Ojalá
Hubo que viajar diez mil kilómetros para que sucediera, pero suele ocurrir así. Los argentinos somos mejores en el exterior que en nuestro país. No siempre, pero ocurre a menudo. El duelo final por la Copa Libertadores en Madrid trajo, televisión mediante, imágenes impensadas al cabo del encuentro. Casi todos los jugadores de River , apenas obtenida la conquista, se acercaron a sus rivales de siempre para llevarles consuelo. Hubo abrazos, palmadas en el hombro, palabras de aliento cuando en Boca todo era lágrimas y dolor.
En ocasión del primer encuentro, en esta misma página se rescató una fotografía igualmente inesperada registrada una vez concluido el partido: en la imagen se veía a dos rivales extenuados tras la disputa, Pinola y Benedetto , al borde de un abrazo de camaradería. El gesto, que en el Santiago Bernabéu se hizo extensivo al director técnico y a las autoridades de River, vino a demostrar, otra vez, que la hombría y el coraje pueden coincidir con la nobleza deportiva. Quizás ese entendimiento del juego debiera expandirse a los demás protagonistas, que en defensa de ciertos intereses (políticos, económicos) azuzan el enfrentamiento violento y avieso.
Ojalá.