Muchas preguntas
¿Alguna vez el menos común de los sentidos aterrizará en nuestras playas? ¿Alguna vez probaremos encontrar un punto de equilibrio medianamente razonable entre el estado populista y demagógico y el todopoderoso mercado con impiedad de ajustes? ¿Alguna vez dejaremos de decir "este es un país rico", mientras vemos muchedumbres de pobres hacinados en villas miseria? ¿Alguna vez dejará de faltar gas en invierno y luz eléctrica en verano? ¿Alguna vez asumiremos que la democracia tiene como condición indispensable el respeto al que piensa diferente? ¿Alguna vez aprenderemos a distinguir la promesa de campaña de la posibilidad racional de arreglar los problemas con políticas de Estado? ¿Alguna vez se pensará desde el poder que la salud y la educación del pueblo deben ser cuidadas y reglamentadas con prescindencia de partidismos, ideologías y privilegios de clase? ¿Alguna vez los corruptos devolverán la plata robada en negociados turbios de consecuencias nefastas? ¿Alguna vez la violencia dejará de ser un tópico para decir idioteces superficiales desde "la caja boba"?
Demasiadas preguntas para pocas respuestas. Pero la calesita gira y gira y a la sortija siempre la ganan los mismos, esos que por un período más o menos duradero tienen la manija y abusan de los privilegios que les da el sistema que los lleva al poder. Hemos pasado noches largas de dictaduras en las que nuestros derechos fueron ignorados cuando no pisoteados. Era terrible pero teníamos la excusa de decir: "No puedo hacer nada". Luego el retorno de la democracia nos otorgó la posibilidad del compromiso a través del voto, de la posibilidad de exponer nuestras opiniones sin temer a la represión, la tortura, la desaparición, el exilio y la muerte pero nos sigue resultando muy difícil encontrar las respuestas correctas a todas nuestras preguntas, preguntas que surgen del menos común de los sentidos, el sentido común.
Aferrados a esquemas ideológicos que van desde el pesimismo del viejo Vizcacha al optimismo modelo disneylandia pasando por escepticismos, fanatismos y escapismos los ciudadanos pasamos por el frío y el calor del eterno pendular en el sube y baja de las antinomias: estatal o privado, nacional o multinacional, inflación o ajuste, salarios insuficientes o subsidios engañosos, regalar el pescado o enseñar a pescar, tecnología de punta o atraso tecnológico, obesidad o raquitismo, gula o desnutrición, y siempre las eternas quejas como si fuéramos huéspedes engañados de un hotel que alguna vez tuvo cinco estrellas, se le cayeron cuatro pero sigue promocionándose como antaño y nosotros, los huéspedes engañados siguen pidiendo el desayuno en la habitación pero el desayuno nuca llega , la calefacción funciona solo en verano, el aire acondicionado no existe en ninguna estación del año, las cucarachas son más numerosas que el personal de servicio y los teléfonos no funcionan. Y el "pequeño detalle" es que ese hotel nos pertenece, ha sido construido con nuestros impuestos y ostenta una bandera con colores propios y nacionales. El hotel no funciona y nadie asume ninguna culpa ni la menor responsabilidad. Solo nos quejamos y echamos las culpas a la "pesada herencia recibida" que nunca será debida a nuestra generación.
Muchas preguntas, pocas respuestas. Sería hora de arreglar el hotel, hablar menos y trabajar más, cobrar sueldos que suban por el ascensor e inflaciones que vayan por la escalera. ¿Ocurrirá alguna vez semejante milagro?