Moyano conducción, contra toda corrupción
Me imagino que a estas alturas nadie pondrá en duda que el PJ, gauchito, es el mejor aliado del Gobierno. No me refiero al apoyo que les está dando en el Congreso a las reformas fiscal y previsional. Hay aportes más sustanciosos. Hugo Moyano le adelantó a Macri su regalo de Navidad: el escándalo en Independiente, un espectacular combo de corrupción, mafias y violencia. Incluso la tragedia del submarino San Juan fue por momentos desplazada por las andanzas de los amigos del jefe camionero. Y en el Senado, el peronismo -en su versión oficial y en su versión hotelera- mostró esta semana, durante la jura de los recién llegados, que apuesta fuerte a la renovación y la honestidad: Cristina, Menem y Adolfo Rodríguez Saá. Cristina lo dejó en claro al jurar "por la Patria, por Dios, por los Santos Evangelios... y por los fueros".
Moyano se había puesto al frente de la lucha contra la reforma laboral, la tercera pata de los cambios estructurales que impulsa el Gobierno. Mandó a su hijo y mastín Pablo a sembrar sospechas de una reaparición de "la Banelco", excelente estrategia si no fuera por lo inverosímil: ningún senador peronista dispuesto a vender su voto se va a dejar convencer por una tarjeta que tiene límites de extracción.
En esa faena corrosiva estaban los dos Moyano cuando saltó el caso de Independiente. Ahora sabemos que la presidencia de Hugo proponía el jogo bonito del DT Holan dentro de la cancha y el juego más sucio posible fuera de ella. Al vicepresidente Noray Nakis, al Polaco Petrov (guardaespaldas y guardasecretos inconfesables de Moyano desde hace años) y a 26 barrabravas, todos detenidos en una redada espectacular, se los acusa de asociación ilícita y lavado de dinero. Ojo, no hay que prejuzgar: simplemente se dedicaban a la reventa de entradas, a robar, a intimidar a funcionarios e instituciones y a andar por las calles repartiendo sopapos y tiros. Digamos, chicos de fuerte temperamento. Les secuestraron dinero y armas de fuego, lo cual sacó de sus casillas a Hugo: "No puedo creer que hayan dejado todo a la vista".
Fueron las únicas declaraciones del presidente que trascendieron, porque ni siquiera se animó a firmar el comunicado del club. Quizás está siendo un poco injusto con sus amigos: la plata que juntaban después de cada partido la invertían en dólares o la lavaban en una cueva de Noray Nakis (decir que tiene nombre de pillo también es prejuzgar), lo cual habla de prolijidad en la administración de sus activos financieros.
En cambio, lo del Polaco Petrov es indefendible. Tantos años junto a los Moyano y no aprendió que si te va a buscar la policía no está bien que la recibas a los balazos. Hirió a dos agentes -contemplativo, les tiró a las piernas- e hirió además la reputación de su patrón, que no debería tener custodios incapaces de controlar sus emociones. En la casa del Polaco encontraron 4 millones de pesos: otro ahorrista compulsivo.
Que bajo su presidencia el club se haya convertido en guarida de una banda de delincuentes habla del descuido de Moyano, acaso atribuible a que no está pudiendo conciliar su agenda de dirigente de fútbol con las de empresario, sindicalista y asiduo inversor en el mercado inmobiliario. Es cierto que a veces sus actividades se entrecruzan: como dueño de OCA, que está en la lona y a punto de quebrar, presiona a Macri para que la AFIP le condone la deuda, y para que lo tome en serio aparece el sindicalista, que boicotea el acuerdo Gobierno-CGT por la reforma laboral, y si hace falta aparece el presidente de Independiente, con una barra brava afinada en el arte de apretar. En un MBA lo estudiarían como ejemplo de sinergia.
También su yerno, Chiqui Tapia, presidente de la AFA, resultó un descuidado. No creo que haya complicidad con su suegro: me inclino por pensar que estaba distraído. Algunos ya se preguntan si el propio Moyano puede ir preso, siguiendo el camino del Pata Medina, el Caballo Suárez, José Pedraza y Juan José Zanola, todos jerarcas del sindicalismo menos comprometido con la transparencia. ¿Moyano en cana? Dios no lo quiera, justo ahora que Independiente está por jugar la final de la Copa Sudamericana. No le corten las piernas.
Esta semana, el vía crucis judicial de los Kirchner tuvo otra estación: la Cámara Federal confirmó el procesamiento de Cristina, Máximo y Florencia en la causa Los Sauces, por asociación ilícita y lavado de dinero. Cristina se debe querer morir: los mismos cargos que el patibulario clan de Avellaneda. Y casi no hay día en que a algún miembro del gobierno anterior no le lleguen malas noticias desde los tribunales. Como quiero concursar para el Premio Naíf, que distingue a los que llevan su ingenuidad a niveles patológicos, déjenme decir que el peronismo debería reflexionar sobre el estándar ético de sus líderes. Pero cuidado que no estoy planteando una cuestión moral. Se me ocurre que debe ser difícil hacer política si te la pasás todo el día tratando de justificar cómo juntaste tu fortuna, o escondiendo la guita, o visitando jueces, o, directamente, contemplando el espectáculo desde un penal.
¿Hubo también corrupción en alguna instancia remota de la tragedia del San Juan? Acaso la respuesta yace, junto al submarino, en el lecho del Atlántico Sur.