Papá Noel está desconcertado
En la Argentina se habla de otro relato. No del suyo. Usted está obsoleto…
Papá Noel está dubitativo. No sabe qué hacer. Le dicen sus asesores que no vaya a la Argentina, porque seguramente va a haber bandas vandálicas que se van a abalanzar sobre su trineo y lo van a saquear, llevándose todos los regalos que los niños, allí, esperan con tanta emoción.
- Pero, ¿en qué parte del país ocurrió esto?, pregunta cada vez más desorientado Papá Noel.
- En casi todas las provincias -le contestan- sucedió con varios supermercados y negocios, además es peligroso, ¡hay mucha inseguridad! (le gritan porque, el pobre, está un poco sordo).
- No, no - concluye- yo voy a ir igual. No puedo defraudar a tantos niños que me escribieron y que me esperan.
Yo no puedo aceptar eso, nadie me puede reemplazar porque yo soy un sueño, un relato, un relato de Navidad
-Ya muy pocos creen en usted -le dicen los asesores-. Ahora los niños son muy adelantados y maduros...
-Pero, ¿ya no tienen sueños?
- Sí, cómo no -le explican- . Sueñan con computadoras de última generación, aparatos de la más sofisticada tecnología, pero se los piden a sus padres y los padres lo reemplazan a usted.
- Yo no puedo aceptar eso, nadie me puede reemplazar porque yo soy un sueño, un relato, un relato de Navidad.
- Disculpe, está equivocado, en la Argentina se habla de otro relato. No del suyo. Usted está obsoleto...Además, en estos días hay unos calores insoportables…
- Eso, ya lo sé. Me cuestan mucho las navidades en verano, pero es un esfuerzo que hago todos los años con el hemisferio Sur...
- Ahórrese el esfuerzo. Los calores este año son mucho más intensos y usted es un hombre de edad. Y con toda esa vestimenta abrigada que lleva, se va a deshidratar…
No le van a abrir la puerta. Van a pensar que usted es un delincuente disfrazado, un Papá Noel trucho
- Bueno, entonces en los hogares adonde vaya, me van a convidar con algo fresco...
- No le van a abrir la puerta. Van a pensar que usted es un delincuente disfrazado, un Papá Noel "trucho".
- Me voy a arriesgar, todo sea por los niños. Además, la Navidad sin el pesebre, sin el niño Dios y sin mí no es Navidad...Yo soy un mito, una tradición, un símbolo...
- No sea ingenuo. El único símbolo valedero allí es el signo dólar, y parece que en la Argentina, con eso tienen todo un enredo...mejor no hablar.
- Pero yo represento el amor...
- ¿Qué amor? En ese país, la mayor parte de la gente está dividida. Por sus ideas, unos discriminan a otros...El amor y la unidad son puro cuento.
- Pero también sé de gente solidaria y ética...
- Sí, claro, existe. Pero es precisamente esa gente la que más sufre todos los problemas que le estamos comentando.
- Yo sólo pido que me reciban bien, soy un hombre mayor y los ancianos suelen ser venerados.
- Usted. disculpe Papá Noel, pero está totalmente errado. Los que son venerados en las sociedades actuales de Occidente son los jóvenes, no hay un culto a los ancestros, eso "ya fue".
- Entonces, ¿no hay lugar para mí en la Argentina?
Entonces, ¿no hay lugar para mí en la Argentina?
- Sí, en los shoppings. Lo tienen ahí disfrazado, como un hombre objeto que ayuda a vender más...
Papá Noel está muy triste. Una lágrima se desliza por una de sus mejillas y se pierde en su larga barba blanca.
- Voy a ir igual...-suspira-, colocándose los anteojos. Dios me va a ayudar.
Los asesores se quedan mirando, impotentes. El viejo de rojo muñido con la bolsa llena de regalos, se sube a su trineo y toma las riendas y dirigiéndose a sus renos, vocifera:
- ¡Vamos a la Argentina! ¿Saben por qué? Porque yo todavía creo en la gente...y en mí.
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