Negociaron los muertos de la AMIA
Hace dos años, en Addis Abeba, el canciller Héctor Timerman firmó junto a su par iraní el memorándum de entendimiento referido al atentado terrorista que voló la AMIA y asesinó a 85 personas hace 20 años. La República Islámica de Irán eligió la fecha: fue el día internacional de conmemoración de las víctimas del Holocausto judío. Eso implicó un triunfo simbólico del régimen iraní presidido por Mahmoud Ahmadinejad, quien años antes había llamado a "borrar a Israel del mapa".
Según la reciente denuncia del fiscal Nisman, el tratado fue el punto de llegada de una larga negociación clandestina en la que se selló la impunidad de los acusados iraníes por razones ideológicas, geopolíticas y comerciales.
En 2013, Cristina Kirchner, por cadena nacional, y Timerman, afirmaron que el acuerdo era "histórico". Nuestro canciller sostuvo que se había alcanzado "en un diálogo directo con Irán", según reveló a la agencia Télam. Le daba la razón al periodista Pepe Eliaschev, a quien había denigrado públicamente dos años antes: la conversación secreta con Irán existía desde hacía tiempo. Ahora sabemos que las negociaciones empezaron antes del encuentro "oficial" de cancilleres en Alepo, auspiciado por el presidente sirio, Bashar al-Assad. La denuncia del fiscal lo ratifica.
A mediados de 2010, el presidente sirio había visitado Buenos Aires. Culminaba aquí una gira que lo había llevado a Venezuela, Cuba y Brasil. Se reunió con la presidenta argentina y ofició como vocero de intereses del régimen iraní. Néstor Kirchner aún vivía.
Según consignó Página 12, el sirio "incursionó en un tema delicado al sostener su ilusión de que la Argentina, a través del Mercosur, contribuya a las iniciativas brasileñas en el tema nuclear de Irán". Poco tiempo después, Brasil dio marcha atrás y se corrió del asunto frente a la condena de Estados Unidos y de otras potencias. En ese momento, la visita de Al-Assad a Buenos Aires fue repudiada públicamente por la DAIA, que condenó "el virulento antisemitismo y antiisraelismo" de aquél.
Desde julio de 2012, el gobierno argentino evitó pronunciarse sobre la peor tragedia humanitaria de este siglo: la masiva y aberrante violación de derechos humanos que el régimen sirio de Al-Assad viene perpetrando sobre su población civil y que ha causado más de 100.000 muertes y casi cuatro millones de ciudadanos sirios desplazados al Líbano, Jordania, Irak y Egipto.
Las sobreactuaciones de Cristina Kirchner no sorprenden a nadie y menos aún logran tapar los silencios cómplices. La actitud presidencial frente al atentado terrorista contra la revista francesa Charlie Hebdo lo ratifica. Al igual que sus dichos en la pasada Asamblea General de la ONU, cuando expresó: "¿Qué pasó cuando firmamos este memorándum? Se desataron los demonios internos y externos. Las instituciones del pueblo judío se manifestaron en contra y nos acusaron de complicidad con el Estado de Irán".
Hace tiempo que dejé de creer en las casualidades. No sé cuánto podrá probarse en los tribunales de la denuncia que hizo el fiscal, pero la lectura política del pasado reciente y este presente no puede obviarse.
Como marcamos en el debate parlamentario, ese tratado ocultaba algo siniestro y macabro y no garantizaba el derecho de las víctimas a acceder a la verdad y a la justicia. "Los muertos no se negocian", dijo Sofía Guterman en 2013, en el acto central por el décimo noveno aniversario del atentado contra la AMIA. Los negociaron. Los responsables deberán enfrentar a la Justicia, a la sociedad y a la historia, que siempre juzga y también condena.