No hay que enamorarse del cambio de expectativas
Al eliminarse el cepo se dará un paso adelante importante, pero además hay que ofrecer un sistema monetario estable
Todos sabemos que la herencia económica que dejará el kirchnerismo será un campo minado, siempre y cuando puedan llegar hasta el final del mandato sin que les estalle el campo minado a ellos. En economía sabemos que estos programas inconsistentes pueden saltar por la causa menos sospechada en el momento menos pensado.
Formulo esta advertencia porque un escenario posible es que el mercado se anticipe a corregir la distorsión cambiaria que pretende dejar el Gobierno. El cepo cambiario junto con el deliberado retraso de tipo de cambio real que impone el Gobierno usando el tipo de cambio como ancla contra la inflación siempre termina en saltos cambiarios importantes. Podría darse el caso que el mercado se anticipe a la corrección cambiaria y la gente retire sus pesos de los bancos para comprar divisas y termine habiendo una corrida financiera y cambiaria antes del cambio de gobierno. Puesto en otras palabras, cuando se retrasa artificialmente el tipo de cambio, el que lo hace sabe que está jugando con fuego y puede terminar quemándose él solo.
Pero imaginemos que nada estalla hasta el final del actual mandato y le entregan reservas mínimas al próximo gobierno, con el tipo de cambio real atrasado, déficit fiscal, un gasto público disparatado, una presión fiscal asfixiante como la actual y el resto de los problemas que conocemos. Mi impresión es que el próximo gobierno no tiene que comprar el argumento que con el solo cambio de expectativas se soluciona todo.
En el inicio de 2000, primero se armó el blindaje y luego el megacanje. Se partía del falso supuesto que el mayor endeudamiento era sustituto de las reformas estructurales. Que al conseguir el crédito se podían financiar los desequilibrios de la economía y no hacía falta ninguna reforma de fondo, cuando, en rigor, el endeudamiento permitía transitar más suavemente el camino mientras se hacían las reformas. Era, en todo caso, una forma de "comprar" tiempo hasta que se hieran las reformas estructurales.
No nos engañemos y pensemos que el solo cambio de expectativas por la salida del kirchnerismo es sustituto de las reformas estructurales
Así como a principios de 2000 se creyó que el endeudamiento sustituía las reformas estructurales, no nos engañemos y pensemos que el solo cambio de expectativas por la salida del kirchnerismo es sustituto de las reformas estructurales. Sin duda que un nuevo gobierno que genere credibilidad y previsibilidad producirá un cambio de humor y expectativas que, bien aprovechadas, aliviarán la transición con, por ejemplo, el ingreso de capitales que suavizará el impacto de la corrección del tipo de cambio real que puede hacer el mercado una vez que se elimine el cepo y se libere el mercado.
Pero liberar el cepo y dejar flotar el tipo de cambio es solo un paso, porque si el desequilibrio fiscal persiste, la emisión monetaria para financiar el gasto acelerará la inflación alimentando, finalmente, una constante suba del tipo de cambio nominal. De manera que, más tarde o más temprano, habrá que dejar de ajustar al sector privado como se hace ahora y empezar a ajustar al sector público revisando los nombramientos de miles de cargos inventados por el kircherismo o los contratos de obras públicas donde, seguramente, habrá mucho dinero para ahorrar.
Frenar el problema inflacionario y evitar un salto cambiario descontrolado implica poner orden fiscal y eso, inevitablemente, va de la mano trabajar por el lado del gasto y, por supuesto, por el lado de los impuestos. Con esta carga tributaria es impensable atraer una corriente inversora lo suficientemente importante como para crear puestos de trabajo en cantidad suficiente que absorba la mano de obra desocupada más los jóvenes que todos los años se incorporan al mercado laboral.
El kirchnerismo hizo del impulso del consumo artificialmente alto el centro de su política económica para construir su poder político. Deja destruido el sistema productivo. El desafío que debemos enfrentar los argentinos es volver a poner orden en la secuencia económica para terminar con la pobreza y lograr niveles de consumo sostenibles. Esto significa que la secuencia económica será crecer en base a inversiones y exportaciones. La propuesta es que, en vez de reactivar la economía -política que siempre es de vuelo corto- ir al crecimiento de largo plazo con inversiones y exportaciones como forma de crear puestos de trabajo y mejoras de salario real.
Correrá con la gran ventaja de poder producir un fenomenal cambio de expectativas solo desregulando la economía, eliminando el cepo, quitando los absurdos controles de precios y dejando flotar el tipo de cambio. Pero no hay que enamorarse solo de las expectativas
Las inversiones se consiguen no solo con el cambio de expectativas, también con calidad institucional y políticas económicas consistentes. El solo hecho de eliminar el cepo puede atraer inversiones porque con el cepo nadie entra si luego no puede salir. Al eliminarse el cepo se dará un paso adelante importante, pero además hay que ofrecer un sistema monetario estable donde la inflación no impida el cálculo económico para hacer inversiones y ser competitivos desde el punto de vista impositivo. Los inversores también buscan aquellos países en que la carga tributaria no sea confiscatoria como en nuestro caso.
En síntesis, el nuevo gobierno, si no es k, correrá con la gran ventaja de poder producir un fenomenal cambio de expectativas solo desregulando la economía, eliminando el cepo, quitando los absurdos controles de precios y dejando flotar el tipo de cambio. Pero no hay que enamorarse solo de las expectativas y creer que solo con el cambio de expectativas la Argentina entra en un nuevo sendero de crecimiento. El cambio de expectativas es condición necesaria pero no suficiente para no fallar. Además habrá que arreglar el fenomenal destrozo económico e institucional que tuvimos en la década desperdiciada y eso significa implementar profundos cambios estructurales.
La reacción positiva puede ser un salto fenomenal. La recuperación puede ser más rápida de lo imaginado. Simplemente me parece oportuno resaltar que no hay que enamorarse del cambio de expectativas y asumir que la reconstrucción económica requiere de algo más.