Olvidos o distracciones que no son menores
La recomendación de Fundéu termina con una precisión que nunca está de más volver a recordar
Leer es, decía Borges, "una actividad posterior a la de escribir: más resignada, más civil, más intelectual". Hermosa definición, sobre todo porque viene de alguien que supo ejercer el hábito y el arte de leer como pocos.
En estos tiempos en que, nos aseguran expertos de todo tipo, leemos más que nunca, parecería que ha dejado de ser la lectura esa actividad tan llena de cualidades, como la concebía el autor de "El jardín de senderos que se bifurcan". Uno podría decir que, más que resignada, ahora es distraída. Si no fuera así, no se entiende por qué se cometen al escribir tantas erratas "de sustracción" (llamémoslas así) de tildes diacríticas y nadie repara después en ello lo suficiente.
La tilde diacrítica es la que permite distinguir palabras que se escriben igual, pero que tienen significados distintos y presentan diferente pronunciación. Para la Ortografía de la lengua española, se utiliza "a fin de diferenciar en la escritura ciertas palabras de igual forma, pero distinto significado, que se oponen entre sí por ser una de ellas tónica y la otra átona" y que generalmente (y esta diferenciación es muy importante) pertenecen a categorías gramaticales distintas.
Fundéu, en una de sus habituales recomendaciones, hace una lista muy útil de monosílabos con tilde diacrítica, que son también los que más confunden y equivocan. Tú, pronombre personal, frente a tu, adjetivo posesivo: "Tú tienes muy claro cómo planear tu futuro". Lo mismo ocurre con mí (pronombre personal) y mi (adjetivo posesivo): "Para mí es importante que te acuerdes de que es mi cumpleaños".
A sí (pronombre personal, adverbio de afirmación o sustantivo) frente a si (conjunción o nota musical) -"Sí, el otro día se me olvidó comprobar si había apagado la televisión"- le pasa como a más (adverbio, adjetivo, pronombre, conjunción con valor de suma o sustantivo) frente a mas (conjunción adversativa equivalente a pero) -"Hoy he trabajado más horas, mas me siento con energía"-: están siempre condenados a perder su tilde diacrítica, porque la distracción de los hispanohablantes a la hora de escribir puede más y porque, entre las indicaciones de los celulares para mandar mensajes de texto más rápido y ahorrar caracteres, se sugiere "ahorrar" diacríticos como la tilde, que implican hacer un clic más.
En fin, que la lista se completa con sé (forma del verbo ser o saber) y se (pronombre, indicador de impersonalidad o de marca refleja) -"Sé muy bien que no se rinde a la primera de cambio"-; con té (sustantivo 'infusión') frente a te (pronombre o letra te) -"Por lo que veo, el té rojo es el que más te gusta"-, y dé (forma del verbo dar) frente a de (preposición o letra de).
Para este último par de monosílabos, hay un ejemplo bien local, que probablemente algunos lectores de esta columna recuerden. Del Himno al general San Martín, con música de Arturo Luzzatti y letra de Segundo M. Argarañaz, los primeros versos: "Yerga el Ande su cumbre más alta, / dé la mar el metal de su voz", que también fueron durante buena parte de la escuela primaria un acertijo para ver quién los escribía como correspondía y se sacaba la nota más alta en el dictado. No se los discutía y se los cantaba con fervor y convencimiento.
La recomendación de Fundéu termina con una precisión que nunca está de más volver a recordar: la tilde diacrítica "no se emplea en español para distinguir pares de palabras de igual forma y distinto significado que siempre son tónicas, como di del verbo decir y di del verbo dar".
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