Otro punto de vista. Donde hubo fuego, ¿cenizas quedan?
Quizás sea tiempo de explorar qué debemos cambiar para que surjan nuevos brotes que mantengan vivo el ecosistema de nuestra democracia
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El fuego no siempre es una fuerza destructiva, también puede favorecer el renacimiento de algo nuevo. Y hay situaciones en las que, incluso, se vuelve una estrategia de supervivencia. Como lo que ocurre en California, donde se realizan quemas controladas para preservar las secuoyas de los incendios forestales. La estrategia es combatir el fuego con más fuego: el calor en las cortezas ayuda a que broten las semillas y estos árboles milenarios se reproduzcan. No, esta no es una columna de botánica. Pero mientras la situación social, política y económica se calienta, hay lecciones para aprender de la estrategia de las secuoyas.
Así como los incendios se recrudecen debido al calentamiento global, las sociedades viven una suerte de calentamiento social. En los últimos años, cientos de revueltas se registraron alrededor del mundo. El Monitor mundial de protestas del Fondo Carnegie para la Paz Internacional identifica –al momento de escribir esta columna– 20 focos de disturbios activos en América, Europa, Asia y África.
Si bien los motivos de las protestas son disímiles, en muchos casos marcan una distancia entre las demandas de los ciudadanos y las respuestas de las instituciones democráticas. Una encuesta de The New York Times registró que la mayoría de los votantes estadounidenses cree que el sistema de gobierno no funciona. En ese sentido, el último informe de Latinobarómetro señaló que el 70% de las personas en Latinoamérica están insatisfechas con el funcionamiento de la democracia en su país.
Ante este estancamiento, pareciera existir un consenso respecto de los pedidos de cambio y nuevas respuestas. ¿Pero están las sociedades y los sistemas políticos dispuestos a pagar el costo para que puedan nacer los nuevos brotes? Una encuesta realizada por Zuban Córdoba plantea el dilema. Casi dos tercios de los argentinos cree que sería positivo que se aplicaran políticas de shock en nuestro país. Sin embargo, cuando se indaga en las posibles medidas –recorte de jubilaciones o de salarios y modificación de las leyes laborales–, una abrumadora mayoría se muestra en contra. Se genera, así, un círculo vicioso de más demandas y menos respuestas, que pone presión sobre el sistema democrático.
En la Argentina, la discusión sobre nuevos brotes tiene unos años. Allá por 2016, el entonces presidente Mauricio Macri aseguraba que con los cambios que implementaba su gobierno, estaban apareciendo los primeros “brotes verdes” en el horizonte de la economía. Pero ahora los argentinos, además de las demandas económicas, reclaman también nuevos liderazgos.
En esta Argentina convulsionada tenemos mucho que aprender de la botánica. Al igual que las secuoyas, quizás sea tiempo de explorar qué debemos cambiar para que surjan nuevos brotes que mantengan vivo el ecosistema de nuestra democracia.
Sin embargo, la dirigencia política argentina se niega a ser la corteza que se sacrifica bajo las llamas. Nadie quiere desaparecer. Los recientes cambios de gabinete son un ejemplo. Silvina Batakis es reemplazada como ministra de Economía, pero pasa a presidir el Banco Nación. Daniel Scioli sale de Producción, pero vuelve a la Embajada de Brasil. Sergio Massa asume como Súper Ministro para sacar el gobierno de Fernández a flote; y esto sucede 14 años después de que él mismo asumió como jefe de gabinete de Cristina Fernández de Kirchner para reemplazar al actual presidente. Pareciera que, lejos de ser testigos del nacimiento de nuevos brotes, vemos trasplantar los mismos árboles de un lugar a otro.
Quizás en este caso, sirva mirar otros horizontes. En el Reino Unido, Boris Johnson se despidió de sus funciones como primer ministro sin mucho melodrama. Mientras el país define quién lo sucede, se dirigió al Parlamento y, luego de sentar las bases de su legado, se despidió con un jocoso “hasta la vista, baby”. Con su retiro, los nuevos liderazgos del partido disputan el futuro intentando reconstruir la credibilidad perdida. No en vano en las campañas de los dos candidatos principales a sucederlo como líderes del conservadurismo la palabra confianza tiene un rol preponderante: Liz Truss lanzó su candidatura con el eslogan Trusted to Deliver (confianza en que cumpla) y el posicionamiento de Rishi Sunak comienza con Restore Trust (restaurar la confianza). Johnson pasa, los nuevos brotes surgen y el mundo sigue girando.
En esta Argentina convulsionada tenemos mucho que aprender de la botánica. Al igual que las secuoyas, quizás sea tiempo de explorar qué debemos cambiar para que surjan nuevos brotes que mantengan vivo el ecosistema de nuestra democracia.