Pablo Maurette. De Twitter al Renacimiento
El ensayista argentino, promotor de la lectura integral de La Divina Comedia en la red social, debuta con una novela erudita
Si hay un tema improbable en la literatura de estos tiempos, a pesar de los zombis y los vampiros, es la metempsicosis, la transmigración de las almas y las teorías sobre el asunto. Pablo Maurette, el admirable autor de los ensayos El sentido olvidado. El tacto y La carne viva, se internó por ese camino esotérico. El resultado es La migración (Mardulce), su primera novela, que acaba de aparecer.
Maurette es una de las personalidades más interesantes y talentosas de la literatura argentina actual. Vive, enseña e investiga en Chicago. Su erudición está hecha de todo tipo de lecturas, de los libros del canon a las obras reservadas a los paladares que aprecian lo remoto y lo exótico. Su vida creativa está alimentada por numerosos viajes, la alternancia de la vida académica, la burguesa y la aventura bohemia. Tiene una sólida formación clásica y eso lo llevó a proponer en Twitter, en 2017, la lectura integral de La Divina Comedia, de Dante Alighieri. Tuvo un éxito masivo e internacional. A Dante, le siguieron Cervantes, Boccaccio y, ahora, las tragedias de Esquilo.
En la Argentina, Maurette, cuyo apellido materno es Signorini, trataba de que no se supiera cuál es su tercer apellido por vía paterna. "Aquí llamarse Anchorena es algo incómodo". A pesar del deseo de disimular sus orígenes, Pablo eligió, con humor crítico, el hashtag #aaronanchorena para su cuenta de Twitter, es decir el nombre y apellido de uno de sus antepasados más conocidos por sus aventuras, su fortuna colosal, sus estancias y sus proezas deportivas. Dice su descendiente: "Lo de Aarón fue un proyecto de ficción llevado a las redes. El personaje protagónico de mi novela se llama Aarón, pero no tiene nada que ver con el personaje de Twitter ni con el estanciero. Es un estudiante".
Las huestes de Aarón en las redes querían saber su verdadero nombre. Por último, el musicólogo Eugenio Monjeau organizó una reunión con algunos followers en un bar donde apareció "Aarón" y reveló su identidad.
A Pablo, más que el presente y el futuro, le interesa el pasado. Esa inclinación lo llevó, entre otras razones, al estudio del Renacimiento. En La migración, el personaje principal, Aarón, también se dedica al Renacimiento y, en especial, al estudio de Giordano Bruno. Sobre este, dice Maurette: "No es un autor que conozca demasiado. Eso sí, conozco bastante bien su vida, aspectos de su filosofía y de su concepción de la magia. Nunca tuve contacto con magos. La magia me apasiona en la imaginación. En la realidad, me causa rechazo, pero me interesaría charlar con un mago del Renacimiento".
Como Aarón, su antepasado, Maurette es un gran viajero. En la adolescencia y primera juventud tocaba bajo, guitarra, batería y armónica como hobby. Esas destrezas le permitieron vivir un año en Londres. Con un amigo español, formaron un dúo que cantaba temas de Sabina, Serrat y Calamaro en un bar frecuentado por parroquianos españoles. Ganaban lo bastante para vivir.
Más tarde, ya con un título académico, una beca le permitió pasar un año en la villa I Tatti, de Florencia, que había pertenecido al historiador del arte Bernard Berenson. Este, en su testamento, la legó a la Universidad de Harvard para que fuera sede del Centro de Estudios sobre el Renacimiento italiano.
Ese fue un año de aprendizaje más que de trabajo para Maurette. Leía sobre Caravaggio y Giotto en I Tatti y después se iba a los museos, las iglesias y a pequeños pueblos para ver las obras sobre las que se había documentado. Por último, se puso a trabajar sobre su proyecto: una investigación sobre el parentesco entre la perspectiva lineal, que se redescubre en el Renacimiento y ciertos conceptos de la retórica clásica que vuelven a surgir en la misma época y que tienen varios puntos en común con la manera de representar las cosas visualmente.
La migración gira acerca de dos misterios. El primero es una historia real: el asesinato del destacado profesor rumano de historia de las religiones Ioan Petru Culianu (1950-1991), al que mataron de un tiro mientras estaba sentado en un inodoro de la Universidad de Chicago donde enseñaba. Nunca se supo quién fue el asesino ni la razón de esa ejecución. Se sospecha que hubo motivos políticos. Culianu había escrito artículos contra el gobierno rumano de principios de la década de 1990. De ese hecho, Maurette se enteró por casualidad veinticinco años después mientras estudiaba en la misma universidad, que se había ocupado de borrar la memoria de aquel crimen.
El segundo misterio de la novela es la desaparición en 2016 de Aarón, el protagonista de la novela, estudiante de la Universidad de Chicago que investiga el homicidio de Culianu veinticinco años más tarde. Hasta que, tras un lapso de veinticinco años de la "evaporación" de Aarón, es decir, en 2041, uno de los amigos de aquel, Rusticucci, recibe en Buenos Aires una carpeta llena de papeles relacionados con su amigo, al que se creía muerto. Nadie sabe si esa carpeta la envió el mismo Aarón, que no habría muerto, o vaya a saber quién.
Después de los dos ensayos, resulta bastante lógica la sucesión de los libros de Maurette. Primero se ocupó del tacto y la piel, después se internó en la carne viva y por último llegó al alma y a los muertos. Pablo tiene otra idea sobre esa trilogía: "Yo había pensado la relación entre mis libros como una movida antagónica. El cuerpo, en los ensayos; el alma, en la ficción. Narrar es lo que más me interesa".
Maurette persigue un sello estilístico: "Una de las características más notables de Dante y de Homero, y que no me parece mal imitar, es proporcionar, de cada personaje, una especie de foto instantánea que, con pocas palabras, lo pinte con absoluta humanidad, sin contar mucho de su vida".
La novela comienza en 2041, pero no pertenece al género futurista: "Escribí una novela distópica", dice Maurette. "Necesitaba que, después de la desaparición de Aarón en 2016, transcurrieran veinticinco años. Y eso me llevó a 2041. La vida cotidiana en ese Buenos Aires de 2041 es muy semejante a la de hoy". Maurette vuelve a la Argentina por lo menos una vez al año. Eso le permite ver a la ciudad y a los argentinos como un extranjero y, al mismo tiempo, como un porteño. "Me interesaba reflejar en mi libro una sensación de expatriado. Buenos Aires es la ciudad que más conozco y que se me vuelve cada vez más ajena. Cuando vengo, hay aspectos de mi pasado que persisten; pero hay algo raro, distinto en ellos, que es muy antiguo o muy moderno. El modelo de 2041 no fue una ciudad o una época, sino esa sensación".
Según la novela, el hombre no se reencarnaría solo en hombres, sino también en animales, vegetales y minerales. Como animal, Maurette confiesa que le gustaría reencarnarse en un cerdo, porque los cerdos son muy táctiles y cariñosos. Siempre quiso tener uno como mascota. Como mineral, estaría feliz de ser pórfido, un mármol que solo se encuentra en Egipto y que se usaba para hacer la púrpura de la toga imperial. Como escritor. se reencarnaría en fragmentos literarios: un verso de Ovidio, un episodio de La Iliada, el personaje de Madame Bovary. "Sería un salpicón", dice.
Entre los múltiples intereses y actividades del novelista, el cine ocupa un lugar especial. Escribió dos guiones en coautoría con el director y actor Sergio Corach. Uno de ellos, Quizás hoy, llegó a grabarse, se pasó en el Bafici de 2016 y se puede ver en el sitio Cine Ar. El otro, El cementerio de Abraham, aún no realizado, está inspirado en La lección del maestro, de Henry James, pero tiene una veta judía. Hay una escena muy importante en Israel, en el cementerio donde Abraham enterró a Sara.
Ahora, Maurette ha terminado otro libro de ensayos. Investiga cómo hace el arte para proponer un mundo paralelo que se presenta a sí mismo como evidente y que logra convencer al público de que es real. "Para romper con la idea de que el arte imita a la realidad, tomé el camino de la evidencia: otra manera de verdad. El mundo del arte no tiene una jerarquía menor al ‘real’. Tiene otro estatus ontológico. En sí y por sí es evidente, convincente y efectivo.