El mundo que viene. Tres economistas contra la desigualdad
En sus nuevos libros, Paul Krugman y Joseph Stiglitz, ambos Premio Nobel, y el francés Thomas Piketty formulan críticas a un capitalismo global librado a su suerte
Estados Unidos es hoy el epicentro de la pandemia de coronavirus. El país con la mayor inversión en ciencia del mundo y con un gasto en salud per cápita de casi diez mil dólares (cuando el promedio de la OECD es de un poco más de 4600), se encuentra en una situación dramática.
No es falta de previsión. Como ejemplo, valga la reciente investigación publicada en The New York Times sobre el fracaso de los planes del gobierno para proveerse de respiradores, un insumo crítico, tras la epidemia del primer coronavirus, el SARS, en 2003.
Hubo una convocatoria para diseñar respiradores accesibles, para tener en stock. La ganó una pequeña empresa de California. El proyecto avanzaba bien hasta que un gigante compró la compañía y discontinuó el desarrollo, que competía con su línea de respiradores caros. Pero ahí no termina la historia. Otra empresa tomó la posta y hoy está vendiendo aparatos más sofisticados que los solicitados, pero todavía no llegó una sola partida al Estado norteamericano.
No es cierto que la libertad de empresa lleve siempre a la innovación, ni a la competencia. No es cierto tampoco que la planificación del Estado, por sí misma, paralice. Lo que se ve hoy por televisión es la consecuencia de cuarenta años de capitalismo desreguladoen Estados Unidos.
Por una coincidencia para nada casual, una de las grandes troicas actuales de economistas –Paul Krugman, Joseph E. Stiglitz y Thomas Piketty– acaba de publicar cada uno por su lado libros que ayudan a pensar este momento. Se trata de dar "la buena batalla", como dice Paul Krugman en Contra los zombis. Economía, política y la lucha por un futuro mejor. De presentar argumentos con datos, pero también con el énfasis necesario para contribuir a las soluciones. Y de dejar en evidencia no meramente los sesgos de las teorías económicas, sino también la deshonestidad de algunos de los contendientes.
Krugman (Albany, 1953), premio Nobel de Economía y profesor de la City University of New York (epicentro del epicentro), parte del reconocimiento de que la economía está atravesada por la política y, por lo tanto, por valores. Los piensa en términos de la clásica oposición derecha-izquierda, que enfrenta el laissez faire a una mayor intervención del Estado.
El problema en Estados Unidos hoy, dice el economista, no es de filosofía política. Tampoco de falta de evidencia. Es una cuestión de intereses y de la capacidad de unos pocos para imponer los suyos sobre todos los demás. Las "ideas zombis" de las que habla Krugman son postulados que han sido reiteradamente refutados y que, sin embargo, persisten, porque favorecen a una porción minoritaria, pero poderosa de la sociedad norteamericana.
El trabajo de Krugman, habitual en la prensa, lleva décadas. Contra los zombis recopila más de noventa columnas, escritas desde 1991, muchas de ellas publicadas en The New York Times. Pero el esfuerzo sostenido comenzó en la primera gestión de George W. Bush, "deshonesta hasta niveles nunca antes vistos en la política estadounidense". ¿Y Trump? Escandaliza, pero no es tanto "una ruptura del pasado como adónde nos ha estado llevando el movimiento conservador durante décadas", dice Krugman, .
El libro recorre debates clave: las jubilaciones, el sistema de salud, la crisis de 2008 y su después, las reformas fiscales, las guerras comerciales, el cambio climático, el papel de los medios, la crisis de la teoría económica, y la desigualdad: un problema en sí mismo, pero también consecuencia y causa de otros tantos.
Krugman publicó el primer artículo sobre la desigualdad en Estados Unidos en 1992. En esa sección, discute en primer lugar la mismísima negación de los datos, primera línea defensiva de los conservadores. Y luego rebate tres argumentos desbancados que regresan como los muertos vivos: que se debe al crecimiento salarial de los trabajadores calificados (no: se debe a una elite minúscula, ultra rica, dice); que se debe a la decadencia moral de las clases trabajadoras, como la pérdida de los valores familiares (es al revés); que se debe al avance de la tecnología.
Sobre el último punto, reiterado urbi et orbe, Krugman muestra que, hasta 1970, el aumento de la productividad se tradujo en aumento de sueldo para la mayoría de los trabajadores. La responsabilidad recae en la desindustrialización, la pérdida de poder de los sindicatos y la falta de acción política.
Aquí empalma el aporte del segundo de nuestros expertos. Si en El capital en el siglo XXI, su gran libro de 2014, Thomas Piketty (Clichy, Francia, 1971)mostraba que el capitalismo librado a su suerte crea, simultáneamente, crecimiento y desigualdad, en Capital e ideología completa su argumentación con una revisión histórica.
En el volumen, de más de mil páginas, vuelve a la idea de los valores detrás de la economía. Piketty, director de investigación en la École de Hautes Études en Sciences Sociales (Ehess) de Francia, define "ideología", en un sentido positivo, como "un conjunto de ideas y de discursos a priori plausibles y que tienen la finalidad de describir el modo en que debería estructurarse una sociedad". Ideas que se reproducen a través de las instituciones: la familia, el sistema educativo, la religión, la organización del Estado, el régimen fiscal.
Piketty parte de la Edad Media, sigue por las sociedades propietaristas y las esclavistas y coloniales de la Edad Moderna, para llegar a "la gran transformación" del siglo XX, donde discute la visión socialdemócrata, que califica como "la igualdad inconclusa", y las sociedades comunistas y poscomunistas, incluyendo la singularidad china, una "economía mixta autoritaria".
Se detiene en el análisis del "hipercapitalismo" actual y "la sacralización de los multimillonarios". Describe alternativas que explican parte del problema, como la centroizquierda dividida en Europa y Estados Unidos y el "socialnativismo" xenofóbico, es decir, la derecha identitaria. Y dedica casi cien páginas a una suerte de programa por un "socialismo participativo en el siglo XXI", bien articulado pero que no termina de encontrar los actores sociales que lo impulsen.
"La desigualdad no es económica o tecnológica: es ideológica y política", concluye Piketty. Es elegida, es sostenida materialmente y es defendida discursivamente. Incluso a costa de los hechos, las verdades arduamente alcanzadas a través de la investigación en las sociedades que nos gusta llamar "del conocimiento".
Son los zombis del estadounidense Krugman. Que representan, entonces, la "ideología" en el sentido negativo. La primera definición de ideología de Marx: el velo que tapa la realidad.
Frente a la mirada y la propuesta long durée de Piketty, el trabajo del tercero de la troica, Joseph E. Stiglitz (Gary, 1943), profesor de Columbia y también premio Nobel, tiene precisión y sentido de oportunidad para dar el debate preeleccionario en su país, Estados Unidos.
Capitalismo progresista. La respuesta a la era del malestar comienza con una reunión de esas de película, el aniversario cincuenta y cinco del fin del secundario. Stiglitz nació en Gary, una pequeña ciudad siderúrgica de Indiana. El reencuentro lo sitúa en un lugar crítico: los que perdieron frente a la conversión de Estados Unidos en una economía de servicios, globalizada.
La nostalgia, sin embargo, no domina el libro, que es de batalla. Los cuarenta años de políticas neoliberales –incluidos el gobierno de Bill Clinton, del que fue asesor– dibujan una línea directa al presente problemático. Como Krugman, Stiglitz dedica buenas pruebas a mostrar los efectos de los recortes impositivos de Trump, que exageran medidas ya ensayadas, y fracasadas. Y, como él, habla de la "economía vudú", basada en "supersticiones egoístas".
Con una mirada que da al Estado un papel fundamental, Stiglitz demanda mayor apoyo a la educación, mayor inversión en infraestructura y una acción decidida frente al cambio climático que no se contradice con el impulso a la economía.
En esta coyuntura, vale su diagnóstico sobre salud: la expectativa de vida en Estados Unidos está entre las más bajas de los países industrializados (cinco años por debajo de la de Japón), y en declinación desde 2014.
Claro, figura también la discusión sobre Medicare y la necesidad urgente de que la cobertura médica se extienda en el país del norte. No es un problema de financiación sino de decisión política, que no excluye a los actores privados: "necesitamos un Gobierno que opere de manera flexible respecto a la mejor forma de organizar la producción y el suministro de estos servicios", anota el economista.
Algunos comentaristas señalaron que el libro de Stiglitz es un buen manual del que los candidatos podrían elegir propuestas de campaña. Hasta antes de la pandemia, no parecía que los demócratas pudieran aprovecharlas, frente al avance de Trump. Ahora habrá que ver, después del "coronacoma" (el neologismo es de Krugman), cómo se reestructura el campo de fuerzas.
CONTRA LOS ZOMBIS
Paul Krugman
Crítica
Trad.: Y. Fontal
463 págs./ $ 890
CAPITAL E IDEOLOGÍA
Thomas Piketty
Paidós
Trad.: D. Fuentes
1274 págs./ $ 1950
CAPITALISMO PROGRESISTA
Joseph E. Stiglitz
Taurus
Trad.: J. Collyer
496 págs./ $ 1099