Nuevo objetivo: "desmorenizar" el vínculo con Brasil
La renuncia del secretario de Comercio no sólo se transformó en un alivio para la política doméstica argentina. También ese alejamiento fue festejado en Brasil casi como un gol de media cancha
Desde lo formal, los gobiernos de la Argentina y Brasil dirán que "una sola persona no hace a una relación bilateral de países hermanos". Pero el pragmatismo induce a destruir automáticamente esta aseveración y desnuda una realidad inocultable: la salida de Guillermo Moreno del Gobierno despejó los pesados nubarrones que había entre las administraciones de Dilma Rousseff y Cristina Kirchner.
La renuncia del secretario de Comercio no sólo se transformó en un alivio para la política doméstica argentina. También ese alejamiento fue festejado en Brasil casi como un gol de media cancha de Ronaldhino. Varias muestras de este festejo empezaron a cristalizarse en los últimos días desde Brasil y se reflejan en la relación con la Argentina. "Desmorenizar la relación", es el objetivo y hacia allí marchan los nuevos gestos.
El asesor de política exterior de mayor confianza de Dilma Rousseff, Marco Aurelio García, arribará hoy a Buenos Aires para mantener una reunión con el jefe de Gabinete Jorge Capitanich y con el ministro de Economía Axel Kicillof. ¿La agenda? Estará centrada en dos temas: la oferta que presentará el Mercosur a fines de este mes para negociar con la Unión Europea un acuerdo de libre comercio y el reestablecimiento de las controvertidas relaciones comerciales.
"Hay que retomar el diálogo y recuperar tanto tiempo perdido", comentó ayer a LA NACIÓN un destacado diplomático desde Itamaraty, la cancillería brasileña.
Brasil cree que se debe acordar cuanto antes con los europeos para que Estados Unidos no les gane la pulseada
No hizo falta que este reconocido diplomático mencionara a Guillermo Moreno para saber que al ex secretario de Comercio se lo considera en Brasilia como el artífice de "tanto tiempo perdido" o de tantas batallas desatadas entre Brasil y la Argentina.
Marco Aurelio García llega hoy a Buenos Aires con el mandato de la presidenta Rousseff de acordar con Capitanich y Kicillof un menú de ofertas comerciales del Mercosur que sea "razonable" y "ajustado" para un potencial acuerdo con la Unión Europea. No se trata de un capricho: Brasil cree que se debe acordar cuanto antes con los europeos para que Estados Unidos no les gane la pulseada.
La reunión que tendrá hoy el principal asesor de política exterior de Dilma Rousseff es la continuidad de los encuentros que mantuvieron en Buenos Aires hace unas semanas el ministro de Defensa Celso Amorim y el canciller Luiz Figueiredo. Antes de partir de la Argentina el canciller brasileño dijo: "Que haya roces en una relación es natural. Ocurre en todas las parejas. Lo importantes es tratar de resolver los problemas y no ocultarlos". Aún no había renunciado Moreno. Ahora el escenario cambió y las relaciones marchan hacia la "desmorenización" del vínculo entre la Argentina y Brasil. No es para menos: el malhumor y las medidas proteccionistas del ex secretario de Comercio le costó a Brasil no sólo la salida de su anterior embajador, Enio Cordeiro, sino también un fuerte dolor de cabeza con la industria paulista y la amenaza de muchas fábricas que venden a la Argentina paralizadas.
Tras la salida de Moreno, la visita de Marco Aurelio García se da también apenas cinco días después del encuentro raudo y secreto que el secretario de comercio de Brasil Daniel Godinho mantuvo el viernes pasado en Buenos Aires con el flamante sucesor de Moreno y alter ego de Kicillof, Augusto Costa.
La nueva etapa de un vínculo bilateral desmorenizado se empieza a concretarse en hechos
Según pudo saber LA NACION, hay avanzadas negociaciones entre ambos países para abrir el mercado argentino a Brasil en rubros tales como la industria farmacéutica y la industria naval. También se supo que antes de lanzar el aumento impositivo para autos de alta gama y embarcaciones, Cristina Kirchner preguntó si con ello no se dañaba a la industria automotriz de Brasil.
Bajo la idea de "desmorenizar" la relación con Brasil se evalúa también la posibilidad de eliminar paulatinamente las polémicas declaraciones juradas exigidas a los importadores para pasar a un sistema más laxo de licencias no automáticas. Claro que no será tarea sencilla: vecinos y amigos de la Argentina como Chile, Uruguay y Paraguay reclaman lo mismo.
No obstante, en Buenos Aires hubo promesas hacia Brasilia que despejaron el camino entre ambos países en otros sectores. Por ejemplo, se avanza en un ambicioso acuerdo para instrumentar un plan de defensa cibernética. El ministro de Defensa Agustín Rossi y una delegación militar argentina viajó hace 10 días a Brasilia para sellar un plan de defensa de ataques cibernéticos. La administración de Rousseff está bastante avanzada en este tema tras las denuncias de presunto espionaje de Estados Unidos y la Argentina quiere sumarse a ese plan.
Ayer, Amorim estuvo en la reunión de la UIA en Cardales y extendió al sector empresario esta propuesta. "Es importante que el sector privado y los empresarios de ambos países se pongan de acuerdo para una integración en defensa", dijo el ministro de Defensa de Rousseff en abierto desafío.
También se analiza entre Buenos Aires y Brasilia un acuerdo en la industria del petróleo no convencional y la biotecnología. En esto trabaja el ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao con funcionarios brasileros.
La semana pasada el gobernador bonaerense Daniel Scioli brindó una charla a empresarios y funcionarios de Brasil en la embajada de ese país en Buenos Aires. "Llegó el momento de generar condiciones de interacción para la producción entre ambos países y un desarrollo sostenido", dijo. Fue, quizás sin querer, la confirmación de que la nueva etapa de un vínculo bilateral desmorenizado se empieza a concretarse en hechos.