Óptico y cinético. La revancha de los latinoamericanos
Homenaje. A medio siglo de la mítica muestra The Responsive Eye, en el MoMA, otras dos recrean su legado en Nueva York y en Buenos Aires
Cincuenta años atrás, el MoMA organizó una exposición de arte óptico (Op Art) y cinético titulada The Responsive Eye. Los artistas seleccionados habían abandonado el uso naturalista del óleo sobre la tela. Inspirados en la intensidad de las nuevas pinturas acrílicas, apelaron a líneas contrastantes y colores complementarios para acentuar la biomecánica de la percepción. "Los resultados fueron inmediatos –recuerda James Panero, crítico de arte de The Wall Street Journal y director ejecutivo de The New Criterion–. Aunque estaban basadas en más de un siglo de estudios, las obras centellantes y pulsantes requerían poca explicación; la muestra fue un éxito de audiencia y la sensación del momento."
A los latinoamericanos, salvo contados casos de artistas que vivían en Europa, no los invitaron a participar. El tema resultó una herida abierta que, idealmente, cerrará la muestra que acaba de inaugurar el Museo del Barrio de Nueva York: The Illusive Eye reúne obras de Op Art de artistas de 17 países de América Latina y más allá. No es la única exposición que juega con el aniversario de The Responsive Eye. También lo hace Obsesión geométrica. American School 1965-2015 en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (ver aparte).
"The Illusive Eye trata sobre ilusiones, tanto las que nos hacen sentir el Op Art y el arte cinético como aquellas experimentadas por los curadores e historiadores de dichos movimientos –sostiene Jorge Daniel Veneciano, director ejecutivo del museo y curador de la muestra–. El juego perceptual de cosas que se ven y no se ven nos sirve para comprender la relativa invisibilidad de los artistas latinoamericanos en exposiciones anteriores al Op Art."
En el Museo del Barrio hay obras de Jesús Rafael Soto y Carlos Cruz-Diez (Venezuela), Lygia Clark, Judith Lauand y Hélio Oticica (Brasil), Carmen Herrera (Cuba) y Tony Bechara(Puerto Rico), entre otros. Los argentinos están ampliamente representados con Gyula Kosice, Julio Le Parc, Eduardo Mac Entyre, Martha Boto, Horacio García Rossi, Norberto Gómez, Ana Sacerdote, Luis Tomasello, Miguel Ángel Vidal. Y hay "clásicos" europeos y norteamericanos como Josef Albers, Frank Stella y Victor Vasarely.
La herencia de The Responsive Eye es complicada y, quizá por eso, interesante de abordar. Panero explica a LA NACION: "En Estados Unidos pocos recuerdan la muestra de William Seitz del MoMA de 1965, pero fue una de las primeras blockbuster. ¿Debería haber sido más inclusiva? Ciertamente. El arte óptico era un movimiento internacional con trabajos extraordinarios que se podían encontrar tanto en América Latina como en la India e Irán. Pero dada la inmediata escalada al estrellato, seguida por una caída igualmente dramática de muchos de los artistas del Op Art anglo-americano, esa exclusión terminó siendo una bendición. Ahora tenemos la suerte de poder mirar al movimiento en América Latina con ojos frescos. En el fondo, de eso trata la exposición en el Museo del Barrio".
Sexo, drogas y Op Art
¿Qué fue lo que ocurrió? Panero recuerda que Bridget Riley, quizá la artista más famosa de la muestra de 1965 y cuya obra también puede verse ahora en el Museo del Barrio, notó algo raro en el trayecto del aeropuerto a la inauguración del MoMA. En las tiendas de segunda línea, mal estampados en la ropa barata, estaban sus diseños. Con pleno conocimiento de Seitz, un coleccionista e industrial de la moda había comprado las obras antes de la exposición, y ya había lámparas, fajas para embarazadas y líneas de cosméticos Op Art que las reproducían por todas partes. Hasta una conocida farmacéutica usó sus imágenes en el envase de medicamentos contra el vértigo. Riley los llevó a juicio por violación de derechos de autor. "Pero nada pudo detener la percepción de que el Op Art se transformó de algo profundo en una moda pasajera", subraya Panero. Más aún, el Op Art, con su sensualidad agresiva y accesible, quedó como el movimiento artístico de las drogas psicodélicas y la liberación sexual.
Para la inauguración en el MoMA, las mujeres estaban vestidas "Op Art" de pies a cabeza. Todas las revistas lo publicaron; Brian de Palma lo filmó. Como la propia Riley reconoció, The Responsive Eye fue una exposición seria, pero quedó oscurecida por una explosión de comercialización y sensacionalismo histérico que no se había visto hasta el momento. Panero cita a Dave Hickey, quien en un estudio sobre el Op Art dijo que parecía que ese tipo de arte "reemplazó el placer intelectual de entender algo por el placer más fiestero, igualitario y divertido de la desorientación".
Medio siglo después, todo esto es historia. Hoy, sostiene Veneciano, "estamos libres de considerar las dimensiones intelectuales y esotéricas del arte moderno abstracto sin ninguna vergüenza, pero sin reprimirlas tampoco". Y esto no quiere decir que la diversión se acabó. Una de las obras más populares de la exposición es un trabajo de la italiana Marina Apollonio de círculos en el piso que dan una sensación ondulante. Al mismo tiempo, sorprende al público ver juntos los trabajos de Gego, Albers y Lauand porque, según Veneciano, "la elegancia lineal que comparten es cautivante".
Versión porteña
El Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires también rinde homenaje en estos días a la muestra The Responsive Eye, ya que muchos de los artistas representados en su colección participaron de aquella exposición histórica en el MoMA de Nueva York. Obsesión geométrica. American School 1965-2015, curada por Robert C. Morgan, reúne hasta el 13 de marzo treinta obras de artistas estadounidenses de la escuela abstracta, en diálogo con otros contemporáneos que continuaron su legado hasta el presente.