Paenza detective: enigmas y desafíos en su primer libro para chicos
Adrián Paenza dirige una colección de libros infantiles con desafíos matemáticos. El primero de los cuatro títulos, En Robotilandia pasan cosas raras, llega esta semana a las librerías
El detective Valander (sí, con v corta) sospecha que algo de lo que dice el testigo de un robo a una joyería es falso. Dispuesto a comprobar su hipótesis, el investigador pregunta, observa, razona, saca conclusiones y logra resolver el caso. El personaje, inspirado en el famoso inspector Kurt Wallander de Henning Mankell, es el protagonista de En Robotilandia pasan cosas raras (Penguin Random House), el primer título de una colección de divulgación científica para chicos que dirige Adrián Paenza. Repleto de desafíos matemáticos, enigmas y pistas, el libro llega este mes a las librerías; el segundo volumen, El que pierde gana, saldrá en febrero.
–El libro plantea a los lectores diez desafíos y hay varios que no tienen solución o, al menos, una respuesta única. ¿Con qué criterio los eligió?
–La colección tendrá cuatro libros así que tuve que seleccionar problemas y enigmas para cada uno. Yo quería mostrar que en la vida no todo tiene solución. Eso agrega una dimensión de la vida cotidiana que me interesaba reflejar. Sirve para aprender a tolerar la frustración de no saber algo o de no encontrarle la solución. También incluí problemas para mostrar la tarea de un detective, que siempre me resultó muy seductora: ver si uno puede deducir qué sucedió a partir de ciertos datos.
–¿El nombre del detective es un homenaje al personaje de Mankell o es un guiño a los lectores adultos?
–Hay un guiño. Me interesa ese personaje. Hay autores de policiales que a veces decepcionan con las resoluciones de los enigmas. Me pasó de chico con un cuento de Edgar Allan Poe, "Los crímenes de la calle Morgue". Yo no quería que a los lectores les pasara lo mismo.
–¿Entonces es un libro para grandes y chicos?
–Sí. En general, son los padres los que transmiten a los chicos que la matemática es difícil. El libro es para ellos y para los chicos, con quienes me llevo muy bien. Tengo una buena relación con los chicos y los trato como "personitas" que vivieron menos años que yo. No son idiotas. No importa si no entienden algún desafío o no lo pueden resolver: la vida es así. Sí quise evitar usar la palabra “ingenio” porque no me gusta. Prefiero desafío, que es algo distinto. Yo no sé si sé escribir; lo que quiero es comunicar. Y no busco una forma elegante ni sofisticada para comunicar porque no la tengo. Hacer esta colección es una experiencia bárbara para mí. Estoy aprendiendo cómo escribir para chicos. Nunca lo había hecho. Este proyecto me lo propusieron hace siete años. En 2015 me decidí porque llevo once títulos publicados y quería hacer algo diferente. Era una asignatura pendiente.