Otra muestra de desprecio de Cristina hacia la prensa
Las cumbres presidenciales suelen ofrecer una radiografia del comportamiento de los jefes de Estado y ponen en evidencia las similitudes o diferencias que los caracterizan. La reunión de Unasur que culminó el viernes pasado en Ecuador no fue la excepción a esa regla: Cristina Kirchner mostró una vez más su fuerte desprecio por la prensa y quedó expuesta al trato inversamente proporcional que le depara la brasilera Dilma Rousseff a los periodistas.
Durante los dos días de la cumbre de presidentes que si hizo en Quito y en Guayaquil Cristina Kirchner evitó hablar con la prensa. Sólo ofreció una breve y formal declaración de dos minutos a los cronistas de Canal 7. Ni siquiera se detuvo a hablar con los periodistas de la agencia oficial Télam o con el diario Tiempo Argentino. Y eludió con evasivas a las preguntas que le hizo LA NACION sobre su eventual candidatura al Parlasur.
La falta de información de la comitiva presidencial de la Argentina sobre lo que hablaban los jefes de Estado durante el plenario de la Unasur resultó ser una constante. Sólo al final de la cumbre se acercó a dialogar con la prensa el canciller Héctor Timerman aunque su presencia fue casi obsoleta: buscó anunciar una votación favorable a la Argentina en las Naciones Unidas sobre el reglamento para discutir una nueva norma internacional de reestructuración de deudas soberanas. Pero el canciller no dijo una sola palabra de las exposiciones de los presidentes en el plenario, admitió que no conocía ni un dato de una reunión que Cristina Kirchner había mantenido horas antes con Rousseff y prefirió hablar de la "bella" estatua de Néstor Kirchner que se inauguró en la sede de la Unasur.
Durante los dos días de la cumbre de presidentes que si hizo en Quito y en Guayaquil Cristina Kirchner evitó hablar con la prensa
Está claro que el maltrato hacia la prensa se convirtió en un sello propio del kirchnerismo. No es la primera vez que Cristina Kirchner muestra signos de desprecio hacia los periodistas. Hay excepciones en las cumbres de jefes de estado aunque ello depende siempre del humor presidencial. Por ejemplo, en la cumbre de presidentes del G20 que se hizo el año pasado en San Petersburgo a la Presidenta se le dio por hablar todos los días con los medios y lo mismo hizo por una hora luego de su encuentro con el Papa Francisco , a sabiendas de que el Vaticano no saldría a refutar ni una de sus palabras.
Cristina Kirchner estuvo herméticamente resguardada en todo momento por la comitiva oficial durante su paso por Quito y Guayaquil. Ni siquiera el vocero presidencial Alfredo Scoccimarro se acercó a los medios para informar sobre el desarrollo de la cumbre. Incluso el secretario de Legal y Técnica Carlos Zannini y el secretario presidencial Oscar Parrilli actuaron por momentos de cordón de seguridad para evitar que algún periodista se le acercara a la jefa del Estado.
¿La evasiva de Cristina Kirchner a la prensa y su maltrato permanente a los medios estará directamente vinculada con el malestar que le genera la investigación judicial sobre presunto lavado de dinero en el emporio de Lázaro Báez que la roza de cerca? ¿Tendrá cierto temor la Presidenta a que un periodista la indague en medio de una cumbre sobre el caso Hotesur o las causas judiciales que acechan a Amado Boudou ? Nadie contesta.
Está claro que el maltrato hacia la prensa se convirtió en un sello propio del kirchnerismo
En tal caso, la conducta de Cristina Kirchner contrastó fuertemente con su par de Brasil en la reciente reunión de la Unasur. Poco antes de finalizar la cumbre, Rousseff convocó a todos los periodistas de su país que cubrían el evento y les ofreció una conferencia de prensa de unos 20 minutos. Allí pudieron evacuar dudas y hablar de la cumbre aunque también respondió sobre política doméstica. No sólo eso. En la página web de la Presidencia de Brasil colgaban en simultáneo el audio del discurso completo de Rousseff en el plenario de presidentes de Unasur que menos de media hora antes había pronunciado la jefa del Estado. Lo que se puede decir, un verdadero lujo para el trabajo de cualquier periodista.
Como es su costumbre, el presidente uruguayo José Mujica se mostró campechano y accesible a la prensa en su paso por Guayaquil. Y hasta el presidente de Venezuela Nicolás Maduro , que no tiene una buena relación con los medios, dispensó una improvisada conferencia de prensa de temas varios en el auditorio Eloy Alfaro donde se desarrolló en Guayaquil el primer tramo de la cumbre de Unasur.
Nada de esto se vio en la presidenta argentina. Quizás Cristina Kirchner quiso ajustarse fielmente al estilo autoritario que le dispensa el anfitrión de la cumbre, el ecuatoriano Rafael Correa , a los medios que no lo adulan. Nada nuevo. Después de todo Cristina Kirchner ya deslizó que se siente más cómoda con el estilo de Vladimir Putin que prefiere un mundo sin periodistas.