¿Orgullo o humildad?
El orgullo es una señal de inseguridad o baja estima. El orgulloso es aquel que busca el elogio, el reconocimiento, el aplauso de la gente. Se alimenta de la mirada del otro porque, aunque lo niegue, precisa ser visto.
El orgullo hace que alguien critique, traiga y lleve chismes y genere división. El lema de la persona orgullosa es: "Yo soy mejor que vos".
El orgulloso se cree "la última gota de agua en el desierto" y dice frases tales como: "Si yo no estoy, esto no va a funcionar"; "si yo me voy, mi familia se hunde"; "si yo no me ocupo de este proyecto, se cae". Se cree especial e imprescindible, debido a la excesiva confianza que ha depositado en sí mismo (orgullo encubierto).
Una persona con estas características no tiene tiempo de detenerse a pensar en qué aspectos puede seguir mejorando. Dicha actitud hace que pierda de vista lo mejor que siempre está por venir, por lo que en ocasiones serán aquellos que están abiertos a la mejora continua quienes se lleven el premio.
El orgulloso se alegra por el fracaso del otro y se fastidia cuando alguien que no es él tiene éxito.
¿De dónde nace el orgullo?
De posar la mirada en los demás y compararse e intentar competir para ganar y ser el mejor.
Aquel que no es capaz de realizar un análisis o un balance para ver qué debería mejorar, siempre será un mediocre y, sin darse cuenta, quedará estancado en la misma posición.
¿Qué es humildad?
El concepto de humildad es quizás uno de los más malinterpretados. Se la suele confundir con la pobreza, la cortesía y la profesión o el trabajo que una persona desempeña. Sin embargo, humildad es una actitud interior que nada tiene que ver con la profesión, ni con el dinero, ni con la educación.
Te invito a analizar algunos conceptos:
1. Humildad siempre trae éxito:
Dice el gran libro de los Proverbios que riquezas, honra y vida es el pago de la humildad. Es decir, que la humildad siempre trae abundancia. No todo el que tiene abundancia es humilde pero el humilde siempre terminará con abundancia.
2. ¿Qué no es humildad?
Se la confunde con:
-buenas costumbres: saludar, viajar en transporte público.
-ciertas tareas: ocuparse de la higiene y la limpieza de un hogar, una oficina, etc.
-baja estima: timidez, "yo no valgo", sumisión.
-pobreza: no usar ropa costosa que resulte una ostentación.
Humildad no debe confundirse con tener una buena estima. Buena estima es saber lo que puedo y lo que no puedo. Tampoco debe confundirse humildad con modestia.
¿Qué es entonces la humildad?
Si humildad es lo contrario al orgullo y orgullo es resaltar los logros de uno, humildad es resaltar lo bueno del otro. La humildad es activar todo lo bueno del otro. La humildad hace que uno pueda activar la virtud del otro. "No es lo malo de mí sino lo bueno de vos". No es "no reconocerme" sino "reconocerte" también. Es la capacidad de estimar a los demás.
Cuando una persona tiene una buena opinión de sí misma, no necesita reafirmarla. Esto se debe a que ya posee fortaleza interior. Solo la gente segura de sí misma es capaz de marcar las virtudes del otro.
Fortalezas y debilidades
¿Cómo poder identificar nuestras fortalezas?
Todos tenemos fortalezas y debilidades. Las debilidades son muy fáciles de reconocer, sin embargo, tenemos que aprender a identificar nuestras fortalezas y las fortalezas de los demás.
¿Cómo podemos lograr esto?
Las fortalezas pueden ser de dos tipos:
1. Las que veo de mí.
2. Las que no veo de mí.
¿Por qué no las vemos?
Porque pasamos demasiado tiempo desarrollando las fortalezas culturales o sociales, como ser un conversador agradable, tener buen humor, etc. Esto lo hacemos porque, en el fondo, deseamos ser aceptados por los demás. Nos enfocamos tanto en esas fortalezas externas que perdemos de vista las internas (las verdaderas).
También porque queda bien "culturalmente" decir que no tenemos ninguna fortaleza. Socialmente está mal visto no ser humilde, por eso, la mayoría de la gente nombra sus defectos tolerables. Nadie diría: "Soy ladrón". Y hablar de las propias virtudes es considerado soberbia.
¿Cómo podemos entonces desarrollar nuestras fortalezas y ser verdaderamente humildes?
Teniendo en cuenta todo lo bueno que tenemos y que quizás no podemos ver, y al mismo tiempo haciéndonos más preguntas, por ejemplo:
-¿En qué lugar me siento más cómodo? ¿Haciendo qué cosa soy feliz?
-Cuando algo me salió bien, ¿por qué pienso que me salió bien? ¿En qué otras situaciones hice eso?
-¿Cuál es mi pasión?
Todos deberíamos poder tener como una de nuestras metas ser humildes, en el verdadero sentido de la palabra, lo cual nos acerca a la verdadera grandeza que tantos persiguen durante toda su vida.
Reconocer nuestras propias fortalezas nos permite con más facilidad dejar de hablar de ellas para poder enfocarnos en las fortalezas de los demás.
Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a Bernardoresponde@gmail.com