Ni salud, ni economía: trabajo
Durante la cuarentena argentina, la más larga del planeta, el debate público se centró en la ética que supone una falsa contradicción entre la salud y la economía. Desde el aparato de gobierno se bajó línea de que plantear dudas sobre la extensión y profundidad de la cuarentena era priorizar la economía sobre la vida de las personas. El Presidente llegó a decir el 6 de mayo que "salir de la cuarentena es llevar la muerte a miles de argentinos".
Sin embargo, el planteo "salud versus economía" es incorrecto por tres motivos principales. En primer lugar, cuando se contrapone la salud a la economía se utiliza una técnica de comunicación que busca frivolizar los aspectos humanos que están detrás de la producción. ¿Qué es este concepto sino el trabajo de millones de argentinos que sostienen las mesas de millones de familias?
El Informe de Sustentabilidad del Empleo publicado por el Instituto de Estudios Estratégicos en Seguridad (IEES) deja en claro que la economía involucra un conjunto de procesos y relaciones humanas. En este informe, se expone que de cada 10 puestos de trabajo registrados en la Argentina, entre 6 y 7 son generados por pymes y mipymes. El resultado de la cuarentena fue trágico para estas pequeñas y medianas empresas: un 78% han tenido que sacrificar sus ahorros para sostener el pago de los sueldos de sus empleados. ¡O sea que corren peligro 5.800.000 trabajos registrados!
Según este análisis, la importancia de los trabajos registrados es fundamental, ya que sostienen al resto del sistema. ¿Cómo hacen 12 millones de personas con su trabajo para aportar los impuestos que permiten a 19 millones de personas recibir cheques del Estado o funcionar en la informalidad? En los últimos ocho años, el empleo público ha crecido un 22% mientras que el empleo privado se ha reducido. Esta ecuación no es sustentable y su proyección en el futuro es cada vez más desalentadora.
En segundo lugar, el impacto del Covid-19 será mucho más fuerte en la Argentina que en el resto de América Latina. La caída del PBI en la Argentina se proyecta en un 15% para 2020, mientras que en Brasil será del 7% y en México, del 12%. Este número se agrava cuando se tiene en cuenta que la recuperación de la Argentina será más lenta que en el resto de los países. Entre 2020 y 2021, nuestro país proyecta una caída del 10% mientras que América Latina caerá un 5% en promedio, Brasil un 3%. En contraste, China, que fue el epicentro de la pandemia, se recuperará tan rápido que en lugar de caer, va a crecer un +10% en dos años. Estados Unidos también está recuperando su mercado de trabajo a un ritmo fenomenal. El Covid-19 fue una brisa para China o EE.UU. y un huracán nivel cinco para la Argentina.
Por último, un paper publicado por Carlos Grushca, investigador de la Universidad de Buenos Aires, en la Revista Latinoamericana de Población, hace varios años, pone en jaque el pensamiento del gobierno. En esta investigación se muestra cómo la mortalidad en la Argentina fue disminuyendo significativamente durante todo el siglo XX. El autor le asigna un lugar destacado a las conquistas productivas que permitieron mejorar las condiciones de vida de la población entre 1900 y 1940. Dice el estudio que por cada 10 puntos de aumento en el indicador de necesidades básicas insatisfechas, la esperanza de vida de la población argentina se reduce en un año y medio. El aumento de la pobreza que veremos acorde a la tremenda caída que ha sufrido la producción argentina no es otra cosa que un aumento de la mortalidad. El paper sostiene que menores niveles de ingresos en la población llevan a niveles más altos de desnutrición infantil, especialmente en los menores de 10 años.
Los países que confían en sus ciudadanos alcanzan una enorme capacidad de recuperación
¿Cuántos años y cuánta calidad de vida nos ha costado a los argentinos la destrucción del trabajo a causa de la falta de planificación del gobierno? Ni salud, ni economía fue el resultado de la cuarentena. En esta instancia, la pregunta correcta es cómo haremos los argentinos para poner al país en un camino de recuperación productiva luego de esta cuarentena que ha destruido el trabajo y la producción a niveles nunca antes observados.
La respuesta a esta pregunta no puede encontrarse en recetas populistas, sino en un programa basado en poner al Estado al servicio de la iniciativa privada. Los países que confían en sus ciudadanos alcanzan una enorme capacidad de recuperación. Estados Unidos, Alemania y Japón son ejemplos de países con grandes diferencias en sus sistemas económicos, pero con una característica común: la facilidad para hacer negocios. Estos tres países -que se encuentran en los primero 29 lugares del índice Doing Business que publica el Banco Mundial- cobran menos impuestos, tienen menos burocracia y son más confiables que la Argentina -que se encuentra en el puesto 126 del mismo índice-.
En conclusión, hay dos caminos que puede tomar la Argentina a partir del día después de la cuarentena: virar el timón hacia el florecimiento de las iniciativas privadas que multipliquen inversiones y puestos de trabajo legítimos, o continuar con la destrucción del capital en una navegación que tiene como destino inminente la duplicación de la pobreza.
Magister en Finanzas y Secretario del Instituto de Estudios Estratégicos en Seguridad (IEES)