¿Pagar al FMI y crecer con mejores salarios?

Para el ministro Guzmán y el Gobierno, el único problema que tiene el país es la deuda con el Fondo Monetario Internacional; en su lógica, de llegar a un acuerdo, dichos problemas serían superados. Sin embargo, parecen ignorar que, aun sin tener problemas con el Fondo, el estancamiento se fue acentuando desde larga data.

Es así que el desconocimiento sobre el verdadero problema que tiene nuestro país es el principal obstáculo para su solución.

No obstante, este panorama ha cambiado en los últimos tiempos. Antes no se conocía qué es lo que hace que unos países crezcan y sean desarrollados y otros, estancados y subdesarrollados. Ahora sí: la principal razón del estancamiento son los institutos que generan un ambiente contrario al empleo, que se manifiesta en la hostilidad de sus sociedades hacia los productores de riqueza. Así se los desalienta, y las consecuencias quedan a la vista en todos los países estancados.

En la Argentina, al igual que en la mayoría de los subdesarrollados, esta hostilidad se manifiesta con leyes que desconocen la importancia de los empleadores. Así, se imponen legislaciones con una total falta de equilibrio; los castigan con la Ley de Contrato de Trabajo (LCT) en sus cláusulas penalizantes, potenciadas con su artículo 256, que al permitir reclamos por dos años, ha dado lugar a la “mafia de los juicios laborales”, con grandes beneficios para los abogados laboralistas.

La contracara es la quiebra y el cese de pequeñas empresas, desalentando el emprendedorismo. No es casualidad entonces que haya menos ofertas de empleos y creación de riqueza, que es la base del desarrollo de las naciones.

La idea de proteger a los trabajadores mediante estas leyes no equilibradas, los perjudica, como se observa con escasa oferta de empleo, salarios bajos, elevada desocupación, mucha pobreza y el colapso de muchas familias por la falta de empleo.

Entonces, es muy fácil deducir qué es lo que se debe hacer para dejar atrás el estancamiento y crecer. El estancamiento de nuestro país, al igual que en casi todos los subdesarrollados, se debe a legislaciones que atacan al empleo y desalientan los emprendimientos. Por eso, como lo manifestara Mario Vargas Llosa, “hoy los legisladores y gobernantes por primera vez en la historia de la humanidad pueden elegir que sus países sean pobres o desarrollados”.

Algunos países tomaron la iniciativa en esta dirección: una investigación ordenada por el Congreso de los EE.UU. informó que el estancamiento de Puerto Rico se debía a que sus leyes laborales favorecían un ambiente contrario a la actividad económica.

En la Argentina es muy sencillo cambiar promoviendo la actividad económica, ya que tenemos dos institutos ya funcionando. Uno es el “régimen de protección de los trabajadores de la industria de la construcción” que mantiene la indemnización por el cese laboral en igual forma que la LCT, pero depositado mensualmente; de ser ampliado a todos los trabajadores, cumpliría ese efecto. Brasil, con esta modalidad, actualmente es la séptima economía del mundo y tiene reservas en su Banco Central de casi 400 mil millones de dólares.

El segundo mecanismo es el actual “seguro de desempleo”, vigente, al que solamente se le debería modificar los montos cubriendo los reales y verdaderos salarios, financiado con un aporte inicial de los empleadores del 8,33% de los salarios pagados, como funciona en los países desarrollados.

Cualquiera de estas propuestas, protege mejor a los trabajadores cuando pierden su empleo y no atacan a los empleadores. Con estas modificaciones que reemplazarían las cláusulas indemnizatorias de la LCT y sus anexas se daría lugar a un explosivo crecimiento de la actividad económica, con innumerables nuevas inversiones que implican grandes ofertas de empleo.

El incremento de la actividad económica sería a tasas superiores a las mejores chinas, generaría superávits fiscales que permitirían pagar la deuda, bajar la tasa de desocupación y pobreza y, con el tiempo, una notable mejora en los salarios, fundamental para una sociedad mejor.

Al mismo tiempo que volveremos a ser un país desarrollado, estaríamos satisfaciendo al Fondo en la refinanciación de la deuda, pero sin recesión, creciendo y sin inflación.

Si ya lo hicieron otros países, ¿por qué no lo podemos hacer nosotros? La Argentina tiene todo para crecer y ser de los más desarrollados del mundo.

Miembro del Departamento de Política Social de la UIA