Pablo Moyano, el “metafórico”
“Es metabólico (sic); no lo íbamos a tirar al Riachuelo” (De Pablo Moyano sobre el ministro Luis Caputo)
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El escenario fue el palco montado para que hablaran los dirigentes cegetistas durante el paro. Allí, Pablo Moyano dijo que la gente va a llevar en andas al ministro de Economía, Luis Caputo, “pero para tirarlo al Riachuelo”. Una imagen tétrica apenas se repasa la historia. “Es una frase metabólica (sic); tampoco lo vamos a tirar al Riachuelo”, aclaró después con la autoindulgencia del impune.
En ese palco se dijeron varias cosas punzantes, muchas sin asidero. Y pareciera que, si se las grita, el efecto es mayor. No importa si se trata de verdades confirmadas o de camelos aggiornados. Ya venimos de escuchar que al oponente se lo trata de tarado o de borracho, se le adosan crímenes indemostrables, se lo amenaza con meterle bala, se aprieta a los legisladores que piensan distinto o se incita a la población a armar una revuelta que rompa con lo establecido, porque lo establecido por una mayoría –eventual, aunque democrática– no gusta. El que pretende debatir es un cagón; el que disiente, un traidor; el que delinque es un pobre tipo incomprendido por la sociedad, y el que juzga y condena con la ley es un dictador. El latigazo semántico no perdona y es usado sin distingos por derechas y por izquierdas, pasando por un centro al que el desbocamiento le calza tanto como al resto.
En una deliciosa entrevista que Página 12 le realizó a Isidoro Blaisten, en 2004, el recordado escritor trajo a cuento una anécdota del lingüista ruso Roman Jakobson. “Una verdulera con fama de mal carácter tenía atemorizados a todos los que la trataban en Praga. Un día, Jakobson la enfrentó gritándole en latín… probablemente le recitó versos de Virgilio. Ella se quedó muda. Acaso suponía que ese lenguaje incomprensible tenía más poder que ella. El lenguaje –decía Blaisten– siempre oculta algo”.
El grito de guerra de la CGT, que se arroga la defensa de los derechos de todos, pero cantando una marcha partidaria única, es la síntesis que tan bien describió el colega Rogelio Alaniz: “Importa tener presente que a lo largo de un itinerario a veces trágico, a veces festivo, el peronismo fue clerical y anticlerical, progresista y reaccionario, estatista y liberal, derechista e izquierdista. El peronismo ha sido y es una formidable maquinaria de acumular poder sea como sea y contra quien sea”.
Acaso la clave esté en separar la paja del trigo, el grito del susurro. La cura no siempre sobreviene al buen diagnóstico. Es imprescindible que el enfermo entienda y coopere. Gritarle supuestas evidencias podría aterrarlo. Como las “metáforas” malintencionadas.