Paddle o Rappi
El empleo, o, más bien, la falta de él, es un problema grave en la Argentina desde hace demasiado tiempo. Décadas de un modelo basado en el Estado eclosionaron en los 90. Carlos Menem, admirado por Javier Milei, no despidió empleados en la administración central, sino que basó el recorte en las empresas públicas, a través de las privatizaciones.
Más allá de la necesidad del ajuste, no hubo un plan para que esas miles de personas que quedaron en la calle pudieran reubicarse. ¿A dónde fueron a parar? Exempleados de la siderúrgica Somisa, Entel o Gas del Estado poblaron sus ciudades de agencias de remises, clubes de video o “parripollos”, entre otros negocios que asomaban como “prósperos” por aquellos años. Muchos (tal vez la mayoría) debieron cerrar más temprano que tarde.
Ahora Milei empezó el ajuste por la administración central. Los últimos datos del Indec muestran que desde diciembre hasta abril se fueron casi 20.000 empleados, y podrían ser más porque la estadística oficial admite que algunos organismos y empresas no informan sus datos. ¿Contribuirán los despedidos al renacer de las canchas de paddle? ¿Expandirán las flotas de Uber o Cabify? ¿O los veremos surcar la ciudad en bicicletas de Rappi?