Obsesión por navegar aguas políticas
“Todos estamos en la misma barca mientras se avecina la tormenta”. (De Elisa Carrió)
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El gobierno argentino parece ser una herrumbrada embarcación abocada, políticamente hablando, a esquivar el iceberg de la no gestión de Alberto Fernández, que sigue siendo presidente aunque nadie lo note. Se trata de no colisionar de proa con la estela de corrupción del Bandido y su tripulación, capitaneada por Martín Insaurralde, e intentar que nadie se baje del bote electoral de Sergio Massa al menos hasta que se cierren las urnas dentro de dos domingos.
En esa metáfora náutica, hasta beneficiarios del Plan Potenciar Trabajo se han dado cuenta de que hay que tomar los remos por los puños y cumplir los sueños a pesar del mal tiempo político. En los últimos tres años, al menos 1163 personas levaron anclas y se fueron de crucero al exterior –y no precisamente a chapotear aguas limítrofes–, o se tomaron aviones allende la región. ¿Se habrán tentado con algún “chocolate” en el free shop? ¿Les habrán pagado el plan con dólar de cara chica o de cara grande? Las incógnitas las deberá despejar la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, una “marinera” de la cubierta presidencial en la que conviven quienes creen que el 10 de diciembre deberán desembarcar y los que sueñan con seguir a bordo por cuatro años más.
“No hay viento favorable para el que no sabe qué rumbo seguir”, plantean como un mantra avezados deportistas náuticos que suelen señalar que “el mejor capitán es el que se queda en el puerto cuando sabe que habrá tormenta”. Y mientras el kirchnerismo trata de que no escasee el combustible para el último tramo de la navegación, hay quienes lejos del puente de mando, aferrados al timón de la oposición, advierten sobre la necesidad de permanecer en “la barca de los valores”.
En términos náuticos también habló Elisa Carrió sobre esta travesía hacia la segunda vuelta electoral que tanta angustia genera entre los ciudadanos y que nadie puede medir cuántos náufragos políticos generará: “Todos estamos en la misma barca mientras se avecina la tormenta. Los valores de humanismo, democracia, república, desarrollo económico y reconstrucción de la clase media tienen que ser salvados. La barca es de principios, no de personas”. Quizá lo más difícil de todo por estas horas sea lograr identificar las voces verdaderas de los cantos de sirena y no hacer agua al sufragar.