Reseña: El mérito, de Liliana García Carril
Hay libros de poesía que se piensan como un artefacto. Están construidos a partir de poemas que se pueden leer de manera independiente pero cuya verdadera potencia está en la serie que conforman. Es el caso de El mérito, cuarto libro de Liliana García Carril. Dividido en dos partes, "Pravda" –en alusión al periódico de la ex-Unión Soviética– y "El mérito", el libro gira en torno a la figura de un padre y su relación con la hija.
García Carril trabaja un cruce interesante: el de las ideologías y la vida familiar. "Un día descubrí que un montón de horas/ de la militancia de mi padre/ tenían nombre de mujer/ judía", dice. La poeta, entonces, recorre la infancia, las escenas con el padre, con los amigos; "y una intenta/interpretar la vida/ y convertirla en libro". Ya no es una niña: no sólo ha descubierto una vocación literaria sino que también puede reconocer la tragedia: tiene a "las rusas leídas", como dice. Ana Ajmátova y Marina Tsvietaieva, esas grandes escritoras que, entre otras cosas, padecieron los horrores posteriores a la revolución. En otro poema describe una foto en la que su padre está en una aerosilla y dice: "todo está destinado a caer/ o a distorsionarse/ pero ¿cómo?"
El padre como héroe, la infancia, pero también la revolución y sus ideales: todo termina o terminó y en gran medida de eso depende el pasaje a la vida adulta. La cuestión es con qué grado de violencia. Cómo se reinterpreta la figura del padre, de este padre. En el último poema, justamente "El mérito", la poeta narra un encuentro con su padre, ya grande. Evadiendo cualquier solemnidad, conjuga lo trivial con lo fundamental de un diálogo en el que dice: "le hablé del malestar en la cultura/ no de mi malestar hacia él/ por haberme abandonado por una rusa;/ me comporté como una chica dura/ me entusiasmaba discutir las razones/ de la caída de un mundo: el de él."
Se trata de un libro en el que las palabras son elegidas con gran precisión. Palabras como balas o sables que abren sentido, que golpean o desgarran a la vez que construyen poemas bellísimos. García Carril trabaja con los sonidos, las rimas –en el mejor legado de quien ella describe como su maestra: Mirta Rosenberg–el corte de verso que no siempre respeta el sentido de la frase, sino que responde a leyes formales del poema. Leer El mérito es adentrarse en una historia familiar pero, sobre todo, en la certeza casi esotérica de que un buen poema es aquel capaz de transmitir algún tipo de verdad.
EL MÉRITO
Liliana García Carril
Bajo la Luna
60 págs.
$ 580