Movilidad de ingresos y desigualdades
Para hacer este informe nos basamos en una labor del Massachusetts Institute of Technology (MIT) referido al Trabajo del Futuro: Cómo construir mejores trabajos en una época de máquinas inteligentes (The Work of the Future, MIT 2020). El mismo fue escrito por David Autor, David Mindell y Elisabeth Reynolds y sus equipos.
En dicho libro se cita el trabajo de Miles Corak, de 2013, sobre la relación que hay en diferentes países entre la movilidad social intergeneracional y el coeficiente de distribución del ingreso(Gini), o índice de desigualdad. A medida que crece este índice Gini hay mayor desigualdad de la distribución del ingreso. Hay una asociación entre los dos índices aunque es difícil percibir la relación de causa-efecto.
El trabajo del MIT es muy interesante, pero en este artículo nos vamos a referir a este aspecto del análisis, movilidad y desigualdad, que consideramos atractivo. Por ejemplo, para el caso de Estados Unidos, el índice de movilidad de ingresos nos da algo menos que 0,5 y el índice de Gini nos da 43, que es bastante bueno. Estados Unidos es un valor que está en el promedio de los diferentes países.
Por supuesto que la diferencia con Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Japón y Alemania es muy amplia, pues estos países son mucho más igualitarios en su movilidad social como en el coeficiente de Gini, que es mucho mejor que el de Estados Unidos, es decir, es mucho más bajo.
¿Qué podemos decir de los países latinoamericanos, como Brasil, Chile, Perú y Argentina? Estos países tienen un índice de movilidad mucho más alto, es decir hay muchas diferencias económicas entre grupos de la población y también hay mucha mayor desigualdad en la distribución del ingreso.
En Argentina, el índice de movilidad de ingresos es de 0,5, similar al de Estados Unidos, pero el coeficiente de distribución del ingreso (Gini) es mucho más alto, o sea indica peor distribución del ingreso que en Estados Unidos.
Esto se puede comprobar más exactamente en Chile, Perú y Brasil, donde se aprecia un índice de movilidad social peor que en Argentina y una peor distribución del ingreso.
Para ver la relación entre estos dos índices, el autor Miles Corak construye una regresión que fija la relación entre ambos elementos, a medida que tenemos mayor Gini o sea mayor índice de desigualdad de ingresos, también podemos comprobar un índice creciente de desigualdad económica entre generaciones. Por eso es que la curva tiene una inclinación ascendente que resume bien el objetivo del informe. La relación causa-efecto no es tan clara.
El caso de China nos muestra una gran diferencia en la formación de ingresos intergeneracional pero un índice de Gini más bajo. Igual en la mayoría de los países hay mucho terreno para construir y estas variables se van logrando por pasos.
En Argentina, de acuerdo con las cifras del 2013 estamos lejos de obtener una igualdad como la de los países nórdicos o Alemania o Japón: nos faltan muchos años de fuertes luchas por la igualdad de oportunidades.