Paradojas, atajos y derrapes en la guerra por la atención
En la ficción y en la realidad de la TV y los negocios digitales, se cruzan el éxito fugaz, los millones posibles y la bancarrota
- 5 minutos de lectura'
La cuarta temporada de la serie del momento, Succession, está enfocada en las vicisitudes personales de los aspirantes a heredar el imperio mediático Waystar RoyCo, y a su fundador Logan Roy. La figura del hombre corporativo inescrupuloso que creó un gigante, muchas veces, fue comparada con la de Rupert Murdoch, creador de Fox News. Ya desde la primera temporada, la adquisición y la gestión de un canal de noticias y de plataformas digitales eran parte del contexto en el que se desarrollaba el drama sucesorio familiar. Rating y nuevos negocios eran el telón de fondo para una novela de intrigas y pasiones domésticas con impacto universal. Mientras la cuarta y última temporada muestra un crescendo dramático para los personajes hacia los últimos episodios (termina en un mes) y captura el rating desde HBO, los dilemas del mundo real sacuden la escena mediática.
Hasta la semana pasada, Tucker Carlson conducía el programa más visto del cable: con un estilo iracundo y una perspectiva conservadora y radicalizada –no son términos antagónicos- lideraba el rating nocturno, pero el pasado lunes dejó la cadena Fox. Aunque las hipótesis son variadas, el hecho ocurrió apenas horas después del acuerdo de ese grupo de medios con Dominion, empresa encargada del recuento del voto electrónico, que acusó al canal por difamación y montar sospechas alrededor de los resultados electorales de 2020. Fue un acuerdo prejudicial en el que, hay coincidencias, el grupo de Murdoch eligió pagar una suma inédita (más de 700 millones de dólares) para que varios aspectos sobre la gestión del medio no salieran a la luz. En un video con su descargo personal, Carlson (acusado reiteradamente de divulgar noticias falsas y opiniones exageradas sobre temas que van de las vacunas al intento de toma del Capitolio) se justificó con una confusa diatriba: “¿Dónde se puede encontrar gente diciendo cosas verdaderas?”. Intrigas.
El mismo día, Don Lemon, conductor de CNN, fue despedido de manera no menos intempestiva tras una cadena de errores. Sorpresa. A eso se suma la salida del director ejecutivo de NBC Universal, Jeff Shell. Todo en menos de 24 horas y en la misma semana en que Disney anunció despidos y el sitio digital BuzzFeed hizo público el cierre de su área de noticias. Si fuera una ficción, parece demasiado escándalo para un solo episodio.
Si el caso de Carlson y Fox, y su desenlace abrupto sin explicación en pantalla, expresa las paradojas del rating de noticias, el ocaso de BuzzFeed deja ver el lado más controvertido de los contenidos digitales: la empresa había logrado no solo un premio Pulitzer sino también valuaciones millonarias (en su apogeo rechazó una oferta de compra de Disney por cientos de millones de dólares). Su fundador, Jonah Peretti, considerado con justicia uno de los referentes de haber encontrado el modo de producir contenidos en línea en tiempos de redes sociales (especialmente en época de dominio de Facebook) dio una explicación precisa al cerrar su área de noticias: no solo no era rentable sino que le resultaba imposible sostener una operación basada en un tráfico que le llegaba de redes que está en franca retirada. El abandono de Peretti de esa carrera por el tráfico llega no solo en un momento en que la caída del tráfico de las redes a sitios informativos es un tema crítico de la industria sino que los analistas parecen dar por cerrada esa etapa de contenido descartable en busca de capturar la atención. Fue el propio Peretti quien había descrito la mezcla entre información y entretenimiento de BuzzFeed como la propuesta que venía a combatir el aburrimiento para quien estaba, celular en mano, en la fila de espera del colectivo o la cafetería con unos segundos libres. Asuntos como tests sobre “¿Qué tipo de queso eres?” y su asociación con el zodiaco, o encuestas sobre la confusión cromática en el color de un vestido, que lograron atraer a lo largo de una década el interés de millones de usuarios -especialmente millennials-, son materia de estudio.
Editado en estos días, el libro Traffic no puede ser más oportuno. Escrito por Ben Smith (ex editor de BuzzFeed News en su momento, luego columnista de The New York Times) el subtítulo es elocuente: “Genialidad, peleas y desengaños en la carrera billonaria por ser viral”. Además de ser un repaso, interesado y a cargo de un protagonista, por los años de apogeo de esa modalidad, bucea en profundidad en algunas decisiones de los medios (Gawker, más orientado al sensacionalismo) y las intenciones de sus dueños o líderes. En un pormenorizado recorrido, Traffic intenta detallar, más allá de las paradojas, el camino sinuoso y áspero de los medios nativos digitales que fueron la gran cosa nueva y hoy aparecen amenazados, en retirada, deslucidos. Como en un Succession a escala digital, o como en la traumática semana de las noticias por cable, la bancarrota, las derrotas judiciales, el coqueteo con grandes corporaciones, y sobre todo la presión junto a las tentaciones de las inversiones millonarias, aparecen detrás de una guerra en la que información, showbiz y también des-información compiten por capturar la atención de la audiencia.