Mujeres del 27: la otra generación
Un trabajo multimediático recupera las figuras femeninas, mayormente postergadas, del movimiento clave de las letras y el arte españoles del siglo pasado
¡Apedreen a los artistas del tercer sexo! Una orden de ese calibre podrían haber escuchado quienes estaban caminando por la Puerta del Sol de Madrid el mismo día en el que cuatro amigos decidieron desafiar las normas sociales y descubrir sus cabezas: es cierto que no eran personajes cualquiera, sino cerebros privilegiados que cambiarían la historia cultural de España a través de la llamada Generación del 27. Insultos y pedradas cayeron sobre ellos cuando los sombreros dejaron su lugar. Los rebeldes eran Margarita Manso, Salvador Dalí, Maruja Mallo y Federico García Lorca. Los hombres no necesitan presentación pero ellas, lamentablemente, sí. Manso estudió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y trabajó junto con Lorca en el proyecto teatral La Barraca. Además, tuvo un fugaz e intenso amor con él que queda reflejado en Romancero gitano, donde le dedica el poema "Muerto de amor". La otra mujer, Mallo, era una pintora que se trasladó con veinte años a Madrid desde su Galicia natal. Allá se fue formando hasta crear una obra pictórica de una potencia que no tiene nada que envidiar a la de Dalí. Posteriormente exiliada, tras varios tumbos se asentó en Nueva York, donde Andy Warhol la sostuvo como una clara precursora del Arte Pop.
¿Cómo es que semejante artista es apenas conocida en su país? La respuesta está en el silencio continuado sobre su obra y la de otras muchas compañeras de su generación que, si bien sufrieron el exilio, ya fuese interno o externo, como el resto de sus coetáneos, no tuvieron después el reconocimiento que a ellos sí les ha otorgado la historia. Las dos que salieron mejor paradas de ese marcado ostracismo fueron Rosa Chacel y María Zambrano. La primera, nacida en Valladolid en 1898, tras una breve incursión en el arte de la escultura, se decidió finalmente por la rama literaria y llegó a ser una novelista revolucionaria para la España de los años 30. Esto se dio con la publicación de Teresa, una obra engendrada al calor de la segunda República española, en un momento en el que el papel de la mujer estaba siendo repensado como actor social y transformador. Amiga de Ortega y Gasset, colaboró asiduamente en la Revista de Occidente. Tras la Guerra Civil Española tuvo que exiliarse: Suiza y Brasil fueron sus lugares de residencia. La huida operó en su obra como una anestesia que casi cortó de cuajo su carrera literaria. Sólo las becas que recibió al final de su vida, ya de vuelta en Madrid, permitieron que saliera a la luz otra obra inolvidable: Barrio de Maravillas. Por su parte, María Zambrano se destacó en el campo de la filosofía con una altura imprevista gracias a, entre otras cosas, un insuperable manejo del lenguaje escrito que, de tan fresco y exacto, resulta un susurro inolvidable. Natural del sur de España (Málaga), Zambrano fue una de las más fieles representantes de la corriente del vitalismo y una de las más voraces defensoras del concepto de utopía. Tras recorrer varios países (Chile, Cuba, Francia, México) como intelectual destacada durante su exilio, volvió a la España posfranquista con honores. Tanto es así que acabó recibiendo, entre otros galardones, el premio Príncipe de Asturias (1981) y el Cervantes (1989).
Desafiar el curso de la memoria y ampliar el reconocimiento a todas estas valiosas mujeres es lo que pretende el WebDoc Las Sinsombrero que se estrenó el pasado 2015 en España como un proyecto pionero en su formato y que ha tenido una gran acogida en los principales Festivales de Documental, sobre todo en el de Barcelona donde se emitió a sala llena. Es allí donde desde hace tres años se están mostrando formatos innovadores en los que se conjuga la interactividad con las nuevas formas de narrar. "El público se emociona mucho, nos agradecen infinitamente que saquemos a la luz a estas extraordinarias mujeres", afirma Serrana Torres, una de las tres directoras de esta idea, en la que la acompañan Tània Balló y Manuel Jiménez Núñez. La calidez no es para menos. Si su objetivo era tan ambicioso como rescatar del olvido a mujeres que llevan encima décadas de polvo, la mejor forma era actuar en tres frentes a la vez: tecnológico, cultural y educativo. Por eso, han sabido ganar aliados estratégicos: desde la plataforma de Radio Televisión Española, donde ya puede navegarse ingresando a [RTVE.es/lassinsombrero].
Las Sinsombrero pretende no sólo devolver a la Historia a las mujeres olvidadas de la Generación del 27 sino también viralizar la propuesta de tal modo que el objetivo no se detenga únicamente en las ocho que tuvieron que elegir para llevar a cabo este trabajo. El deseo es que salgan a la luz todas aquellas que siguen en la penumbra. Para ello, la base es el documental interactivo o WebDoc en el que el usuario puede profundizar en el conocimiento sobre las protagonistas a través de distintas capas organizadas en una estructura perpendicular: hay una más tradicional descrita en un tiempo diacrónico sobre la que se puede saltar y ampliar información de cada una de las mujeres. Si se hace click sobre ellas cuando aparecen en pantalla, el usuario accede a unas minibiografías interactivas con información sobre su vida y su obra a través de fotos, audios y entrevistas a especialistas. Además, el proyecto transmedia incluye, entre otros formatos, un documental tradicional de 60 minutos.
El primero que se dio cuenta de que había mujeres tan importantes olvidadas fue el guionista Jorge Carrasco leyendo un libro sobre Lorca de Ian Gibson. Se lo comentó a Tània y ella se puso a buscar. Lo cierto es que el acto de rebeldía de quitarse el sombrero es sintomático ya que, antes de la Guerra Civil y la dictadura franquista, lo que para los hombres del grupo constituía una opción, para las mujeres era un deber. Saltarse las normas era la única posibilidad que les quedaba si querían escuchar y ser escuchadas, si querían no ser, simple y naturalmente, lo que se esperaba de ellas. "Me acuerdo un día que mi padre tenía un amigo y vino a verle. Y entonces les dice a mis hermanos, que eran muy chiquitos, ¿y tú qué quieres hacer de mayor? Y yo me adelanté -aunque a mí no me preguntaba nada- y dije: ?¡Yo voy a ser capitán de barco!' ?¡Las niñas no son nada!', dijo. Y yo le tomé un odio horrible a aquel hombre", atestigua la poeta Concha Méndez en uno de los audios que conforman el proyecto.
Apenas podían vivir nada por sí mismas: debían, siempre, introducirse en los espacios de los hombres con la compañía de éstos. Ser su sombra, pese a que tenían un empuje que, en muchas ocasiones, superaba el de sus compañeros. Algunos se dieron cuenta y las apoyaron, como Lorca, otros, al percatarse, las silenciaron, como Gerardo Diego, que evitó incluirlas en la antología del 32 que consagró al grupo de la Generación del 27. Luego, en 1934, en su segunda edición, sí tuvo que añadir, por ejemplo, a Josefina de la Torre. "Mira, tú nos excluirás pero yo debajo de la falda llevo un pantalón", clamaban contra él. Pero por muchas quejas que hicieran, lo cierto es que en el mejor de los casos, si se recibían elogios sobre la obra propia, tenían que ver con una previa masculinización de tales atributos. Es el caso de Marga Gil Roësset, una pintora que fue apadrinada por Juan Ramón Jiménez y que, finalmente, destruyó gran parte de su obra antes de suicidarse en 1932.
"¿Por qué no podremos ser nosotras, sencillamente, sin más? No tener nombre, ni tierra, no ser de nada ni de nadie, ser nuestras, como son blancos los poemas o azules los lirios", se preguntaba la poeta Ernestina de Champourcín en una carta a la escritora Carmen Conde en agosto de 1928. Esa duda retórica estaría repiqueteando en la cabeza de ella y de tantas otras: María Teresa León, Zambrano, Chacel, y las que no pudieron levantar cabeza del yugo que las oprimió.
Uno de los lugares clave para el desarrollo de la mayoría de las mujeres que pudieron huir, cuando empezó la Guerra Civil de 1936 en España y durante los posteriores cuarenta años de dictadura, fue la Argentina, por lo que la directora Serrana Torres afirma que sin duda, "Las Sinsombrero" volverán: "Para varias de nuestras protagonistas Buenos Aires fue lugar de inspiración, refugio y crecimiento. Así que para nosotros es casi un deber llevar allí este proyecto".