Nuevas formas de interactuar
Los Supersónicos(The Jetsons), dibujo animado icónico de los 60, vaticinó que en el futuro iban a ser posibles las videollamadas (también acertó con los robots dedicados a las tareas domésticas y las cintas para caminar en el hogar y erró por kilómetros sobre medios de transporte voladores e individuales). Pero omitió advertirnos que iban a hacer falta muchos cuidados para que esas comunicaciones fueran seguras, privadas y eficientes. Es que en la época en que la familia futurista experimentaba sus desventuras los hackers, las empresas dispuestas a vender los datos de sus clientes y las redes con ancho de banda limitada no cabían ni en la imaginación de los guionistas.
El Covid-19 nos hizo adictos a las videollamadas: para trabajar, estudiar o mantenernos en contacto con amigos y familiares
El Covid-19 nos hizo adictos a las videollamadas: para trabajar, estudiar o mantenernos en contacto con amigos y familiares. Ya no alcanza con escuchar la voz: nuestro cerebro social pide ver al otro. Las costumbres se revolucionan, en particular para países como la Argentina: una touchy society (sociedad toquetona) con hombres que se besan para saludarse o amigos que se estrechan en abrazos interminables. Así como el atentado contra las Torres Gemelas cambió la seguridad de los aeropuertos, todo indica que el beso, el abrazo y el mate compartido podrían convertirse en costumbres en extinción. "¿Te acordás, hermano, qué tiempos aquellos?", decía el tango "Tiempos viejos", escrito a principios del siglo XX. Una descripción perfecta de la nostalgia que produce esta era de distancia social.
En este contexto creció exponencialmente el uso de Zoom, una aplicación de videollamada simpática, simple y accesible, pero con enormes riesgos de seguridad, incluyendo intrusos que transmiten pornografía infantil durante encuentros educativos. Una vez más, la posibilidad de ofrecer una experiencia óptima a los usuarios se concentra en un pequeño puñado de jugadores –Google, Microsoft, Facebook, la por ahora alejada del tema comunicaciones Amazon–, que poseen la masa crítica que les aporta capacidad de red (con infraestructura global, incluyendo cables submarinos), disponibilidad de recursos, conectividad y desarrollos de inteligencia artificial. ¿La muy buena noticia? Pandemia mediante, estas empresas disponibilizaron sus soluciones y hoy son tan fáciles de conseguir como Zoom.
Las grandes crisis producen cambios permanentes. El sida hizo que dentistas y peluqueros adquirieran nuevas medidas de protección, y sus trabajos no volvieron a ser los mismos. Es probable que el coronavirus genere que la norma sean las reuniones virtuales y que precisemos una muy buena explicación cada vez que necesitemos citar un encuentro –con un cliente, un empleado o un proveedor– mano a mano.
Las organizaciones "siglo XX Cambalache", en las que había que llorar para mamar, dan finalmente lugar a las del siglo XXI, transparentes, que priorizan objetivos sobre horarios, agilidad sobre jerarquías y comunicación a distancia (mover bits) sobre traslado de mercaderías y personas (mover átomos). La productividad le gana a estar todos juntos en un mismo lugar a una misma hora. Tal vez sea el inicio del "mundo on demand" o "mundo PaaS" ("personas as a service"): estaremos disponibles cuando nos necesiten sin perder el tiempo en una oficina ni viajando de un sitio a otro.
Los seres humanos somos resistentes al cambio hasta que aparece un cisne negro del tamaño de un coronavirus y nos muestra nuestra enorme capacidad de adaptación y resiliencia.
El autor es profesor de posgrado de la FCE/UBA y de Escuela de Negocios Di Tella