No es la economía, es la educación
“La educación popular es la condición primera, la base fundamental de la vida política, económica y moral de los pueblos”. (Juan Bautista Alberdi, párrafo extraído del libroBases y puntos de partida para la organización política de la Argentina, 1852)
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Días atrás presentamos formalmente desde Educar 2050 al secretario de Educación Nacional, Carlos Torrendell, el documento final que resume las propuestas al gobierno de política pública recibidas en las Mesas de Diálogo para el Aprendizaje en Argentina (Mediar) versión dos, realizadas durante 2023. Dichos aportes provienen del diálogo con especialistas, académicos y funcionarios (Alejandro Ganimian, Irene Kit, Susana Decibe, Walter Grahovac y José Thomas); de la experiencia internacional (Tamara Vinacur del Banco Interamericano de Desarrollo (BID-Educación y Olavo Nogueira de “Todos por la Educação”, organización brasileña socia de Educar 2050 en Reduca); de protagonistas de la escuela (directoras, docentes y estudiantes); del diálogo con madres, la organización “Padres Organizados” y distintos representantes de la sociedad civil nacional (Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario – Clayss y de la Red “Primero Educación” que reúne más de 35 ONGs de la Argentina) y, finalmente, las reflexiones originadas en el XVI Foro de Calidad Educativa, punto final de la campaña “YoVotoEducacion”, en el panel entre Alejandro Morduchowicz y Axel Rivas, moderado por Luciana Vázquez. El proceso detrás del documento persiguió un objetivo específico: realizar un aporte concreto al nuevo gobierno, proveniente de distintas miradas, para ayudar a lograr una mejora de los aprendizajes de nuestros estudiantes del ciclo obligatorio.
En 2019 ya habíamos realizado esta experiencia y entregamos el documento respectivo al anterior ministro Trotta y a las comisiones de Educación del Poder Legislativo. ¿Por qué este mecanismo? Porque el diálogo es la mejor herramienta para recoger diferentes reflexiones y recomendaciones para un sistema que no logra desde hace varias décadas mejorar la más obvia de las garantías vinculadas al derecho a la educación: que la mayoría de estudiantes aprenda. Y esta realidad, tan dolorosa como urgente, requiere para su reversión de un punto de partida prioritario: que el Poder Ejecutivo Nacional y el de las 24 jurisdicciones del país acepten y definan sus acciones de gobierno teniendo el compromiso que supone la cita de Alberdi que encabeza esta columna: la educación es la condición primera.
Detengámonos un momento en este punto. Es evidente que esta premisa no es ni ha sido aceptada por los gobiernos de la Argentina. Las demandas económicas, la inflación, la inseguridad y distintos aspectos vinculados a la crisis social han desvirtuado la necesidad de colocar a la educación primero. Esto se ha escondido con hechos innegables, como destaca el documento Mediar referido anteriormente, pero no iluminados por el reclamo de la sociedad: no es posible que millones de estudiantes estén fuera de la escuela, que la inversión en educación no sea la que la ley exige, que el manejo de los fondos sea ineficiente y que se incumplan las obligaciones que surgen de la ley de educación nacional (de hace 18 años atrás) y de leyes del sistema. Todo esto es muy dañino para el desarrollo económico argentino, como explica la investigación reciente hecha pública el 17 de junio pasado por Unesco “El precio de la inacción: los costos privados, fiscales y sociales globales de los niños y jóvenes que no aprenden”, donde destaca los billones de dólares al año que les cuesta a los países la falta de buena educación. Por eso y por el costo social que supone debe ser prioritario revertir esta realidad: desde hace más de 20 años más del 50% de los adolescentes no comprende lo que lee (pese a que en países vecinos han logrado mejorar la lectura), más del 60% no termina sus estudios obligatorios en tiempo y forma, más del 80% de estudiantes del último año del secundario no puede resolver un ejercicio simple de matemáticas. Y esto es más grave aún porque, en este contexto, no se cumplen los 180 días efectivos de clase ni las horas obligatorias, no se paga un sueldo digno a los buenos docentes ni en general se los forma y apoya como corresponde y la brecha con los malos resultados de los niveles socioeconómicos más bajos agiganta la falta de equidad de un sistema trágicamente dañado por los niveles de pobreza.
¿Qué implica esta situación? Pues que no se ha entendido la relevancia de la educación en la Argentina. Además de la Unesco, distintos prestigiosos pensadores y ganadores del Premio Nobel de Economía han sostenido -como Amartya Sen, Joseph Stiglitz, Paul Krugman o Thomas Piketty entre otros-, que la educación es la piedra fundamental para el desarrollo y la libertad verdadera y que descuidarla en favor de prioridades económicas a corto plazo puede tener efectos perjudiciales a largo plazo. Por eso es tan importante entender que la condición es colocar primero a la buena educación. Nadie discute que la economía sea importante, pero nadie debería discutir que tan relevante o más es educar bien. No hay mejor manera de luchar contra la pobreza que enriqueciendo el cerebro y el alma de los niños. Pero para lograrlo se necesita que el Presidente y los gobernadores comprendan y hagan suya, en los hechos, la premisa alberdiana: la educación deber ser la condición primera, y por lo tanto se debe contar con los recursos y la decisión que una prioridad supone. No hay otra forma. Nunca más aplicable la sabiduría de aquel aforismo que dice: “Si crees que la educación es cara, prueba con la ignorancia”. Es simple: primero, educación.
Presidente Educar 2050