionado, aparentemente sólo basado en su desempeño mediático. Contrastados con la falta de herramientas de movilización electoral y de fiscalización en las mesas, los votos reales de Carrió pueden ser muchos menos de lo que las encuestas de opinión anticipan. Aunque podría aparecer como desafiante, en realidad el perfil incendiario de Carrió es otra muestra de la falta de vocación por el poder: el beneficio es sólo personal. Por otra parte, luego de la defección de Carrió, UNEN podría haberse rearmado. También demostraron falta de vocación por el poder los tres presidenciables que no fueron capaces de cerrar filas haciendo valer el capital de su estructura partidaria y su mayor peso en la alianza.
La decadencia de UNEN dejó a toda la oposición mirando a la interna peronista, que, PASO mediante, se define sin costo político para la Presidenta ni para el peronismo. Un funcionario que fue testigo del día de asunción presidencial de Fernando de la Rúa y de Néstor Kirchner, contó hace poco una anécdota que pinta cuán distinta puede ser la vocación de poder. En 1999, llegados al despacho presidencial, el entonces vicepresidente Chacho Alvarez sugirió bromeando: "Pidamos un café, aprovechemos mientras dure". En 2003, Néstor Kirchner se sentó en el despacho, lo miró, y le dijo: "De acá no nos sacan más".
Weber sugería que dos de las virtudes necesarias para la política eran la vocación y la mesura. Dentro de la oposición esas virtudes parecen escasas: la mesura de la que carece Carrió, la vocación ganadora que parece faltarle a todos.
La autora es politóloga de la Universidad de San Andrés (@lmoscovich)
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