Panorámica. El sueño del verde en mitad de lo urbano es posible
Milan. En la ciudad italiana, el Bosco Verticale y la Biblioteca de árboles señalan el urbanismo del futuro
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Dos torres que no estuvieran revestidas de vidrio, sino de hojas, plantas, arbustos, árboles, vida: en eso pensó el arquitecto italiano Stefano Boeri un día de 2007, durante una visita a Dubái.
Mientras recorría la lujosa urbe de los Emiratos Árabes, el arquitecto se descubrió atravesando “una ciudad mineral, hecha de decenas de nuevas torres y rascacielos, todos revestidos de vidrio, cerámica o metal, todos ellos reflejando la luz solar y por tanto generando calor en el aire y sobre todo en el suelo, habitado por los peatones”. Algo no estaba bien en esta fórmula, algo chirriaba allí. Hacía ruido. Quemaba.
Acero, vidrio y cemento: los tres elementos que fueron dominantes en la arquitectura y el urbanismo de las últimas décadas –en ciudades como Buenos Aires lo siguen siendo– se revelaban como materia muerta, elementos tan calcinantes como la arena que, en el desierto, refleja el sol, recursos disparatados para un planeta que se recalienta y para una vida urbana a la que cada vez más le cuesta respirar.
De aquel viaje a Dubái volvió con inquietudes y un proyecto que unos años después vería la luz: el Bosco Verticale de Milán, un complejo de dos rascacielos en los que balcones y fachadas alternan con más de dos mil especies vegetales.
De aquel viaje a Dubái volvió con inquietudes y un proyecto que unos años después vería la luz: el Bosco Verticale de Milán, un complejo de dos rascacielos en los que balcones y fachadas alternan con más de dos mil especies vegetales. Microclima, biodiversidad –aves e insectos merodean por entre las paredes verdes–, filtro solar. Una módica fiesta de flora y de fauna en medio de una de las ciudades más elegantes de Europa.
Antes de la pandemia, Milán redobló la apuesta e inauguró, con vistas al Bosco Verticale, la “Biblioteca de árboles”, un parque descomunal donde diversas islas de flores y césped conviven con zonas de picnic, bosquecillos, laberintos y un estanque de plantas acuáticas.
Verde y fragancias; color e inspiración: el futuro, que se cansa de mandar malas señales, también ofrece alternativas que habría que ir tomando.