No cualquiera puede hablar en "vesre"
"En la investigación sobre «El negocio de la basura» del suplemento Enfoques del 25 de junio, en la nota titulada «Hay hambre, ¿qué podés hacer?», he encontrado dos faltas de ortografía en palabras que provienen del lunfardo. La primera es * kapanga , la cual no debería ser escrita con k , sino con la correcta c , o sea, capanga , que significa ´jefe o capataz, líder, persona de autoridad sobre un grupo ", escribe Walter F. Chulman.
"La otra está en la palabra * zarpando , la cual es frecuente, e incorrecto, que se escriba con z . Esto es un error, ya que dicha palabra proviene del verbo pasar , pero dicho al «vesre». Lo correcto, entonces, es escribir sarpando , con s .Por ejemplo, cuando decimos que alguien «se pasó» (exageró, hizo algo fuera de lo común, actuó brillantemente, etcétera), al «vesre» debemos escribir que «se sarpó» y no «se zarpó»", termina el lector.
Y tiene razón. No hay motivo para escribir capanga con ka , ni siquiera un motivo etimológico, ya que esta palabra, como muchos lunfardismos, es un brasileñismo y en el portugués del Brasil también se escribe con ce . Y con ce está registrada, como vulgarismo, para esta área de América en el Diccionario de la Real Academia Española. En cuanto a sarpar , el error es comprensible porque, sin conocer de dónde viene, se lo confunde con el verbo zarpar .
Es interesante la formación de sarpar , mediante un procedimiento que también se da en garpar por pagar . No es tan fácil hablar en "vesre" auténtico, porque el "vesre" no consiste en invertir el orden de las sílabas de cada forma de una palabra o de una familia de palabras. Generalmente se parte de una forma y se da vuelta: en este caso, el infinitivo pasar , que da sarpa . Pero sarpa no puede ser un infinitivo porque los infinitivos terminan en -r . Entonces se adapta la forma a la morfología regular española y se agrega la -r . Así tenemos ya un verbo sarpar , que puede conjugarse regularmente. Y la ere de la sílaba sar- , la terminación del infinitivo original, se mantiene en todo el paradigma. De esta manera, las formas resultantes son muy diferentes de lo que resultaría de invertir el orden de las sílabas de cada una de las formas del paradigma de la palabra original (por ejemplo, el gerundio sarpando no resulta de invertir el orden de las sílabas de pasando ), pero tienen la ventaja de que, al constituir un paradigma regular, puede entenderse fácilmente su valor gramatical.
Estas adaptaciones morfológicas se dan no solo en la flexión sino también en la derivación. Un caso tal vez extremo es el del verbo lunfardo ortibar , «vesre» por el también lunfardo batir (´contar, denunciar, delatar ). Nadie diría que ortibar viene de batir , y en verdad no viene directamente. De batir deriva el sustantivo batidor , que al revés es dortiba , pero dortiba da por aféresis ortiba . Y del sustantivo ortiba deriva a su vez el verbo ortibar .
Muchas manos en un plato
Los palacios reales suelen tener escaleras imponentes, pero no son lugares muy adecuados para hacer ceremonias. Escribe Pedro L. Baliña:
"Hace unos días, en una crónica sobre la visita del Presidente a España, un enviado especial habló de un lugar donde, en una de las tantas ceremonias, se haría el «pasamanos». ¿No correspondía decir «besamanos»?
"Y el 25 de junio, en la nota «El aeropuerto de Ezeiza es caro», se escribe que Gérard Petit, director regional de Air France-KLM, «cree que los costos de la terminal no se condicen con el servicio...». Por lo visto, el autor no leyó el «Diálogo semanal con los lectores» del 12 de junio", concluye.
Está claro que el cronista del viaje presidencial confundió pasamanos con besamanos , pero no está tan claro con qué lo confundió el cronista de la Copa Mundial de fútbol que el 19 de junio, en la nota "Y hasta Maradona fue a ver jugar a Brasil", escribió: "Una hermosa chica mexicana que hacía un pasamanos con su cámara para que lo tomaran a Maradona".
¿Qué sentencia?
"A más de no saber mucho de gramática, la naturaleza no me ha dotado de un buen oído. Sin embargo, cuando diariamente leo LA NACION, encuentro expresiones que no me «suenan» bien. Ejemplo: en la columna «Ayer y hoy» del 26 de junio, página 3 de la primera sección, hablando del fiscal que fue la pesadilla de Bill Clinton, se dice que uno de los juicios «terminó con la sentencia de tres allegados a la pareja presidencial». Habrán querido decir «con la condena». ¿Es correcto?", escribe Aldo Hugo Cantón.
Los juicios generalmente terminan con una sentencia, pero esto no nos dice nada porque la sentencia es la resolución del juez y puede ser condenatoria o absolutoria. Evidentemente, el redactor ha extendido, impropiamente, al sustantivo sentencia una acepción del verbo sentenciar , que, además de su significado más general de ´pronunciar sentencia , puede significar ´condenar . Esto se entiende cuando se expresa la pena: "Lo sentenciaron a diez años de prisión". Y de ahí expresiones como "estoy sentenciado", equivalente a "estoy condenado", que suelen usarse figuradamente, más allá de un contexto judicial. Pero el sustantivo tiene un sentido más neutro y por sí solo no basta para entender que la sentencia es una condena.
Lucila Castro recibe la opiniones, quejas, sugerencias y correcciones de los lectores por fax en el 4319-1969 y por correo electrónico en la dirección dialogos@lanacion.com.ar