Nota mental. Identificar humanos y otras propuestas del nuevo Twitter
En el mundo digital se necesitan más argucias que en el físico para distinguir a las personas y reconocerlas como seres únicos e irrepetibles
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Cuando Elon Musk se dio el gusto y compró Twitter, anunció que se propone “autenticar a todos los humanos” que usen la plataforma. También aclaró que no le parece sencillo: “Venceremos a los bots o moriremos en el intento”, dijo, en una cruzada contra las cuentas falsas de Twitter que promueven estafas o desinformación. El tema es tan épico como su declaración.
Determinar si hay una persona al otro lado de cualquier comunicación no presencial es cada vez más difícil. Peor aún si se quiere saber exactamente quién es esa persona. Me encantaría averiguar quién me lee ahora, además de los algoritmos que organizan contenido, pero por ahora seguiré en la ignorancia o moriré en el intento, como Elon. Todas las comunicaciones digitales –como una videollamada o un chat– son en cierta medida una conjetura. Asumimos que alguien nos escucha pero solo vemos una imagen sintética o un conjunto de caracteres. No podemos estar seguros.
En el mundo digital se necesitan más argucias que en el físico para distinguir a los humanos e identificarlos como seres únicos e irrepetibles. Las estrategias se basan siempre en algo que sabemos, algo que tenemos o algo que somos. Algo que sabemos puede ser una contraseña; algo que tenemos, un documento o las tarjetas que se usan para entrar a una oficina; algo que somos, nuestras huellas digitales o nuestra cara expuesta al reconocimiento facial. Todos los sistemas tienen pros y contras. Por ejemplo, los datos biométricos pueden ser muy seguros, o lo serán a medida que la tecnología mejore, pero tienen el problema de ser irremplazables. Si alguien roba mi contraseña puedo elegir otra, pero si alguien roba mi huella digital no me voy a cambiar el dedo.
Desde el punto de vista de las plataformas, los bancos, los gobiernos y muchos otros que necesitan identificarnos, el asunto es cada vez más enredado. ¿Cómo probar quién es humano y quién un bot estafador? A medida que la inteligencia artificial se perfecciona, con desarrollos como GPT3, que produce discurso similar al humano, las distinciones se vuelven más imperceptibles.
¿Cómo probar quién es humano y quién un bot estafador? A medida que la inteligencia artificial se perfecciona, con desarrollos como GPT3, que produce discurso similar al humano, las distinciones se vuelven más imperceptibles.
Una de las herramientas clásicas para mostrar que nosotros somos nosotros son los documentos de identidad. Es la forma que tienen los estados nacionales para identificarnos, lo que constituye una de sus razones de ser: siempre necesitaron contarnos bien para conseguir soldados o contribuyentes.
Por eso se inventaron los documentos y también los censos, como el que se hará en Argentina el 18 de mayo. Este será distinto a los anteriores porque una parte de la recolección de los datos será digital. Quien quiera puede subir su información ahora mismo en censo.gob.ar.
La modalidad virtual metió al censo de cabeza en el problema de la autenticación de humanos. El censista que toca timbre puede ver a la persona de carne y hueso que va a censar y dar fe de su humanidad. La web del censo no. Por eso pide el número de DNI, según explicó el INDEC: para evitar que haya bots respondiendo las preguntas. El DNI no es parte de la información que se recaba, sino un filtro de ingreso al sistema.
El argumento puede ser lógico pero encendió –con razón– las alarmas de los defensores de la privacidad. Si el sistema tiene mi DNI junto a todos los datos que pide el censo, es muy fácil que los datos se vinculen a mi nombre, algo que está lejos de los estándares de anonimato que exige un censo. Pero a la vez, sin eso, la digitalización es mucho más difícil. Qué dilema.
El emprendedor argentino Santiago Siri lanzó el año pasado un proyecto que se dedica a autenticar humanos sobre la red blockchain. Se llama Proof of Humanity y se ofrece como alternativa superadora a los documentos de identidad, porque no está sujeta a la voluntad de los estados nacionales. Uno de los primeros en anotarse fue Marcos Galperín, el CEO de Mercado Libre.
Nadie sabe bien qué está pensando Musk para Twitter. Puede ser un simple captcha o uno de esos ingeniosos filtros que nos obligan a identificar las fotos que tienen un semáforo o un puente, una tarea en la que somos por ahora mucho mejores que los bots. O puede ser un sistema más sofisticado y amenazante para la libertad de expresión, que no sólo distinga si hay un humano del otro lado, sino que también reconozca a ese humano en particular. De hecho Twitter ya tiene un sistema para validar las cuentas de los famosos y otro, más nuevo, para adquirir la propiedad de nuestra foto de perfil como token no fungible. Yo por ahora pienso twittear esta nota en mi cuenta, y si alguno de ustedes me responde, sabré que la leyó. O por lo menos, elegiré creer en el simulacro y estaré contenta.
Directora de Sociopúblico