Reseña: Traición, de Walter Mosley
El grupo de catorce novelas protagonizadas por el investigador privado Easy Rawlins, veterano de la Segunda Guerra Mundial y habitante del barrio de Watts, en Los Ángeles, convirtieron al afroamericano Walter Mosley (Los Ángeles, 1952) en nombre clave del género policial. Muchas de esas novelas, como la famosa El demonio vestido de azul, fueron difundidas en castellano por el sello Anagrama.
Lejos de inmovilizarse en una serie, el autor dio a conocer también obras de teatro, relatos de ciencia ficción y un poderoso retrato de un músico blusero en la pobreza: Blues de los sueños rotos. En Traición, redobla la apuesta, y crea un segundo investigador de color: Joe King Oliver (nombre inspirado en el trompetista maestro de Louis Armstrong). El escenario ya no es Los Ángeles, sino Nueva York. Parapetado en su puesto policial, Oliver está investigando una red de distribución de droga y crímenes, cuando actúa en el caso del supuesto robo de un auto. Casado, con sólidos principios, también es hábil en salteárselos cuando se trata de una bella dama (la supuesta ladrona). Pero el disfrute de un buen momento se traducirá en la expulsión del cuerpo policial, y varios meses en una celda de aislamiento.
Muchos años después, al recibir una carta de aquella mujer, arrepentida por haberlo hecho caer en la trampa, iniciará la búsqueda de quienes lo traicionaron. Por otra parte, también investiga sobre un líder de la comunidad negra acusado de matar a dos policías y por eso condenado a muerte.
La realidad urbana neoyorquina que lo rodea incluye un desfile de personajes pintorescos o peligrosos. Muy en especial Mel, un villano alto, relojero a ratos, simpático pero letal. Como aparece poco, se convierte en el Ello desbocado de Oliver, encargado de matar y torturar cuando él siente remilgos al respecto. Lo mismo sucedía en la serie de Rawlings con el memorable Mouse, el pequeño asesino mordaz y feroz.
Ágil y variada, la novela visita lugares insólitos (y subterráneos) de la ciudad, casi en tono de folletín francés. También habrá otras figuras femeninas sistemáticamente atraídas por el expolicía. Los dos casos entrecruzados elaboran una red por momentos inextricable, pero salvada de la confusión gracias a la capacidad de Mosley para la imagen impactante. A eso se agrega su talento para generar diálogos secos, a veces ingeniosos o directamente humorísticos, en la línea de Raymond Chandler. La figura de la hija del protagonista compensa el tono negro intenso de los ámbitos que recorre. El fastidio ante la ex que lo dejó en la estacada, es el otro extremo del eje familiar.
Los misterios que sigue Oliver son humanos, demasiado humanos, en el sentido de imprevisibles y terribles. Aunque también exhiben planos emotivos y promotores de metáforas que por momentos vuelan con una poesía salvaje, hasta el punto de sacar por un instante al lector de la densa niebla de los crímenes del presente y el pasado.
Poco a poco el libro resulta una puesta al día, tambaleante pero compleja, de Easy Rawlins, el detective anterior. Como él, Joe Oliver presenta un fresco completo actual de las zonas oscuras de la sociedad estadounidense. Gangsters, policías corruptos, un memorable adicto a la heroína, incluso el propio Mel, que parece tranquilo hasta que decide disfrazarse e intimidar a un culpable. El protagonista también lo hará, durante muchas páginas, pero para que no puedan reconocerlo sus cada vez más abundantes y poderosos enemigos.
Mosley, como prueba Traición, no teme a los desplazamientos en su obra. En este caso, con un protagonista neoyorquino que avanza por la trama llamando desde cabinas públicas o comprando celulares prepagos, que apenas usa y tira pronto a la basura.
Traición
Por Walter Mosley
RBA. Trad.: Eduardo Iriarte. 315 págs./ $ 799