Otro punto de vista: Cobra Kai tiene mucho para enseñarle a la política
Buscar matices: el desafío de evitar el sesgo binario de buenos y malos y encontrar valores y causas comunes
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“Karate (Kid) tenía un concepto binario: bueno y malo, morocho y rubio… En Cobra Kai, en cambio, las lealtades son más difusas y pueden cambiar”, así de sencillo explicó el éxito de la serie Ralph Macchio, el actor que encarna a Daniel LaRusso. A la hora de continuar con la historia, optaron por resaltar los matices y, de ese modo, lograr atraer a las nuevas generaciones que ya no ven solo blancos y negros sino, también, la amplia escala de grises. ¿Pasará lo mismo con la política? ¿Hay espacio para construir alternativas con más matices que los que nos impone la grieta?
Argentina sigue atrapada en un “empate hegemónico” similar el que describió el sociólogo Juan Carlos Portantiero hace medio siglo: tiene hoy dos coaliciones que son lo suficientemente grandes como para bloquearse mutuamente, pero no como para generar un consenso e imponer un proyecto. Al igual que en la serie de karatecas, lo binario en la política no alcanza para convencer al otro.
Para escaparle a la ambivalencia que impone la grieta, es necesario encontrar un nuevo eje que vuelva a alinear a los ciudadanos y a los votantes detrás de causas y valores que los convoquen y les permitan repensar en qué lugar desean pararse. El psicólogo Adam Grant en su libro Pensar de nuevo explica que, si uno pretende que alguien revise sus convicciones, hay que evitar el sesgo binario de simplificar conceptos complejos y resumirlos en blanco o negro; resulta mucho más efectivo presentar todas las aristas y perspectivas posibles. Por lo tanto, cuando se busca que alguien replantee sus certezas, lo mejor es no decirle que tiene razón o está equivocado; resulta más productivo mostrarle todas las opiniones entre las que puede escoger. Grant da algunos indicios de por dónde podría ir la cosa.
Para escaparle a la ambivalencia que impone la grieta, es necesario encontrar un nuevo eje que vuelva a alinear a los ciudadanos y a los votantes detrás de causas y valores que los convoquen y les permitan repensar en qué lugar desean pararse
Primero, es necesario pensar más como un científico y menos como un político. Para persuadir, hace falta formular muchas preguntas e intentar entender el punto de vista del otro sin prejuzgarlo. De hecho, hay investigaciones que demuestran que los buenos negociadores comienzan el 20% de sus comentarios con preguntas. Algunos dirán que un atajo para aplicar este método podría ser elegir un científico como presidente. Otros, quizás, dirán que este camino ya lo recorrieron los políticos de Juntos por el Cambio, cuyas imágenes de campaña los mostraban en pose de escucha constante.
Sin embargo, hacer política como un científico se trata de mucho más que eso. El método que lleva a cabo la ciencia se basa en realizar hipótesis que pueden ser refutadas. Es decir, ser capaz no sólo de formular las preguntas y escuchar las posibles objeciones, sino también de tomar en cuenta e incorporar esas respuestas. Ésa es la verdadera revolución, tan sencilla de enunciar y tan compleja de llevar a la práctica: preguntar para entender el punto de vista de los demás y, por supuesto, estar dispuesto a cambiar de opinión.
El segundo punto es salir de la discusión de ideas para encontrar valores comunes y generar nuevas lealtades que puedan construirse en base a puntos de vista diversos. Si sólo nos anclamos en el plano de las ideas, no podemos cambiar de opinión. En cambio, si encontramos valores comunes, seremos capaces de dejar de lado los preconceptos y alinearnos con personas con las que compartamos la misma causa, aun cuando pensemos diferente.
¿Es posible generar nuevas alianzas en base a valores comunes en una sociedad polarizada? Claro que sí. Esto ocurrió con la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, que logró congregar tras un valor común y compartido a personas que no estaban en las mismas posiciones políticas.
En marzo de 2018, dos meses antes de que el Congreso discutiera por primera vez el tema del aborto, una encuesta realizada por la consultora Isonomía demostraba que este debate rompía la grieta que estaba presente en la mayoría de las cuestiones de la agenda política. Así, la proporción de quienes se mostraban a favor y en contra del aborto era virtualmente idéntica entre quienes habían votado por Scioli y quienes habían votado por Macri tres años antes. Y más importante aún, esta transversalidad construida sobre valores comunes logró trasladarse a la Cámara de Diputados donde, en junio de 2018, el 54% de los legisladores del Frente para la Victoria y el 42% de los de Cambiemos votaron a favor del proyecto de ley.
El sentimiento que predomina entre los argentinos ante la pandemia y la crisis económica es la preocupación sobre el futuro. Y la mejor forma para combatir esta incertidumbre es contar con un propósito común alrededor del cual la sociedad pueda cooperar para progresar.
Eso conecta con el último punto que es el más relevante: resulta imposible crear una nueva dimensión sin una causa. No importa cuánto rechacen la grieta los políticos; mientras la sigan mencionando, continúan alimentándola. La única forma de superarla es crear una alternativa. Y eso sólo se va a lograr a través de una causa, de un propósito o de un proyecto de país.
Sin embargo, alinearse tras una causa por sobre la mecánica electoral no es fácil, ni siquiera para los políticos más experimentados. En una entrevista con David Letterman, Barack Obama reconoció que, mientras él estaba enredado en cuestiones de estrategia legislativa, su esposa Michelle entendió que lo mejor que podía hacer era usar la visibilidad que le daba la Casa Blanca para generar cambios positivos en el comportamiento de las personas. Un camino que emprendió desde “Let’s move”, para combatir la obesidad infantil.
Este sentido de propósito es hoy más importante que nunca en la Argentina. El sentimiento que predomina entre los argentinos ante la pandemia y la crisis económica es la preocupación sobre el futuro. Y la mejor forma para combatir esta incertidumbre es contar con un propósito común alrededor del cual la sociedad pueda cooperar para progresar.
Así, parece que tenemos mucho que aprender de Cobra Kai. Para superar la grieta, primero tenemos que dejar de ver a la política como una lucha entre buenos y malos. Pero también es imprescindible que aparezca una nueva historia compleja y relevante como para permitirnos a los ciudadanos, repensar nuestras alianzas y volver a elegir en qué equipo queremos jugar.
La autora es directora de Dynamis Consulting