Mucho más que una auténtica fiesta del deporte
Los Juegos Olímpicos de la Juventud superaron las expectativas y han dejado una infraestructura relevante para la ciudad de Buenos Aires
Las casi dos semanas a lo largo de las cuales se extendieron los Juegos Olímpicos de la Juventud en escenarios porteños han dejado un saldo claramente positivo, tanto en materia deportiva como en cuanto al desarrollo de una infraestructura urbana y social que mejorará el perfil de una zona que, por demasiado tiempo, había estado olvidada.
Hay plena coincidencia en que la importante cosecha de medallas por parte de los representantes argentinos, más allá del encomiable esfuerzo de atletas y entrenadores, pasa a un segundo plano en un contexto donde la camaradería, el fair play y la integración en todo sentido fueron las características salientes de esta competencia, que hizo vibrar a casi un millón de personas que pudieron asistir en forma gratuita a presenciar los distintos espectáculos deportivos y culturales ofrecidos.
El masivo acceso del público a las actividades, que incluyó la presencia de más de 170.000 alumnos de escuelas, y los numerosos espacios de iniciación al deporte que se montaron en los distintos parques son solo una pequeña muestra de lo mucho que podría hacerse para acercar a la comunidad al mundo deportivo. Debería constituir una política de Estado, en momentos en que, según estadísticas oficiales, el 53% de los porteños adultos realiza insuficiente actividad física, en tanto que el 38% de los niños no alcanza los 60 minutos diarios de ejercicios físicos recomendados.
Las instalaciones deportivas estuvieron a la altura del evento y recibieron elogios del Comité Olímpico Internacional y de atletas extranjeros. Un enorme legado lo configuran las 31 hectáreas intervenidas en el Parque Olímpico de la comuna 8 (Villa Lugano, Villa Riachuelo y Villa Soldati), con su piscina olímpica, su piscina para saltos ornamentales, sus dos pistas de atletismo y la modernización del estadio Mary Terán de Weiss que, con capacidad para 15.000 espectadores, será un nuevo espacio para espectáculos deportivos y culturales de la ciudad.
La Villa Olímpica, con sus 31 edificios con 1159 departamentos y sus 125.000 metros cuadrados, sirvió para alojar a unos 7000 atletas y entrenadores, y sus viviendas serán entregadas el año próximo a sus nuevos dueños, la mitad de los cuales son vecinos de esta zona. La mejor conexión del sur con el resto de la ciudad, merced al metrobús que une a esta área con el centro de trasbordo de Constitución, y las mejoras en las instalaciones del Hospital Cecilia Grierson y de centros de salud comunitaria son otra buena noticia para estos barrios.
Nada de esto ha sido gratuito. De acuerdo con datos de chequeado.com, el gobierno porteño había estimado hace más de cinco años una inversión de 231 millones de dólares para la organización de los juegos y las obras de infraestructura permanentes. El costo total habría ascendido a unos 333 millones de dólares, un 44% mayor a lo presupuestado originalmente. Felizmente, el evento fue exitoso y el legado luce alentador.
Sin duda, el éxito de estos juegos puede ayudar a colocar a la Argentina como candidata a ser sede de otros eventos deportivos de magnitud. Se comenzó a hablar, en tal sentido, de la posibilidad de que Buenos Aires pueda postularse para los Juegos Olímpicos de mayores en 2032, al tiempo que el presidente Macri acaba de presentar la candidatura de Ushuaia como sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de la Juventud previstos para 2024. Se trata, por cierto, de desafíos que suenan mayúsculos en las particulares condiciones socioeconómicas del país en el momento actual, y que deberá encarar con la necesaria prudencia del nuevo secretario de Deporte de la Nación, Diógenes de Urquiza. Pero que no suenan imposibles si se trabaja con seriedad y se recurre a la cooperación del sector privado, en lugar de dejar todo librado a los recursos y la planificación del Estado.