Para enfrentar al coronavirus, el Banco Central Europeo despliega todo su poder de fuego
La semana pasada el Banco Central Europeo (BCE) mantuvo su reunión mensual de Política Monetaria. La cuestión básica que se planteaba era si la entidad se sometería a la presión de los “halcones” (principalmente Alemania y Holanda) en el sentido de comenzar a abandonar su política acomodaticia de estímulos monetarios -baja tasa de interés e inyección continúa de liquidez - o si, por el contrario, continuaría primando la posición de las “palomas”, es decir, mantener o incluso profundizar dicha estrategia en pos de lograr la recuperación económica que por ahora no se ha dado.
Para comprender la decisión de la entidad, se hace necesario analizar la visión que la misma tiene sobre la situación actual y las perspectivas de mediano plazo de la actividad económica. Su posición se halla claramente explicitada en el “statement”, emitido tradicionalmente por el BCE al finalizar su reunión.
A este respecto, la autoridad monetaria afirmó que el escenario actual presenta una serie de fuerzas positivas enfrentadas a otras de sentido opuesto. Las primeras consisten en la recuperación de la demanda global impulsada por las políticas monetarias y fiscales de estímulo, las cuales juegan a favor de la tan esperada recuperación económica. Sin embargo, a ellas se contraponen las altas y persistentes tasas de contagio del Covid, las cuales dan lugar a los conocidos confinamientos sociales y económicos que, sin duda, retrasan o impiden una adecuada reactivación. Dicho de otro modo, en tanto la pandemia continúe vigente, es claro que -en el corto plazo- la mejora en los niveles de actividad presenta “riesgos a la baja”.
Partiendo de este diagnóstico, es que el BCE –desoyendo las presiones de los “halcones”- ha sido muy claro en su posición: la entidad continuará con sus “muy acomodaticias”(sic) políticas financieras de estímulo, como mínimo hasta marzo del 2022. Más aún, para que no quedaran dudas, agregó que –si fuera el caso- dichas políticas se mantendrían no sólo hasta que hubiera finalizado la crisis pandémica sino, incluso, hasta que la recuperación económica fuera lo suficientemente robusta y sustentable. Obviamente, la entidad sostiene que a estos efectos las políticas fiscales de estímulo (básicamente expansión del gasto público y ayudas sociales) deberían continuar acompañando sus esfuerzos monetarios.
Esta posición, de claridad meridiana, se traduce en el mantenimiento de las siguientes estrategias “no convencionales”:
- La tasa de interés de referencia será del 0%
- La inyección de liquidez -a través de la compra de activos financieros con un tope de 1,6 billones de euros- continuará, como mínimo, hasta marzo 2022
- Durante el mismo período se mantendrá la reinversión de los flujos de fondos generados por los activos en cartera
- Se asegurará la provisión al sistema financiero de la suficiente liquidez como para garantizar un correcto financiamiento de las unidades económicas (tanto de familias, como de empresas)
Con estas políticas, la entidad –luego de una caída del PBI europeo del orden del 4,5% en 2020 y una del 0,7% en el primer trimestre del corriente año- espera que a medida que avance 2021, y siempre y cuando el proceso de vacunación sea lo suficientemente rápido y eficiente, se iría consolidando la salida de la recesión. Caso contrario, la recuperación se vería demorada; con todas las consecuencias negativas que ello implica.
En síntesis. Ante la persistencia del Covid y sus impactos negativos sobre la economía, correctamente la autoridad monetaria se ha comprometido –contrario sensu a la visión de los “halcones”- no sólo a mantener sus actuales políticas monetarias de estímulo sino también a profundizarlas y, si fuera el caso, a implementar todas las herramientas que se encuentran a su disposición. Con esta posición, la entidad confía en ir saliendo de la recesión a lo largo del 2021. El Covid tiene la última palabra.