Entre dos siglos: un viaje en el tiempo
El fotógrafo porteño Alfredo Srur recupera la obra de su colega estadounidense Harry Grant Olds, quien llegó a Buenos Aires en 1900; el año próximo presentará en FoLa una muestra y un libro
Ésta es la historia de la relación entre dos artistas unidos por su pasión por la fotografía, que vivieron en Buenos Aires pero nunca se conocieron: Harry Grant Olds y Alfredo Srur. Las obras de ambos dialogarán por primera vez en una muestra el año próximo, como si entre ellas no mediara más de un siglo.
Olds fue un fotógrafo estadounidense, nacido en 1869. A los treinta años desembarcó en Valparaíso, después de una travesía de dos meses desde Nueva York. Un día decidió atravesar la cordillera a lomo de mula y en 1900 llegó a Buenos Aires, donde trabajó hasta su muerte en 1943.
Más de cinco décadas después, en 1998, su trabajo fue reunido en H. G. Olds, Fotografías 1900-1943, libro realizado por Luis Priamo para la Fundación Antorchas. En ese entonces Alfredo Srur (Buenos Aires, 1977) estaba radicado en Estados Unidos y exhibía su primer trabajo fotográfico: Paisajes y retratos en Los Angeles, California. Dos años más tarde, Srur regresó a Buenos Aires y compró el libro de Olds. Encontró allí una fotografía que lo obsesionó: una imagen que su colega estadounidense había tomado en la quema de basura del Bajo de Flores en 1901. Una casilla pequeña, hecha con bidones de combustible apilados como ladrillos sobre un montecito de basura.
Srur es un fotógrafo intrépido y desarrolló al inicio de su carrera una serie de largos ensayos que le valieron temprano reconocimiento. Su preocupación por los temas sociales lo llevaron a los lugares más insólitos y peligrosos: convivió con unos jóvenes sicarios en Medellín durante meses; registró las condiciones de vida en cárceles de Finlandia y Colombia, y retrató a tres familias que trabajaban en la industria de la pornografía.
En el año 2000 comenzó a dar clases de fotografía y el libro de Olds se convirtió en parte de su material didáctico. Una y otra vez, proyectaba a sus alumnos esas fotos de principios de siglo. Aunque no llegaba a comprenderlas del todo sentía que, más de cien años después de que se realizaran esas tomas, había algo en la técnica y en la temática de Olds emparentado con su propia manera de hacer fotografías.
El pasado que vuelve
"En 2012, le compré un archivo de fotos antiguas a un obrero de la construcción –recuerda Srur–. El hombre estaba pintando en una mansión, y vio que tiraban de todo en un volquete. Entre otras cosas, un visor estereoscópico y una colección de 800 placas con motivos de todo el mundo, realizadas por un aficionado. Ese hallazgo del pasado me rescató de una crisis existencial. Yo estaba en el apogeo de mi trabajo fotográfico, cuando la tecnología de la película se volvió obsoleta de la noche a la mañana. Lo digital se imponía definitivamente. Para mí era un golpe terrible."
Al año siguiente, Srur recibió el llamado del vendedor de una postal de 1920 que había comprado por Internet y que no había ido a buscar. "Me contó que le habían ofrecido el archivo de un fotógrafo medianamente conocido: H. G. Olds. Estaba sentado frente al salvapantallas de mi computadora, mirando la foto de la quema de la basura que tanto me gustaba. Me dio un escalofrío. Le pedí los datos y a los pocos días me encontré con ‘Cacho’ Giordano en una estación de servicio en Juan B. Justo y Corrientes. Entre el café con leche y las medialunas, me mostró los primeros negativos en placas de vidrio originales de Harry G. Olds."
El fotógrafo le compró a Giordano mil negativos –placas y nitratos, documentación y copias de trabajos de Olds– y seis negativos panorámicos de un metro de largo por 25 cm de ancho, realizados sobre nitrato. Junto con Emilio Casabianca, tardó un año limpiar las placas y almacenarlas de acuerdo a normas internacionales de conservación. Pero valió la pena. Descubrió que se trataba de un tesoro más grande aún que aquel primero y premonitorio encontrado en un volquete: un completo archivo de fotografías de Buenos Aires y de otras provincias, con vistas, costumbres y oficios de la época. Imágenes de los principales establecimientos agrícolas y ganaderos, puertos, plazas, monumentos y grandes residencias de todo el país.
Cuatro décadas en un baúl
La historia no termina ahí. En el libro de Priamo hay un artículo firmado por John Waldsmith. Allí dice que, cuando murió Olds, su viuda envió a la casa de su hermana en Estados Unidos un baúl con cartas, fotos y negativos. Su intención era volver a su país de origen después de la Segunda Guerra Mundial, pero no lo hizo. El baúl permaneció cerrado durante cuatro décadas. A punto de cumplir cien años, la cuñada de Olds lo donó a la Oliver Wendell Holmes Stereoscopic Research Library, donde lo recibió Waldsmith. Cuando la institución cerró sus puertas, Waldsmith se lo llevó a su casa, temeroso de que el contenido se vendiera por piezas sueltas en Internet. En 2014, Srur viajó a Estados Unidos y recibió de manos de Waldsmith el preciado baúl de Olds, además de fotografiar y filmar el edificio donde Olds instaló su primer estudio, en Sandusky.
De regreso en Buenos Aires, comenzó una nueva etapa de esta aventura. Srur fundó el Centro de Investigación Fotográfico Histórico Argentino (Cifha) y se puso en contacto con Gastón Deleau, director de la Fototeca Latinoamericana (FoLa). Con su apoyo y el de Hernán Giagante, de Edo-artis, impulsa ahora el proyecto "Espejo de Plata: Harry Grant Olds/Alfredo Srur", que el año próximo permitirá ver por primera vez el resultado de la digitalización del acervo de Olds en una gran exposición –curada junto con Ariel Ahutier– y un libro antológico.
Será un diálogo entre estos dos artistas, desarrollado en un arco temporal de 140 años. "Me inspiro en las imágenes de Olds para generar nueva obra –explica Srur–. Es un homenaje a quien considero mi maestro y un puente entre la fotografía argentina antigua y la actual."