Nota mental. Los beneficios de charlar, incluso con robots
Conversar con un chat, por ejemplo, mejora nuestras ideas porque nos obliga a pulirlas para presentarlas en público
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Estoy en una carrera y acabo de pasar al segundo. ¿En qué puesto quedé? La mayoría de las personas responderían, sin pensar, que voy primera. Pero, ay, la respuesta correcta es que solo voy segunda, porque todavía no logré pasar a quien lleva la delantera.
Es un ejemplo simple de un diálogo que mejora nuestra comprensión del mundo: si contestamos rápido nos equivocamos; pero si nos explican, en general todos entendemos y corregimos el error. La vida está llena de estas conversaciones. Los humanos, así como podemos ser tozudos e inflexibles, solemos ser bastante buenos para reconsiderar nuestras respuestas en este tipo de cuestiones fácticas. Es uno de los argumentos centrales del libro El enigma de la razón, de los investigadores Hugo Mercier y Dan Sperber: nuestro cerebro es tremendamente hábil para construir conocimiento de manera social, cooperativa, colectiva.
Esta característica de los humanos hace juego con Chat GPT, el bot de inteligencia artificial del que todos hablan, y con el que todos hablan. Para quienes no lo hayan probado aún, Chat GPT es un servicio de la empresa Open.ai que, en base a toda la información de internet hasta 2021, puede conversar con nosotros de manera fluida sobre cualquier tema. No entiende, pero sabe qué palabras colocar en cada frase. Se lo ha probado para escribir raps, poesías y mails, para regatear tarifas de servicios, aprobar exámenes y tener éxito en Tinder, entre muchas otras cosas.
La línea común a todas estas actividades es que puede conversar, y de una forma tan creíble y fluida que nos hace sentir en una verdadera charla. Aún sabiendo que estamos frente a un algoritmo, es muy difícil no decirle gracias y por favor. Después de todo él o ella también usa buenos modales y nos hace aportes útiles. Es un combo irresistible. Los humanos tendemos a la reciprocidad, porque el toma y daca es una herramienta central de la cooperación.
Es interesante pensar al bot –ante todo– como una máquina de conversar. Mariano Sigman acaba de publicar El poder de las palabras, un libro sobre cómo la conversación puede mejorar nuestra vida. Lo presentó con un curso en Instituto Baikal donde mostró evidencia de los beneficios de tener buenas charlas, con otros o con nosotros mismos. ¿Funcionará también con un bot?
Sigman recordó un experimento que hizo, junto a Joaquín Navajas, Gerry Garbulsky y otros, en un TEDxRío de la Plata. Les pidieron a los participantes que resolvieran desafíos simples como cuál es la altura de la Torre Eiffel. Y encontraron que, en grupo, las personas llegaban a mejores resultados que solas.
Sigman recordó un experimento que hizo, junto a Joaquín Navajas, Gerry Garbulsky y otros, en un TEDxRío de la Plata. Les pidieron a los participantes que resolvieran desafíos simples como cuál es la altura de la Torre Eiffel. Y encontraron que, en grupo, las personas llegaban a mejores resultados que solas. Pero encontraron algo aún más sustancioso: los grupos que más mejoraron en sus resultados fueron aquellos donde los participantes pusieron en común los procedimientos que habían usado para llegar a sus conclusiones. Compartir con otros el paso a paso de mi razonamiento y escuchar los suyos es, al parecer, una forma de llegar a mejores respuestas.
Es interesante pensar esto aplicado al servicio de Open.ai, porque el bot no solo responde a nuestras preguntas, sino también a las repreguntas. Y es posible pedirle que nos explique cómo llegó a una conclusión. Esa respuesta, a la vez, podemos compararla con nuestro razonamiento para ver si lo enriquece. En mi experiencia, muchas veces lo hace.
En otro experimento, Sigman y su equipo les pidieron a los participantes que discutieran qué harían en situaciones dilemáticas relacionadas con temas morales, como el aborto. Estos son los temas donde más nos cuesta congeniar. Sin embargo, el estudio mostró que hay más chances de las que creemos de alcanzar consensos. Esto sucede, sobre todo, cuando los participantes con visiones más extremas tienen poca confianza en sus argumentos y conversan con un tercero de posición mesurada pero firme: ese convence al grupo y lo lleva a acordar.
Este resultado también puede combinarse con la inteligencia artificial. Chat GPT es muy bueno para argumentar, para conversar, y para adoptar el tono y la posición que le indiquemos. Podría ser un excelente mediador, con el potencial y los riesgos que eso implica.
Por último, Sigman mencionó que conversar mejora nuestras ideas porque nos obliga a pulirlas para presentarlas en público. Es exactamente lo que se necesita para darle órdenes al bot y convertirlo en nuestro partenaire intelectual. Esto no quiere decir que sus ideas sean mejores que las de los amigos y colegas –que nadie se ofenda– pero sí que cumple la función de obligarnos a refinar lo que pensamos, sin ponernos pesados con ningún humano conocido.
Directora de Sociopúblico