Pandemia. Ensayos para entender lo que está pasando
La bibliografía sobre los virus y sus epidemias ya había alertado sobre la posibilidad de nuevas infecciones, consecuencia de un mundo superpoblado y de los peligrosos contagios entre especies
Pudo haber sido el SARS de 2002, la gripe A de 2009, e incluso el menos conocido MERS, de 2012. Resultó ser este SARS-Covid 2 (a la enfermedad se la conoce como Covid-19), el nuevo coronavirus que se convirtió en una pandemia que ha virtualmente cerrado el mundo tal como lo conocíamos y obliga a barajar y dar de nuevo para la pospandemia. Qué pudo haber pasado antes, o qué pudo haber retrasado el azar, es algo que los científicos manejaban, siempre con esa hesitación que muchos temperamentos tienen entre señalar lo que los datos marcan como altamente posible y el miedo a ser un pájaro de mal agüero. Las condiciones estaban dadas: superpoblación, mercados de animales vivos, falta de higiene… y la biología, que marca una permanente carrera armamentista (perdón por la metáfora) de adaptaciones y ataques entre los microorganismos y los sistemas inmunológicos de los mamíferos.
"2005, 2010… ¿para cuándo la próxima pandemia?" es el subtítulo que usó Mario Lozano –investigador del Conicet en la Universidad de Quilmes– en su libro de 2004 Ahí viene la plaga. Virus emergentes, epidemias y pandemias (Siglo XXI) para el apartado en el que detalla cómo actuó el gobierno de Hong Kong en 1997 tras hallar que un niño de tres años había muerto de un virus desconocido. Era un H5N1 que nunca se había encontrado en humanos. La pista los llevó a unas gallinas que habían muerto también. Y actuaron rápidamente: "En menos de 24 horas eliminó el stock completo de 1,2 millones de pollos que había en 200 granjas y en más de mil puestos de venta". Esa actitud radical, cuenta Lozano, detuvo ahí una epidemia que pudo haber sido dura si mantenía la tasa de letalidad de los primeros casos.
Por un lado más técnico, siempre dentro del campo de la divulgación apta para todo público, va la obra del australiano Peter Doherty –premio Nobel de Medicina de 1996– Pandemias. Todo lo que necesitás saber (Autoría Editorial), donde la totalidad de los subtítulos son preguntas que van desde la diferencia entre un virus y una bacteria a cómo se produce una infección, cuál es la definición de pandemia y quién la declara. Si bien algunos capítulos son de estricta actualidad (epidemias generadas por virus), va un poco más allá y también tiene páginas dedicadas a la tuberculosis, al mal de la vaca loca y hasta a la posibilidad del bioterrorismo (que relativiza bastante).
"¿Es algo inusual que los murciélagos frugívoros sean portadores del SARS?" se pregunta Doherty. "Existe evidencia de que los murciélagos frugívoros ("comedores de frutas") hospedan todo un espectro de virus que pueden infectar seres humanos", escribe, y agrega una lista cuyo efecto no es precisamente la tranquilidad: filovirus africanos como Marburg y Ébola, asiáticos como el Nipah y el Hendra (relacionado con los caballos de Australia y con síntomas similares a la gripe). ¿Por qué se dan estas nuevas infecciones? No lo sabemos. Doherty dice que, por un lado, la capacidad de diagnóstico es más sofisticada. Pero no es solo eso, sino también que desde la aparición del VIH se han incrementado la conciencia y los controles sobre enfermedades infecciosas, sobre todo en países en vía de desarrollo. "La población mundial se cuadruplicó entre 1900 y 2000, y se duplicó entre 1960 y 2000, y la mayor parte de ese crecimiento ocurrió en los países más pobres. Esto generó deforestaciones generalizadas y movimientos de gente hacia regiones en las que previamente existía una vegetación abundante, donde habitan murciélagos y otras especies silvestres. Más gente quiere decir más cerdos, al menos en la mayoría de los países no musulmanes, en tanto que una mayor prosperidad también conduce a que Occidente consuma más carne". El famoso caldo de cultivo. ¿Qué pasaría si se da el salto interespecies y hay contagio humano?, planteaba ya entonces. "Llegado el caso de que se dé una situación así, es fundamental que las autoridades establezcan medidas de cuarentena, que se ponga en marcha un control adecuado y que nadie caiga preso del pánico ni de la exageración". Sobre el último punto, bueno, se hace lo que se puede.
Toda esta acumulación de información y la previsión de que en algún momento sucedería lo que está pasando ahora quizá hizo que los sistemas científicos reaccionaran con la rapidez que lo hicieron (alerta, secuenciación, ensayos clínicos para tratamientos y vacunas en tiempo récord). La ciencia estaba: lo que hizo que no siempre se tomara la decisión adecuada desde el punto de vista sanitario es la inclusión es una variable extramédica llamada economía o, su peor variante, economía en recesión.
Desde luego, por más que parezca cosa actual, las pestes tienen una historia que se remonta, cómo no, a los griegos. Matías Alinovi, en su Historia de las epidemias. Pestes y enfermedades que aterrorizaron (y aterrorizan) al mundo (Capital Intelectual, 2009), cuenta que fue Tucídides en su Historia de la guerra del Peloponeso quien inauguró un género cuando narró la epidemia que selló la guerra entre Atenas y Esparta en el siglo V antes de Cristo. Los síntomas –fiebres, enrojecimiento de ojos, lengua sanguinolenta, respiración irregular, úlceras– fueron tan graves y súbitos que se pensó que habían sido envenenados los pozos de agua. La minuciosa descripción del cronista llevó a que se arriesgaran hipótesis, ya con las herramientas del siglo XX, respecto de qué había pasado; se barajó desde viruela a sarampión. Alinovi cuenta que la investigación más reciente (2006) –tras analizar ADN de dientes humanos en una fosa de un cementerio ateniense– concluyó que se trataba en efecto de fiebre tifoidea, lo que rehabilitó la idea de los pozos envenenados del Pireo.
El libro de Doherty se abre con una cita del pionero de la vacuna contra la viruela, Edward Jenner (1749-1823): "La desviación del hombre respecto del estado en que se hallaba originalmente en la naturaleza parece haberle proporcionado una fuente prolífica de enfermedades". La frase es polémica y tiene algunos supuestos controvertibles ("el estado de naturaleza"), pero quizá pueda enmarcar una nueva serie de debates acerca de la reconstrucción. Por ejemplo, si esta pandemia actual de coronavirus es de algún modo un castigo de la naturaleza por –o una consecuencia de, para ser menos esotérico– el daño progresivo que se le está haciendo. Según cómo se salde, se dará el restablecimiento de la civilización.
PANDEMIAS
Peter C. Doherty
Autoría
320 páginas
$ 550
AHÍ VIENE
LA PLAGA
Mario Lozano
Siglo XXI
126 páginas
$ 399